Cine en su más pura esencia
CALLE CLOVERFIELD 10 êêêê
DIRECTOR: DAN TRACHTENBERG.
INTÉRPRETES: JOHN GOODMAN, MARY ELIZABETH WINSTEAD, JOHN
GALAGHER JR.
GÉNERO: THRILLER
/ EEUU / 2016 DURACIÓN: 103 MINUTOS.
Tras dirigir dos
cortometrajes, Calle Cloverfield 10 representa el debut de Dan Trachtenberg en la gran pantalla, un largometraje que
confirma todas las expectativas puestas en él. Nacido en Filadelfia en 1981 y
residente en Los Ángeles, este presentador de vídeos podcasts y spots
publicitarios, dirigió en 2011 un corto de 7 minutos que era una adaptación del
videojuego “Portal: No escape”, en el
que nos ponía en la piel de un sujeto de pruebas de Aperture Science
experimentando con la pistola “Portal”.
Llamado para
aventuras mayores y con la producción de J.J. Abrams (productor también de la
seminal Monstruoso y la serie “Perdidos”),
Trachtenberg nos cuenta ahora cómo tras una desagradable pelea con su
prometido, Michelle (Mary Elizabeth
Winstead) huye en su coche con una maleta que ha hecho a toda prisa. Durante el
trayecto desde Nueva Orleans hasta Lake Charles, sufre una
violenta colisión con una camioneta que
la deja inconsciente. Al despertar, se encuentra encerrada en un sótano. Un extraño
hombre, Howard (John Goodman) la ha
secuestrado. Pero lo que él asegura es que la ha salvado del Día del Juicio
Final, pues un ataque químico ha dejado el planeta inhabitable. En refugio
también está Emmet (John Gallagher
Jr.), el joven vecino de Howard que
confirma la versión de Howard. Sin embargo, poco a poco, Michelle y Howard
encuentran agujeros en la historia de Howard y llegado un momento, la pareja no
sabe si creerle, pero aislados del mundo exterior por una puerta hermética,
tendrán que franquear la inexpugnable mente del secuestrador si quieren sobrevivir.
Me resulta muy complicado analizar
mínimamente Calle Cloverfield 10 sin destripar algo sobre sus
secuencias finales y ser machacado despiadadamente. Entendida como una secuela (o spin off) de Monstruoso
(Cloverfield,
Matt Reeves, 2008), la función, rebosante de trampas y giros, engancha al
espectador desde los primeros planos y el ritmo pausado de la primera mitad
sólo puede ser entendido como los momentos de calma tensa antes de la tormenta.
Una tensión que va in crescendo atrapando al espectador y obligándole a
compartir la inquietud y el suspense con los personajes encerrados en esa
especie de refugio nuclear. Trachtenberg
logra unos planos de una belleza extraña e hipnótica, puro aroma del mejor cine
para construir un relato que cohesiona a la perfección ingenio narrativo e
imaginería visual; tiempo, espacio, tensión, emoción e imágenes que fluyen
dotando de sentido cualquier mínimo detalle de un misterio en forma de amenaza
latente que siempre está fuera de campo. Precisamente, habrá quien opine que Calle Cloverfield 10 no tiene sentido
desde una lógica convencional, pero son precisamente la incertidumbre, la
angustia y el miedo los soportes elementales de una trama de claustrofóbica, delirante,
conspiranoica atmósfera en la que ignorar lo que está sucediendo parece siempre
la mejor opción.
La desconfianza dentro del agobiante
bunker, la resistencia de la pareja secuestrada y su temor hacia ese personaje
interpretado de manera superlativa por un John
Goodman inaccesible, villano y redentor, divertido e inquietante, sobre el
que recae la duda permanente y que parece presagiar un horror más químicamente
puro que el del anunciado apocalipsis. Con un guión portentoso en el que ha
participado Damien Chazelle (Whiplash) una iluminación exquisita
cortesía de Jeff Cutter y una soberbia banda sonora a cargo de Bear McGreary
que toma la pulsión a la asfixiante vida subterránea, Calle Cloverfield 10 ni
siquiera se molesta en contar detalles sobre las vidas de los personajes, y
Trachtenberg tampoco tiene la necesidad de hacer uso de trucos y efectos artificiosos
más allá de los giros y trampas que contiene la historia, subterfugios
derivados de la difusa amenaza que se cierne sobre sus vidas, porque todo
pasado carece ya de sentido en esa situación límite, y la duda sobre la
extinción de la humanidad se presenta como una posibilidad tan real y recurrente
como cualquier otra. Una película de
factura intachable muy superior a Monstruoso,
un ejercicio de estilo minimalista que desarrolla con maestría secuencias
memorables, también un espléndido y sentido homenaje a series como “Dimensión Desconocida” y genios que,
como Hitchcock y Carpenter, hicieron del cine un lugar común de emociones e
inspiración. Una película bellísima y electrizante que sólo se ve penalizada
por un final algo precipitado y que seguro estará entre los mejores estrenos
del año.
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