“EL SÓTANO DE MA” êêê
(Tate Taylor, 2019)
Tate
Taylor (La chica del tren) cuenta de nuevo con su actriz fetiche, Octavia Spencer, que ha trabajado en
casi todas sus películas y ganado un Oscar con Taylor por Criadas y señoras, para
narrar la historia de una mujer solitaria, Sue
Ann, apodada Ma (Spencer) que
entabla amistad con un grupo de adolescentes y decide invitarles al sótano de
su casa para beber alcohol y que no sean molestados por la policía en un
descampado. La condición que les impone es que no suban jamás arriba, eso sí,
en el sótano pueden hacer lo que deseen. Cuando los jóvenes piensan que han
encontrado el refugio perfecto para sus juergas, comienzan a sospechar de la
actitud e intenciones de su anfitriona, y la fiesta degenera en pesadilla.
Parece que el cine de terror se vuelve cada
año más arriesgado, visceral y sangriento, como si se quisiera hacer un
ejercicio de regresión a las décadas de los 70 y 80. El sótano de Ma nos hace
evocar la atmósfera y la esencia argumental de grandes novelas de Stephen King
como Carrie (sin elementos
sobrenaturales) y de Misery trufadas
con el cine teen de John Hughes. Al
igual que en el clásico llevado al cine por Brian de Palma y protagonizado por
Sissy Spacek, también aquí la protagonista se toma cumplida venganza por los
abusos y vejaciones cometidos sobre ella en su época de instituto.
El director logra casi inmediatamente que el
espectador simpatice con Sue Ann, la servicial Ma, empleada de una clínica
veterinaria a la que da vida espléndidamente Octavia Spencer, con el peso de la
angustia de su alma y teniendo a la soledad como compañera. El film arranca
cuando una madre (Juliette Lewis) y su hija de 16 años, llegan desde San Diego
a un pequeño pueblo de Ohio. Ella comienza a trabar de camarera y su hija adolescente
pronto hace amigos en el instituto, al tiempo que para divertirse fuman porros
y se emborrachan. Ese primer tramo del metraje nos acerca a la típica historia
high school, y el grupo de amigos, ante la dificultad de comprar alcohol siendo
menores de edad, encuentran un aliado en Sue Ann que, como premio, les cede su
sótano para sus fiestas. Es tras el
descriptivo costumbrismo de la vida de un típico pueblo estadounidense, la
relación entre madre e hija y los ritos de iniciación de la chica nueva, cuando
se pasa a estudiar más detenidamente la trastornada personalidad de Ma para
justificar sus acciones mediante unos explicativos flash baks sobre el origen
de sus traumas. Todo está excesivamente subrayado intentando de dotar de
profundidad psicológica a una historia que no lo necesita y que finalmente cae
en el desbarre. Con Ma liberando a su bestia oculta.
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