UN FASCINANTE
THRILLER SEXUAL QUE MERECÍA MÁS APLAUSOS
Con retraso y apenas promocionada se estrenó por estos lares
esta magnífica película de Brian de Palma, una cinta que los cinéfilos de
verdad recibimos como un dulce bálsamo hartos de la vulgar cartelera adolescente
que estaba produciendo erupciones de acné purulento en nuestras ya castigadas y
curtidas pieles. Femme Fatale es un thriller sexual protagonizado por la
espectacular Rebecca Romijn-Stamos
dando oxígeno a Laure, una
ladronzuela que junto con sus compinches comete un robo durante el Festival de
Cannes, traiciona a sus colegas y huye con el botín. Pasado el tiempo, falsea
su identidad y consigue ligarse al embajador de Estados Unidos en Francia y,
¡sorpresa!, se convierte en un personaje admirado de la prensa del corazón. Los
problemas vienen cuando un paparazzo (es lo correcto, y no paparazzi), Nicolás (Antonio Banderas) comienza a sospechar de ella y decide
investigarla.
Mi veneración por Brian de Palma viene de lejos; El
fantasma del paraíso (1974), un musical inspirado en “El fantasma de la ópera” que visto ahora
cabe preguntarse si en verdad el género ha evolucionado desde entonces. Digo que
mi admiración viene de lejos y además no se ha visto alterada cuando ha tenido
que recurrir a realizar productos meramente alimenticios para ganarse la vida. Y
lo afirmo porque muchos hipócritas que ahora le reivindican otrora le
machacaron; progresistas acomplejados incapaces de reconocer que la violencia
en el cine no sólo es necesaria sino que, como reflejo del mundo real, es una
sustancia biológicamente latente y activa. Tipos que sólo sabían repetir la
coletilla de que es un simple imitador de Hitchcock y todo su cine es un
homenaje al mago del suspense. Faltaba que en Femme Fatale apareciera una
ladrona para que la previsible y alarmante simplicidad de estos capullos con
orejas que pululan por el páramo más cutre de la cinefilia la compararan con Marnie,
la ladrona (1964).
Surgido de la corriente underground (cine de corte
experimental), De Palma es un cineasta con una personalidad magnética y
definida, al que torticeramente siempre se le ha acusado de realizar sus
películas bajo la inspiración de las de los demás, o lo que es lo mismo, hacer
cine sobre cine. Todo esto no impide que hoy en día toda una legión de jóvenes
directores confiesen que se cobijan bajo su enorme influjo y tratan de
reivindicar su figura. Nada extraño porque nos encontramos ante un director con
un dominio magistral de la técnica que hace uso de un extraño artificio visual,
con una magnífica puesta en escena y unos giros narrativos perfectamente
calculados. Su influencia se deja ver en Tarantino y Amenábar, y su obra es más
que nunca motivo de sesudos y sistemáticos estudios.
Los primeros 40
minutos de esta asombrosa, sofisticada y arriesgada Femme Fatale son prácticamente mudos. La intriga –confusa-
evoluciona sobre complicados giros de cámara que alejan su esplendorosa
estética del clásico cine noir. El autor declara: “Es la historia de un sueño, una reflexión sobre el destino y la
capacidad para cambiarlo”. Para ello, después de la fallida Misión a Marte (2000), vuelve al género
que más le gusta y en el que mejor se desenvuelve: el thriller. Ese suspense
con libidinosas gotas de erotismo para el que el realizador retoma el arquetipo
de mujer cerebral, maquinadora, gélida y bellísima que tanto le atrae, un icono
siempre atractivo que elige la víctima, tiende sus redes y disfruta de su
hiriente seguridad. Escala que se eleva sobre una doble moral, un cúmulo de
falsedades y traiciones. Es, como apuntaba anteriormente, cine para adultos, y
todos disfrutamos viendo a la insultantemente preciosa Rebecca Romijn haciendo
de zorra, de puta maldita cargada de erotismo, simbolismo y ambigüedad.
Como no soy un crítico serio y mientras escribo estas líneas
estoy mirando un vídeo de la hermosa modelo, me gustan especialmente dos
secuencias: la primera es la del tórrido encuentro sexual entre Banderas y la
Romijn en el apestoso antro frecuentado por macarras y chuloputas vestidos de
cuero negro; la segunda es la magistral y lúbrica escena entre la taimada perra
Romijn-Stamos y Rie Rasmussen en el interior de un artificioso lavabo. Ah,
cuerpos que se retuercen en mil formas distintas; cruel, lasciva y punzante
ensoñación para mi instinto animal, para una mente enferma como la mía.
Femme Fatale es un excelente film de una belleza sinuosa y
contemplativa, algo irregular e imperfecta, pero es que a mí las películas me
gustan así y en la cinta encontramos todo De Palma, un universo poético,
calculadamente perverso y rebosante de laberintos por los que transitan
personalidades escindidas. El director italoamericano nacido en Newark acierta
con su propuesta y pega un puñetazo en la mesa del mainstream actual realizando
un ejercicio de autoafirmación artística y regresando a su personal leit motiv
de la guerra de los sexos. Quien esto firma comparte con el autor la misma
atracción/obsesión por la mujer fatal, y aquí se nos ofrece un interesante
retrato movido sobre el tema con un personaje sensual y peligroso capaz de
manipular a su antojo a hombres y mujeres. En
fin, la película cuenta con un sinfín de alicientes: mujer fatal de rompe y
rasga, falsas identidades, un robo de guante blanco, sicarios y sexo gráfico. Todo
aderezado con la utilización de la pantalla fragmentada tan característica del
director, violencia coreográfica con ralentí y una narrativa trastornada. Brian
de Palma demostró que a sus 63 años de entonces estaba más vivo que nunca
¡Aprended de los maestros, cretinos!
Ahí me has dado. A mí me encanta esta película: tiene el robo de joyas más sexy y descarado que he visto en mi vida. Y el plano final (ese reflejo oportunísimo que cambia toda la película) es la bomba.
ResponderEliminarUn abrazo, Pedro
Jajaja, claro, amigo José Ferrán, y la escena del baño que reseño y el bailecito de la preciosa actriz californiana de ascendencia holandesa Rebecca Romijn. Por cierto y como curiosidad, el tipo inquietante al que la bella ladrona dedica el baile en el antro infecto es al actor francés y kickboxer Joe Prestia, el mismo que atacó y violó a Monica Belucci en el subterráneo de "Irreversible", uno de esos esquinados macarras que si te lo encuentras de frente en una calle te cambias de acera.
ResponderEliminarY sí, el final es muy De Palma y el robo está a la altura del sofisticado y glamouroso escenario, el Festival de Cannes.
Un abrazo, José.
A mí me parece una película francamente divertida. Es una lástima que De Palma esté actualmente en paro.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Hombre, amigo Ricard! Andabas desaparecido y pensé estará un poco griposo (joder, qué mal suena, pero engripado o agripado suenan igual de mal). Veo que ya estás en la brecha. Pues, sí que me divirtió mucho esta película e igualmente me divertí en su día imaginando todas las posturas deportivas, profesionales, espontáneas que podría practicar con Rebecca Romijn dentro de las siempre placenteras artes amatorias.
ResponderEliminarUn abrazo.
De momento, he podido sortear la gripe, gracias por preocuparte. En realidad, simplemente estaba liado con el trabajo y otras historias. Pero ya estoy de vuelta, al pie del cañon.
EliminarOtro abrazo.