Yo soy la justicia
“THE EQUALIZER 2” êêê
(Antoine Fuqua, 2017)
Estrenada en 2014, The Equalizer no fue una
película desdeñable, versión cinematográfica de la serie de televisión
ochentera sobre un antiguo agente de la CIA que aunque ahora lleva una vida
tranquila, no puede permanecer impasible cuando contempla tanta injusticia,
violencia y crueldad. Dirigida por Antoine
Fuqua y protagonizada por Denzel
Whasington, el film tuvo el suficiente éxito como para que cuatro años más
tarde, tanto director como protagonista, nos presenten esta secuela que no tiene
nada que envidiar a su predecesora.
En lo que supone la cuarta colaboración
entre Fuqua y Washington, The Equalizer 2 nos narra cómo el
agente de la CIA retirado Robert McCall
(Whasington) sigue combatiendo por su cuenta la delincuencia, pero en esta
ocasión van a entrar en juego cuestiones muy personales. Y es que Susan Plummer (Melissa Leo) su
compañera de la CIA y agente retirada, ha aparecido asesinada. Con la misión de
encontrar a sus asesinos, McCall pondrá a prueba sus habilidades hasta dar con
los culpables del asesinato de su amiga.
Lo menos original de esta película es su
mensaje, tan simple, trillado y con un
tufillo reaccionario, pero no hay que olvidar que estamos ante un relato que
tiene como figura central a un justiciero urbano al margen de la ley aunque con
un estricto código ético. De tal forma que si obviamos la premisa, construida
con elementos muy reconocibles dentro del subgénero de vengadores y
justicieros, y nos centramos en el omnipotente personaje al que da oxígeno
Denzel Washington, que lleva una vida ascética devorando los libros de su
inaplazable lista, tendremos claro que toda la película gira en torno a su
figura, su magnética personalidad, y que a pesar de sus 62 años sigue en forma
otorgando brillo a las excelentes secuencias de acción que Fuqua planifica con
virtuosismo.
Comentaba
que el mensaje del film puede resultar muy conservador, pero al mismo tiempo
resulta muy eficaz y certero en su reflexión sobre los signos de podredumbre y
decadencia de nuestra sociedad y las terribles taras de un sistema en donde ni
la educación ni el respeto son ya valores sólidos, por lo que muchos jóvenes se
dejan arrastrar hacia el lado oscuro sin advertir las letales consecuencias. De ahí el empeño de McCall por evitar que su joven
vecino se pierda por el camino de la perdición. La función, imitando los
códigos más reconocibles del western, se clausura en medio de un poblado
fantasma y un clima huracanado, un escenario perfecto para que el veterano ex
agente de la CIA culmine su particular venganza despojada de toda piedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario