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domingo, 10 de febrero de 2013

CRÍTICA DE "MAMÁ"

La infancia como un páramo de espectros
MAMÁ êêê
DIRECTOR: ANDY MUSCHIETTI.
INTÉRPRETES: JESSICA CHASTAIN, NICOLAJ COSTER-WALDAU, MEGAN CHARPENTIER, ISABELLE NELISSE, DANIEL KASH.
GÉNERO: TERROR / CANADÁ-ESPAÑA / 2012  DURACIÓN: 100 MINUTOS.   
          
     Andy o Andrés Muschietti, cineasta argentino residente en Barcelona, llamó la atención de Guillermo del Toro con su cortometraje de tres minutos Mamá (2008), que tuvo un recorrido exitoso por el circuito de festivales, y como el mexicano siempre está dispuesto a descubrir nuevos talentos decidió producirle su primer largometraje basado en aquel corto que reunía muchas de las constantes temáticas que apasionan al director de El laberinto del fauno: curiosidad por el más allá, la infancia como un territorio inescrutable, la naturaleza como un espacio amenazante, la familia como núcleo emocional y la fantasía como un universo de pesadillas y enigmas.
     
      Tras asaltar las pantallas en los Estados Unidos elevándose hasta el Nº 1 con 28 millones dólares recaudados el primer fin de semana de exhibición en 2.500 salas, MAMÁ llega a nuestras pantallas con el mismo objetivo (hay que recordar que Del Toro también le produjo a Bayona aquella otra bomba para la taquilla titulada El Orfanato) y que partiendo de un libreto escasamente original en el que además de Muschietti también han colaborado su hermana Bárbara y Neil Cross, nos narra cómo tras matar a su esposa un padre huye con sus hijas y sufre un accidente por conducir de manera  temeraria.

      Una vez en el bosque se refugian en una casa destartalada situada junto a un lago, donde el padre perderá la vida tras un suceso especial. Las dos hermanas, Victoria y Lilly (Megan Carpentier e Isabelle Nelisse) sobreviven a base de cerezas protegidas por un ente al que llaman Mamá. Tras cinco años de búsqueda infructuosa por parte de su tío Lucas (Nicolaj Coster-Waldau) las niñas reaparecen aunque su estado es salvaje y extraño. En manos del psiquiatra Dr. Dreyfuss (Daniel Kash) que las analiza metódicamente, se determina que lo mejor es que las niñas sean adoptadas por su tío Lucas y su novia Annabel (Jessica Chastain) quien en principio se muestra reacia. La nueva familia se muda a lo que parece su casa ideal, pero que pronto se convertirá en el epicentro de sus pesadillas, pues la presencia del ente protector, visible para las pequeñas, mantendrá una terrorífica rivalidad con Annabel por defender a las que ambas consideran sus hijas.
     
      Nos encontramos, amigo lector, ante una película absolutamente atmosférica, en la que, eso sí, el espectador asiduo al género encontrará pocos elementos novedosos. Siendo sincero, este cronista no se esperaba otra cosa, ya que el abuso de estereotipos y convencionalismos suele ser en los últimos tiempos la tónica común en este tipo de producciones, mas teniendo presente que otros films apadrinados por el cineasta mexicano (el citado El Orfanato y No tengas miedo a la oscuridad) ya nos sumergían en ese clima denso e inquietante de grandes caserones en donde la niñez se ve asaltada por diversas fantasmagorías. Muschietti tenía que ingeniárselas para inflar su micro-relato, dar forma y recorrido a aquella historia que dejaba al respetable pidiendo más. Tal vez las expectativas situaron el listón muy alto pero lo cierto es que el director argentino afincado en España hace uso de una pericia inhabitual para un debutante, logrando dominar la tensión narrativa, componer postales muy tétricas y crear situaciones de un descarnado dramatismo.

      Del Toro en su faceta de productor de óperas primas de nuevos talentos resulta un poco cansino y parece que siempre nos cuenta la misma película partiendo de lugares comunes y elementos muy trillados. Así, en el periplo descorazonador de esas niñas huérfanas que van a parar a una casa en el bosque y caen en los dominios de un espíritu protector que las cuidará como a sus hijas, está lo mejor de esta cinta que a partir de que son rescatadas en estado primitivo nos prepara para un duelo infernal aunque previsible. No hay que olvidar que MAMÁ se eleva como un modelo de cine industrial pergeñado para el consumo masivo. Teniendo esto claro a nadie le debe extrañar que la función se vea invadida por algunos de los tópicos que marcan los cánones del género.

      De modo que desde que las niñas –que se adentran en el relato con espeluznante rigor- son acogidas por su tío y su novia (una sorprendente Jessica Chastain rockera y tatuada que malditas las ganas que tiene de hacerse cargo de unas niñas que la repudian), el film cierra el tarro de sus más finas esencias para desplegar de forma efectista una serie de trucos y clichés que responden más a la brusquedad expositiva que a la exquisita sugerencia. El largo nudo central se desarrolla sobre la encarnizada rivalidad de las dos figuras maternas en medio de una trama cada vez más embrollada y poco interesante, sustos y efectos de sonido  que cercenan la fascinante relación que empezaba a sugerir el trato de Annabel con las niñas. A pesar de la pegajosa sensación déjà vu que impregna todo el conjunto, el tono general del relato se ve elevado gracias un amargo y hermoso clímax final rebosante de un gótico lirismo y que se desarrolla al borde de un acantilado, un desenlace  de  tintes melodramáticos que separa por fin el grano de la paja.  

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