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lunes, 25 de febrero de 2013

EL PRECIO DEL PODER: EN LOS 30 AÑOS DE UN FILM MÍTICO



      EL PRECIO DEL PODER (Scarface, Brian De Palma, 1983) es una película legendaria que ha influido de manera superlativa en la actual evolución del thriller. Con guión de Oliver Stone y una estupenda fotografía en color de John A. Alonzo, De Palma actualizó el clásico Scarface (Howard Hawks, 1932) para hacer este magnífico fresco a gran escala de la criminalidad, situando la acción entre los exiliados que procedentes de la Cuba castrista llegaron a las costas de Florida.

       Entre ellos, haciéndose pasar por exiliados políticos, lograron introducirse miles de delincuentes con una sola idea fija: convertir el sueño de América en realidad, es decir, enriquecerse a toda costa, de forma rápida y fácil. Tony Montana (Al Pacino) es uno de esos ambiciosos malhechores que se irá introduciendo junto a Manny Ray (Esteven Bauer) en el submundo del crimen organizado hasta llegar al poder. Convirtiéndose rápidamente en un ser huraño, déspota y desconfiado, que se pasa todo el día drogado y dejando tras de sí demasiados cadáveres y enemigos que le harán pagar caro su excesiva avaricia.

      Siempre me ha fascinado el modo espectacular en que Brian De Palma pone de relieve la violencia en sus películas, con múltiples planos de detalles brutales, de una crudeza y una eficacia antológicas. Un ejemplo de esto es la terrible escena del descuartizamiento con sierra mecánica en el apartamento de los traficantes.

      Destaca en El Precio del Poder la atractiva recreación del paisaje urbano e interiores, las actuaciones de las por entonces poco conocidas Michelle Pfeiffer y Mary Elizabeth Mastrantonio, y cómo no, el uso ejemplarizante del travelling y la elipsis. Tengo a bien señalar que el que De Palma decidiese en su momento acomodarse en lugar más tranquilo de la industria, no es algo que le haya restado un ápice de su ingenio, y las películas de encargo que en los últimos años realizó (tan impersonales como La Dalia Negra) sólo demuestra que un cineasta también tiene que comer, lo que no siempre equivale a prostituirse.

      El Precio del Poder es hoy por hoy una película de cabecera para miles de cinéfilos y aficionados, hasta el punto de ser considerada una cult movie que con el tiempo ha alcanzado, como su modelo, el estatus de clásico.  

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