DER NACHTMAHR êêê
Recuerdo
haber visto una resultona película firmada por Achim Bornhak en 2007, Das Wilde Leben, basada en la
autobiografía de Uschi Obermaier, famosa modelo de los años 60 y 70 que tuvo
relaciones sexuales con muchos famosos, entre ellos Mick Jagger y Keith
Richards, y que vivió intensamente esos años de convulsión social. La película,
protagonizada de manera correcta por la bella Natalia Avelon, retrata con
amargura y desencanto una vida en la que gozó de una amplia libertad que acabó
convirtiéndose en una maldición y en un páramo de soledad.
¿Ha firmado AKIZ un nuevo film de culto?
Con ese estimulante precedente me puse
cómodo para ver su segundo largometraje Der Nachtmahr que, entre el cine
fantástico y el drama psicológico nos narra la historia de Tina (Carolyn Genzkow) una chica de 17 años que tiene todo lo que
se puede desear: forma parte de una familia adinerada, vive en un casoplón, es
popular entre sus amigas y muy atractiva. Pero un día, tras una fiesta, sufre
terribles pesadillas muy reales en las que se le aparece una extraña y horrible
criatura. Ella está convencida de que lo que le sucede es verdad pero ni sus
padres ni sus amigos la creen.
Achim Bornhak aka AKIZ nos propone un
interesante relato armado con múltiples referencias (E.T., Donnie
Darko, Spring Breakers, It Follows) pero al que dota de aristas
y un sello personal que sitúa la acción muy cerca de la experiencia pscotrópica
visual y acústica. Der Nachtmahr, el título hace referencia al cuadro “La
pesadilla” de Heinrich Füssli, comienza cuando Tina, acompañada de dos amigas
se dirige en coche a una fiesta rave en la piscina de una propiedad. Una de las
amigas hace una foto a Tina con la cámara del móvil que luego transforma en una
criatura deforme. A ella la broma le hace poca gracia, y tras tomar un cóctel
de alcohol y drogas sintéticas, se siente indispuesta. Tras abandonar la rave
tiene una terrible visión en la que es atropellada por un coche a toda
velocidad. Cuando llega a casa, escucha unos extraños ruidos que provienen de
la cocina. Lo que allí descubre es el inicio de una pesadilla que va a marcar
de forma definitiva su existencia.
El comienzo, en el que aparecen unas adolescentes en bikini dirigiéndose
a una rave ambientada con estruendosa música electrónica, flashes
fluorescentes y en la que todo el mundo baila y toma drogas de diseño, parece
tener una conexión fluida con la magnífica Spring
Breakers de Harmony Korine. Todos pensamos en ello. Sin embargo, AKIZ
desvía con ingenio la trama hacia el terror psicológico con la inclusión de una
presencia monstruosa (nunca explica cómo ha llegado, de dónde o el porqué de su
aparición) que la protagonista no sabe si es real o la consecuencia de las
alucinaciones que padece. A partir de entonces, vivirá en un estado permanente
de confusión y pesadilla que el director se niega a explicar racionalmente.
Para
AKIZ no importa la lógica o la verdad del misterio si con ello se consigue
suspender eternamente en el tiempo el enigma. Hay quien puede imaginar que el
film es una metáfora sobre la anorexia (atención a la voracidad de la criatura
y la delgadez de la joven Tina), hay quien pensará que la joven está muerta y
deambula por el magma de un peculiar purgatorio, o si todo es debido a un
estado alterado del cerebro producido por las drogas y el alcohol, pero también
cabe la posibilidad de que realmente exista tan amorfa y entrañable criatura y
que esté ahí para dar sentido a la existencia de Tina, que poco a poco ha ido
difuminando la percepción de la realidad.
Der Nachtmahr puede hacerse un hueco
entre esos films de culto que intentan romper la baraja a base de ingenio y
creatividad tanto en el apartado visual como narrativo, y si hay algo que
merece la pena subrayar es la actuación de Carolyn Genzkow dibujando un amplio
arco dramático que fluctúa entre la confusión y el miedo hasta la conformidad
con una realidad de la que no es posible huir ni negar. AKIZ resuelve de manera
prodigiosa algunos momentos como la primera aparición de la criatura o la
llegada de la policía a la casa de Tina, en un ejercicio de imaginación y
síntesis que dice mucho de su talento.
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