WILD THINGS (John
McNaughton, 1998)
El director John
McNaughton, que puso su rúbrica a una de mis películas favoritas y mejores
operas prima de la historia, la brutal Henry, retrato de un asesino (1986),
dirigió allá por 1998 este thriller erótico titulado Juegos Salvajes (Wild
Things) que con un rebuscado guión de Stephen Peters nos presenta a Sam Lombardo (Matt Dillon), el
atractivo consejero de un instituto que es acusado de violación por una
seductora alumna, Kelly Van Ryan (Denise Richards), hija de una
importante mujer de la alta sociedad, Sandra
Van Ryan (Theresa Russell) de
Blue Bay (Florida). Cuando el sargento de la policía Ray Duquette (Kevin Bacon)
empieza a investigar el caso, descubre que otra alumna, Suzie Toller (Neve Campbell)
también confiesa haber sido violada por el mismo hombre.
Juegos Salvajes tal vez no obtuviera en el momento de su
estreno una gran acogida crítica pero sí una apreciable carrera comercial
debido al componente tórrido de la apuesta y, sobre todo, a un espléndido
reparto coral del que sobresale un superlativo Bill Murray. La trama resulta
tan laberíntica, con tantos giros y retruécanos, que llega un momento en que se
nos antoja inverosímil, artificiosa y paródica, a lo que contribuye también la
nula credibilidad que proyectan algunos personajes como esa ardiente pija
calientabraguetas a la que da vida la preciosa Denise Richards, siempre con un
gesto lascivo, y un Matt Dillon incapaz de tomarse en serio el papel de
consejero de un instituto, para el que definitivamente no da el tipo. Otra cosa
son las secuencias eróticas que cumplen a la perfección su cometido de excitar
al espectador, como esa del trío entre Dillon, Richards y Campbell que incluye
algunos jueguecitos lésbicos que logran ponernos verriondos.
Aunque diseñada para el consumo de un público adolescente, Juegos
Salvajes tuvo una buena aceptación entre un espectro más amplio debido
al tono erótico-festivo del relato. Rodada como si de un telefilm lujoso se
tratara, toda la función parece estar barnizada por un componente sensual y
morboso, el verdadero aliciente de un guión tramposo con el que se quiso rizar
el rizo para despistar al espectador y que nada resultase previsible, dando
vueltas a la tuerca hasta el final, momento en el que los personajes nos
muestran sus verdaderas caras y sus intenciones.
Y es que la película, de atmósfera decididamente pulp, parte de una
tortuosa premisa que impone el “vamos a contar mentiras” inspirándose de manera
intrascendente en las claves y códigos del cine negro, y procurando seguir a
una distancia sideral la estela dejada por otros éxitos del thriller erótico de
los años 80 y 90 como Instinto Básico y Fuego en el cuerpo. En definitiva un
film con excesivos giros, pasado de rosca, que visita los lugares comunes del
género: policías corruptos, morbosa sensualidad, femmes fatales cachondas,
fatídicas alianzas… dentro de una trama de alto voltaje a la que le sienta muy
bien el clima sofocante de Florida, que acoge en su infierno a colegialas con
picores irresistibles, oscuros picapleitos, playboys pichasbravas y un cúmulo
de intereses cruzados en donde nada es lo que parece.
Excelente film calienta noches de sábado...y verla con la pareja.
ResponderEliminarComo bien dices, Jc Ull, mejor si se ve en pareja, incluso si se está dispuesto a llegar un poco más allá, en trío. En cualquier caso, la película cumple su objetivo de excitar al personal.
ResponderEliminarSaludos cordiales.