Un revival tan preciosista como mediocre y manierista
GÁNGSTER SQUAD (BRIGADA DE ÉLITE) êê
DIRECTOR: RUBEN FLEISCHER.
INTÉRPRETES: JOSH BROLIN, RYAN GOSLING, SEAN PENN, EMMA
STONE, NICK NOLTE.
GÉNERO: CINE
NEGRO / EE. UU. / 2013 DURACIÓN: 113 MINUTOS.
Este crítico
tenía ganas de ver una peli clásica de gángsteres a la vieja usanza sin tener
que recurrir a las grandes obras maestras que reposan en las baldas de mi
atestada dvdeteca. Con lo que me encuentro
es con un vulgar sampleado que homenajea a las magníficas Los Intocables de Elliot Ness
y Mulholland
Falls, la Brigada del Sombrero (si en la primera estaba Andy García,
aquí está Michael Peña; si en la segunda estaba Nick Nolte, aquí está Nick
Nolte), películas sin duda deudoras de esta GANGSTER SQUAD que tiene
en la desmesura y ramplonería su mayor
defecto.
No creo que Ruben Fleischer fuera el director idóneo
para hacerse cargo del ya de por sí flojo guión firmado por el autómata Will
Beall, que hace un mediocre trabajo de adaptación del excelente texto de Paul
Lieberman, aunque la peor tara de sus responsables es no haber sabido sacar
todo el jugo posible a un reparto de auténtico lujo, meros estereotipos dentro
de una fórmula demasiado gastada.
La acción nos
sitúa en la ciudad de Los Ángeles de 1949. El despiadado capo de la mafia y ex
boxeador nativo de Broocklyn Mickey Cohen (Sean Penn) es el director de
orquesta en la ciudad del oropel y las bambalinas, recogiendo los sucios beneficios
del tráfico de drogas y armas, de la prostitución y todas las apuestas que se
hacen al oeste de Chicago. No sólo le protegen sus matones, también la policía
y los políticos, a los que tiene comiendo de su mano. Cohen intimida a todos
menos a un pequeño grupo secreto adjunto al Departamento de Policía de Los Ángeles
que está liderado por el sargento John
O´Mara (Josh Brolin) y Jerry Wooters
(Ryan Gosling), que unen sus fuerzas para acabar con los asesinatos, chantajes
y negocios delictivos de Cohen.
A Fleischer le
interesa poco el dibujo de los personajes sobre los que no realiza una mínima
introspección, le basta con unos simples brochazos para distinguir a los buenos
y los malos (poli bueno, poli guapo, villano y femme fatale) sin
detenerse en matices y dando por descontado que el público cinéfilo se nutrirá
de aromas y ecos para sumergirse en una atmósfera y una estética reconocibles y
unos escenarios tremendamente icónicos.
Justo
será reconocer que si la función peca de hiperbólica e histriónica, el ritmo
también resulta endiablado con unas set-pieces rodadas con pulso enérgico sin
hacer asco a la profusión de sangre y la violencia histérica. El esmerado diseño
de producción sobre el que se elevan las volutas de cine noir, recrea unos años 40 locos, peligrosos y glamourosos; amor,
esplendor y balas, pero el dilema interno del relato, que se mueve entre la
historieta y el realismo histórico, deriva en unas situaciones poco creíbles y
en unos personajes poco sólidos, con un Sean Penn sobreactuado, tan
caricaturesco como su enorme y postiza nariz, una desquiciada interpretación
que vacía a su personaje de toda ambición y maldad.
GANGSTER SQUAD se nos muestra como
una película impersonal, sin apenas carácter, rodada con el piloto automático
por un director que no se toma en serio el invento y que nos sirve una vacuidad
preciosista sin ánimo de perdurar en la retina del espectador, algo así como Los
Intocables de Brian De Palma pasada por el modo slapsticks, que se apropia de toda la parafernalia gangsteril
(sombreros y trajes cruzados, coches clásicos de época, metralletas Thompson,
grandes templos del baile, whisky, cigarrillos sin filtro, luces de neón) para
proyectar una vistosa y elegante bufonada.
Pero ese regalo para los ojos se diluye pronto sin un trasfondo que aporte
cierta originalidad y se eleve más allá del mediocre revival de otros films del
género, sin que todo resulte tan predecible, sin que los perfiles de los prototipos
se revelen tan manidos y grotescos y sin que el clímax final del asalto al
hotel nos remita a una espléndida secuencia crucial de El precio del poder (este tipo parece tener obsesión con De Palma)
desatando una fijación por la pose y la estética excesivamente manierista. Película
para ver y olvidar, poco quedará de ella en la memoria. Lástima, otra ocasión
perdida.
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