INDEPENDENCE DAY : CONTRAATAQUE êê
Independence Day (Roland Emmerich,
1996) no es para para este cronista un film reivindicable más allá del gran
trabajo técnico de montaje y unos efectos visuales y de sonido espectaculares que
resultaron novedosos para la época. Su argumento simplón estaba revestido por
un halo de serie B pero con un presupuesto de primera división. Sólo en los
Estados Unidos la película llegó a recaudar 300 millones de dólares. Al frente
del reparto estaba el socarrón Will Smith, un actor con mucho gancho en aquella
década debido al éxito de la serie El
príncipe de Bel-Air y de la comedia policíaca Dos policías rebeldes
(Michael Bay, 1995).
Como el film seminal dejó en mi poco poso,
albergaba pocas esperanzas de que esta secuela dirigida también por el director
alemán Roland Emmerich consiguiera por fin atraparme. La historia nos sitúa en la
época actual transcurridos veinte años desde la última invasión alienígena y
las naciones han desarrollado un programa de defensa global. Tras aquella
guerra, el ex presidente Thomas Whitmore (Bill Pullman) sufre
pesadillas con los alienígenas y está seguro de que volverán a atacar,
alertando a su hija Patricia (Maika
Monroe) e incluso a la nueva mandataria estadounidense, Elizabeth Lanford (Sela
Ward). Sus temores acaban concretándose y no parece que nada pueda frenar la
avanzada y demoledora fuerza de los alienígenas, tan sólo el ingenio de unos
pocos valientes como Jake Morrison (Liam Hemsworth) y Dylan Hiller (Jessie T. Usher), el hijo
del capitán que salvó hace veinte años a la humanidad, intentarán salvar un
planeta que se encuentra al borde de la extinción total.
El cine, como ocurre con la música y otras
expresiones artísticas, es un universo lleno de nostálgicos, sólo así se
explica la recepción entusiasta de este artefacto por parte de un puñado de críticos
que han desdeñado apuestas de ciencia ficción infinitamente superiores estrenadas
en las últimas décadas. Independence Day: Contraataque es un
blockbuster veraniego para ver y olvidar pergeñado por uno de los máximos
destroyers de Hollywood con permiso de Michael Bay, una estrambótica cinta con
pésimos diálogos y profusión de efectos visuales que además de anclar la fecha
del 4 de julio en la conciencia colectiva de las nuevas generaciones
estadounidenses, encadena una serie de chascarrillos infantiles y consignas
patrioteras que inflaman el sentimiento del espíritu nacional. No olvida,
claro, diseminar algunos guiños a clásicos del género como Encuentros en la tercera fase
(Steven Spielberg, 1977) de ahí la prescindible inclusión de la francesa
Charlotte Gainsbourg como remedo de aquel ufólogo al que daba vida François
Truffaut.
Independence Day: Contraataque está recomendada para los espectadores que les gusta el cine como
simple evasión (que no es poco), como entretenimiento y escapismo. Profundizar más
carece de sentido en lo que sólo es una verbena disparatada de efectos
digitales (abuso de CGI) por donde desfilan una colección de jóvenes y bellos
actores en su misión de salvar a la humanidad de la invasión de unas huestes
muy agresivas y heavys de alienígenas. Como no podía ser de otro modo, el diseño
de producción es impecable, las naves lucen una estética imponente, están dotadas
de la más alta tecnología y el ataque de los extraterrestres ya no se produce
con aquella antigualla de platillos volantes sino como una especie de amenaza
mastodóntica, infinita, total, que avanza lentamente como una plaga. Dibujando un panorama actual
astronómicamente más avanzado del que disfrutamos, el contraataque alienígena sólo
puede ser contrarrestado gracias a que la población terrestre (renacida tras un
clima de trauma universal) que ha sabido aprovechar la tecnología
extraterrestre en beneficio propio. Estamos ante un ejemplo de Sci-Fi popular, una fiesta para los sentidos del
espectador palomitero: caos, explosiones, destrucción, romance, acción y buenas
dosis de valor y patriotismo de andar por casa. De la chatarra argumental,
mejor no hablamos.
Calcada a la primera, tiene la ventaja de ir bastante al grano. Por lo demás, es una chorrada relativamente entretenida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Claro, un placer culpable teñido de corrosiva nostalgia.
ResponderEliminarUn abrazo.