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sábado, 5 de febrero de 2022

CRÍTICA: "CLEAN" (Paul Solet, 2020)

 

El precio de la redención

“CLEAN” êêê

DIRECTOR: Paul Solet.

INTÉRPRETES: Adrien Brody, Glenn Fleshler, Chandler DuPont, Richie Merritt, Michelle Wilson, John Bianco, Dinora Walcott.

GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 94 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2020

     No es la primera vez que colaboran el director Paul Solet y el actor Adrien Brody, Ya lo hicieron en 2917 en el tercer largometraje del director titulado Bullet Head: trampa mortal, film sobre un atraco que sale mal y los atracadores se ven cercados en un almacén. En el reparto de esta película también estaban Antonio Banderas y John Malcovich. Entre este film y el que nos ocupa, sólo ha dirigido el visceral documental Tread (2019), que narra un hecho real sobre un soldador hastiado con inquietantes intenciones que convierte un bulldozer en una máquina indestructible de 30 toneladas de cemento y acero.

     Clean es una película de 2020 que hasta el pasado 28 de enero no fue estrenada en los cines estadounidenses y en plataformas, aunque fue exhibida en el Festival de Tribeca del pasado año. La historia no es original, de hecho podría entenderse como una versión hip hop actualizada de Taxi Driver: un hombre que trabaja de basurero y que responde por el nombre de Clean (Adrien Brody) al que le atormenta su pasado de asesino a sueldo y busca ayudar a la comunidad y tener una vida  tranquila que le sirva para redimirse de sus imperdonables acciones. Sin embargo, pronto se verá forzado a sumergirse de nuevo en la violencia de la que intenta huir.

      Con un libreto escrito por el propio director y Brody y tomando como escenario la decadente y herrumbrosa ciudad de Utica (Estado de Nueva York), la historia del asesino a sueldo que, asqueado de su vida, intenta redimirse pero se ve obligado a volver a la acción para salvar a una joven vecina sobre la que tiene un sentimiento paternalista, no es, precisamente, el colmo de la singularidad. No es extraño que muchos críticos y espectadores piensen que la implicación de Adrien Brody en el proyecto como protagonista, guionista, productor, compositor de la partitura y colaborador de la banda sonora, sólo puede dar como resultado un vehículo para el lucimiento del actor aquí convertido en hombre orquesta, un producto autoindulgente sin mucho recorrido.

    Y en parte tendrán razón, su presencia en la función se impone como arrolladora, pero recordemos que el eje narrativo es el itinerario dramático de un hombre con un pasado que desea olvidar y que nos será revelado a pausadamente a través de innecesarios flash backs hasta la explosión de ira y violencia final. Es en esos primeros 50 minutos de metraje en donde veremos forjarse el desarrollo del personaje esquivando con cierta habilidad algunos tropos del subgénero de vigilantes o justicieros, debido a la implícita denuncia social de una América dolorosamente degenerada que Clean trata inútilmente de rehabilitar pintando casas vacías y ruinosas del centro de la ciudad, sabiéndose culpable en parte de su agonía y deterioro.

 

     Lo que eleva a Clean por encima del lodo de la mediocridad es su incisivo reflejo de un estado de ánimo, el desaliento y la derrota, con el atormentado personaje al que da oxígeno Adrien Brody proyectando su desesperación y su angustia existencial, disgustado por toda la podredumbre y fealdad que lo rodea, un vertedero en el que brilla como una flor en un estercolero Dianda, su joven vecina que vive con su atribulada abuela, y a la que salva de una violación grupal utilizando su arma favorita, una enorme llave de fontanero. El problema es que entre los desalmados a los que golpea y destroza la cara se encuentra el hijo del gángster local, iniciándose así una espiral de violencia descarnada como esas que atraviesan sus noches de insomnio. Paul Solet profundiza enigmáticamente en las emociones del personaje protagonista, sobre todo cuando los fantasmas del pasado asaltan su torturada mente. También en su tristeza al comprobar que todo es pobreza, ruina y que sólo triunfan las organizaciones criminales que controlan las calles. Equivocadamente Clean puede ser calificada como un riff de películas como John Wick y Taken, pero su empeño en demostrar el desamparo, el perturbador presente y desalentador futuro la confieren un fulgor especial.


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