La última gran obra que en mi opinión nos
ha entregado el incombustible Woody
Allen se estrenó en el año 2005 y lleva por título Match Point, film que con
un guión original del propio director nos presenta a Chris Wilton (Jonathan Rhys Meyers) un ambicioso y joven profesor
de tenis con escasos recursos económicos. Gracias a su amistad con Tom Hewett (Mattew Goode) consigue
entrar en la alta sociedad londinense y enamorar a su hermana Chloe (Emily Mortimer). Tom, por su
parte, sale con Nola Rice (Scarlett
Johansson), una atractiva norteamericana, de la que Chris se encapricha nada
más verla. El azar, la pasión y, sobre todo, la ambición, llevarán a Chris a
cometer acciones que determinarán su vida y las de los demás para siempre.
Primera película que Allen rueda íntegramente
fuera de Nueva York y que se impone como el corrosivo retrato de un trepa, un
tipo sin escrúpulos capaz de cualquier cosa para conseguir una situación
privilegiada derivada de su matrimonio con la hija de un rico empresario, y que
al mismo tiempo no puede abstraerse de la pasión animal que siente por Nola,
una neurótica y bellísima estadounidense de 20 años (Johansson) con un deseo
sexual irrefrenable y fracasada en sus aspiraciones como actriz.
Jonathan Rhys Meyers dibuja el mejor papel
de su carrera dando vida a un tipo manipulador y mentiroso, un mediocre tenista
retirado a quien la suerte acompaña para progresar en una clase social alta tan
exclusiva y asquerosamente pija como hermética. Con un guión de hierro sin
apenas fisuras y una belleza eterna en cada fotograma, Allen da muestras de una
sobriedad inusitada en una trama que parece ideada por Patricia Highsmith para
hacer una severa introspección sobre los vicios y costumbres de la jet set y al
mismo tiempo elevar la tensión sexual hasta límites enervantes, convirtiendo la
intriga criminal en un estudio sobre la infidelidad, el miedo, el fracaso, la
ambición y la perdición.
El eje central de Match Point no es el
crimen, que sólo sirve de coartada para poner en duda la existencia de Dios y
lanzar la especie de que es el azar lo que define el destino, de ahí que la
referencia a Crimen y castigo de
Dostoievski, sea el contrapunto a ese corolario del protagonista, que sin
ningún esfuerzo ni talento y despojado de toda honestidad, triunfe allí donde
el humanismo y la bondad naufragan.
Una película excelente aunque, en mi opinión, demasiado deudora de "Delitos y faltas". El "crimen y castigo" es un tema recurrente en el cine de Allen. ¿Complejo de culpa?
ResponderEliminarUn abrazo.
Bueno, como bien sabes, Allen es judío, y por lo tanto, devoto de la Torá, ese libro sagrado del judaísmo que viene a ser lo que para los cristianos el Antiguo Testamento. Es decir, un tratado sobre la culpa y la expiación.
ResponderEliminarUn abrazo.