Cuando Russ Meyer rodó Supervixens tenía ya detrás una amplia
filmografía. Sin embargo, junto con Motor
Psycho (1965), Faster,
Pussycat! Kill! Kill! (1965) y El
valle de los placeres (1971) que es su mejor film, estamos ante una de
las muestras más aseadas de su cine, que no sé yo si quiere decir mucho de un
autor que consagró su carrera al cine Nudie, término que define a unas
historias de guiones simples, desnudos de mujeres con grandes atributos y sexo
procaz aunque ligero, todo ello armado con tropezones de violencia.
En Supervixens, el gran erotómano nos presenta a Clint (Charles
Pitts) un tipo que trabaja de mecánico en una estación de servicio y que tiene
un gran atractivo para las mujres. Casado con la tempestuosa y celosa SuperÁngel
(Shari Eubank) su relación se basa en una espiral de discusiones y peleas. Tras
el asesinato de SuperÁngel, todas las sospechas se centran en él, que emprende
una loca huida por el desierto. Un itinerario en el que se ve acosado por
lozanas mujeres con un inagotable apetito sexual.
De nuevo el hombre orquesta
(el film lo escribe, fotografía, edita, produce y dirige el propio Meyer),
antiguo fotógrafo de Playboy y amante de las grandes pechugas, escribe uno de
sus guiones minimalistas para regalarnos una cinta inclasificable y rebosante
de frases lapidarias. Estamos ante un ejemplo de erotismo retro, agreste y
polvoriento, en donde se fusiona la broma, la picardía y lo grotesco, como bien
observamos en esas aceleradas escenas de sexo y en el incesante desfile de mujeres
neumáticas que aún conservan un poderoso magnetismo… y su capacidad
humorística.
Transitando un batiburrillo de
géneros (comedia, erotismo, drama, road movie…), todo en la función resulta
hiperbólico y en ocasiones hasta gore y bizarro. El reparto de figurantes
carece de la más mínima dote interpretativa, pero quién necesita ese don en una
desenfrenada road movie en donde el protagonista se ve perseguido por un
policía psicópata y a cada paso que da se encuentra con una fauna de lo más
variopinta.
Se trata al fin de que el
mecánico fugitivo e inocente utilice su herramienta para hacer una buena puesta
a punto a extensa galería de mujeres exuberantes que le acosan, todas ellas
poseedoras de unas enormes glándulas mamarias. A señalar la retahíla de frases
divertidas y chabacanas, el violento asesinato en la bañera, la pareja
afroamericana practicando sexo en la carretera y la escena de la picadura de la
serpiente. Curioso film de culto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario