"EL COLECCIONISTA" (William Wyler, 1965)

Excelente introspección psicológica

“EL COLECCIONISTA” êêêêê

DIRECTOR: William Wyler.

INTÉRPRETES: Terence Stamp, Samantha Eggar, Mona Washbourne, Maurice Dellimore, Edina Ronay, Kenneth More.

GÉNERO: Drama psicológico / DURACIÓN: 119 minutos / PAÍS: Reino Unido / AÑO: 1965

   La excelente novela “El coleccionista” (1963) de John Fowles sirvió de inspiración para algunos asesinos en serie que la tenían como libro de cabecera. Es por eso que, junto a “El guardián entre el centeno” de Salinger,   (un libro sobre el que tienen una discusión la pareja protagonista de la película) la novela soporta la etiqueta de maldita. Pero ni los libros ni las películas matan y sólo las mentes perturbadas pueden hacer suso de ellas como si de un manual se tratara para cometer sus repugnantes crímenes.

   Wyler realiza una magistral adaptación de la novela de Fowles que, como la obra literaria nos presenta a Freddie (Terence Stamp), un joven solitario e introvertido que trabaja para una agencia estatal y colecciona mariposas en su tiempo libre. Desde la época del colegio en Reading está obsesionado con Miranda (Samantha Eggar) una bella estudiante de arte a la que sigue a diario en su furgoneta. Estudia sus horarios e itinerarios hasta que consigue raptarla tras narcotizarla con cloroformo sin llamar la atención. La lleva a un caserón de su propiedad aislado en el campo y la encierra en un semisótano que ha acondicionado para tal fin. Miranda, asustada y desesperada, intenta en vano escapar de su secuestrador, llegando incluso a seducirle con la esperanza de que la deje en libertad.

    William Wyler, autor de las impagables La loba, Los mejores años de nuestra vida, La heredera, Vacaciones en Roma, Horizontes de grandeza, Ben Hur y La calumnia, por citar algunas de sus más populares y magníficas películas, firma otra de sus obras maestras al narrar esta historia de una enfermiza obsesión. Un film imitado hasta la náusea a lo largo del tiempo por otros directores que sólo aportaron más violencia explícita, sangre y tortura. Pero a Wyler le interesa más el factor psicológico para sumergir al espectador en la psique y la compleja personalidad de los dos únicos protagonistas de la función, consiguiendo que la trama se aleje del tono teatral. El coleccionista es una película de personajes que encerrados en una especie de cripta fantasmagórica consiguen un potente duelo interpretativo del que se extraen múltiples lecturas: la imposibilidad de comprar o fingir el amor, el deseo y la represión sexual, las diferencias de clase, el dominador y la dominada, la herida de los traumas y la soledad…

     Con un guión de hierro, una espléndida línea de diálogos, una eficaz banda sonora de Maurice Jarre y superlativas interpretaciones de Terence Stamp y Samantha Eggar, Wyler realiza una virtuosa exploración psicológica diseñando una atmósfera opresiva y devastadora en su vertiente emocional, marcando las pautas del suspense y jugando con el carácter ciclotímico de los sentimientos y las personalidades contrapuestas de los protagonistas: Freddie es un tipo solitario y aburrido, objeto de las burlas de sus compañeros de trabajo y rebosante de complejos, un tipo raro, introvertido, que dedica su tiempo a coleccionar mariposas, un sociópata carente de talento que cree que el dinero (obtuvo una fortuna de la lotería) lo puede comprar todo; Sin embargo, Miranda es extrovertida, la imagen del espíritu de los nuevos tiempos, de clase media-alta, estudiante de arte, inteligente, atractiva y llena de vitalidad.

    Y es en esa definición de los personajes cuando El coleccionista, plagada de alegorías, alcanza el mayor nivel de introspección. Miranda terminará por darse cuenta de que sólo es un objeto más en la colección del extraño entomólogo, y es entonces cuando se amplifica la tensión, la ansiedad, su sensación de aislamiento, desesperanza y derrota. Tras leer la carta de Miranda, Freddie es consciente que ella jamás le hubiera amado, desaparece así cualquier sentimiento de culpa, tal vez apuntó muy alto, demasiado elitista, y se prepara para dar caza a otra víctima más terrenal, menos inmarcesible.