“DEATH WISH”
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(Eli Roth, 2018)
Remake si quieren innecesario (como casi todos)
de la seminal película de justicieros protagonizada por Charles Bronson El
justiciero de la ciudad (Michael Winner, 1974), que en los años 70 instauró
una corriente cinematográfica que actuaba como espejo del descontento de la
sociedad ante el auge de la delincuencia y la inoperancia de la policía y la justicia.
Death Wish nos presenta al cirujano Paul Kersey (Bruce Willis) que ve cómo
su mujer, Lucy (Elisabeth Shue) y su
hija, Jordan (Camilla Morrone) son
brutalmente atacadas en su casa por unos ladrones. Kersey siempre ha sido un
hombre tranquilo, pero ahora siente como una sed de venganza se apodera de él. Con
la policía sobresaturada de crímenes, decide tomarse la justicia por su mano y
de paso enfrentarse de criminales en la Gran Manzana. Cuando sus acciones
captan la atención de los medios, la gente se pregunta si es un ángel guardián
o un simple justiciero.
Películas como ésta levanta ya escasa
polvareda (aún hay memos que las tildan de fascistoides) tanto en su ambigua
apología de la ley del talión como en su denuncia intrínseca sobre el fervor de
los norteamericanos por las armas. Así, Eli
Roth no justifica el ojo por ojo de manera taxativa y, por el contrario, hurga
en la herida sangrante del negocio de las armas en los Estados Unidos, la
facilidad con la que los ciudadanos las adquieren y los miles de tutoriales que
circulan por internet sobre el funcionamiento y el mantenimiento de armas y la
fabricación de explosivos.
En esta nueva versión Paul Kersey no es
arquitecto sino cirujano, tampoco luce el bigote de Charles Bronson sino la
brillante calva de Bruce Willis, cuya plácida vida queda hecha añicos ante la muerte de su mujer y el
estado en que ha quedado su hija tras el ataque sufrido, pero el argumento no
varía en su premisa aunque se han modificado las acciones que lleva a cabo el
justiciero en su limpieza de delincuentes por distintas zonas de la ciudad. Estamos ante una producción aseada en donde
la postura vengativa de Kersey choca con la de su hermano (Vincent D´onofrio) y
la del inspector de policía encargado del caso. En Death Wish la violencia es seca y contundente, pero Roth no idea momentos
sangrientos y descarnados, da igual porque resulta imposible salir libre de
críticas partiendo de un material tan flamígero.
No parece gran cosa. Sin embargo, siento debilidad por Eli Roth, responsable de series B bastante divertidas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Toda la razón tienes, Ricard. No obstante, aunque este tipo de películas nos puedan parecer anacrónicas, es verdad que el mensaje de Eli Roth apunta hacia una denuncia nada velada sobre el problema de las armas en USA.
ResponderEliminarUn abrazo.