La venganza como aliento
EL RENACIDO êêê
DIRECTOR: ALEJANDRO
G. IÑÁRRITU.
INTÉRPRETES: LEONARDO DICAPRIO, TOM HARDY, DOMHNALL
GLEESON, WILL POULTER.
GÉNERO: WESTERN /
EE.UU. / 2015 DURACIÓN: 156 MINUTOS.
Como millones de
aficionados, me considero un fan declarado del cine de Alejandro González Iñárritu, y me parece espectacular lo que él y
otros directores mexicanos como Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro están
aportando a este arte para el que tienen abiertas las puertas de Hollywood. De
Iñárritu, sigue siendo Amores perros (2000) mi película
favorita, un film brutal a modo de collage sobre tres historias cruzadas que
retratan la sociedad mexicana en el cambio de milenio, y Biutiful (2010) su obra
más desafortunada a pesar del notable esfuerzo de Javier Bardem. El realizador
cuenta en su filmografía con películas que han dejado en mí un gran poso, es el
caso de 21 gramos (2003) un sugerente puzzle narrativo que nos presenta
a un inmenso Benicio Del Toro dando vida a un ex convicto alcoholizado y
fuertes creencias religiosas que desata una tragedia al colisionar su coche con
otro en el que viajan una madre y sus dos hijas. Me encantó Babel (2006) una obra
perfecta de ingeniería narrativa en la que bastaba sacar a dos turistas
occidentales y económicamente solventes de su ambiente urbano natural y
colocarlos en el llamado Tercer Mundo, para que todos sus sueños solidarios, su
romanticismo de diseño, su ingenua e ilusa moral, sus moderneces y afanes
aventureros saltasen en pedazos. Notable fue también la oscarizada Birdman
(2014) que resulta igual de magnífica y mágica en sus momentos de alocado
vodevil como en la íntima devastación de su feroz mirada al abismo.
El renacido, film
favorito en las quinielas para el Oscar del presente año con 12 nominaciones, nos sitúa en el año
1823. En el territorio de la América salvaje de Las Rocosas, el explorador Hugh Glass (Leonardo DiCaprio)
participa junto a su hijo Hawk (Forrest
Goodluck) en una expedición de tramperos que recolectan pieles. Gravemente
herido por el ataque de una osa grizzly, Glass es abandonado a su suerte por un
avaricioso y traicionero miembro de su equipo, John Fitgerald (Tom Hardy) que ha asesinado cobardemente a su hijo.
Con la fuerza de voluntad como su única arma, Glass deberá enfrentarse a un
territorio hostil, a un invierno brutal y a la guerra constante entre tribus de
nativos americanos, en una búsqueda implacable por conseguir la venganza.
Basándose en la
novela de Michael Punke sobre la leyenda apócrifa del explorador Hugh Glass, Iñárritu
busca con su nueva obra acercarse a la pureza del cine con una historia extrema
de supervivencia y sed de venganza. Visualmente la función resulta
deslumbrante, una sucesión de fastuosas postales como consecuencia de la
belleza agreste y virginal del paisaje y la prodigiosa iluminación de Emmanuel Lubezki, que acompañado de
todo el equipo técnico y artístico, logran sacar adelante un film rodado en
condiciones climáticas excepcionalmente adversas. El renacido, hay que
advertirlo, es un film muy violento que contiene escenas impactantes y
especialmente crudas sobre el tormento y las penurias que tiene que soportar el
protagonista, un comprometido Leonardo DiCaprio en su terrible odisea. De lo
que hablamos, vaya, es de un western salvaje filmado con enorme inclemencia y
un atroz naturalismo. Y no es que DiCaprio desarrolle una línea de diálogos
formidable, más bien al contrario, pues se pasa casi todo el metraje en un
estado agónico gruñendo y gimiendo con su cuerpo horriblemente lacerado tras
haber sido atacado brutalmente por una osa, una secuencia rodada con un
magistral y enfático plano secuencia que se impone como uno de los momentos más
escalofriantes vistos en una pantalla de cine en los últimos años. Glass a
duras penas se sobrepone al temible ambiente glacial mantenido por la única
llama de dar caza al desalmado que asesinó a su hijo. El renacido es una buena
película más por el goce de su impecable factura que por lo emotivo de una
descarnada epopeya que se me antoja poco verosímil, y unas actuaciones que,
siendo sincero, requieren más del esfuerzo y la resistencia física que de la
excelencia interpretativa.
De hecho (y algo tendrá que ver mi
debilidad por este actor), resulta más lucida y llena de matices la
interpretación del villano Tom Hardy (nominado
al Oscar al mejor actor de reparto) dando oxígeno al despiadado trampero John
Fitgerald, que la del mismísimo DiCaprio (nominado
al mejor actor principal) ese renacido convertido en un despojo humano al quedar
moribundo tras el terrorífico ataque de una osa, que se alimenta de hierbas y carne
cruda de bisonte, es arrastrado por la corriente de un río hacia unas
cataratas y cae con su caballo por un precipicio, pero que se las apaña para
sobrevivir haciendo uso de recursos básicos e imaginativos; como ese en el que
tras eviscerar el cadáver de un caballo utiliza su carcasa a modo de saco de
dormir para no morir congelado. No estamos ante un personaje memorable ni mucho
menos complejo, pero me da que esta vez el Oscar no se le escapa. El espectador, por
supuesto, está más pendiente del incomparable marco que sirve de escenario
natural a la acción que a un arco dramático con evidentes carencias emocionales
y torpes recursos oníricos. Es como si Iñárritu hubiera querido recrear la
belleza inmanente del cine de Terrence Malick vaciándola del espíritu y la
lírica que te zarandea el corazón, extasiado por el entorno y el carácter físico de la
función. Insisto, la hipnótica poesía visual lo inunda todo sin apenas hueco
para el volcán de los sentimientos.
Bastante de acuerdo con tu valoración. Le van a dar el Oscar a DiCaprio por un film cuyo protagonista es la naturaleza salvaje que rodea a los personajes. Y, puestos a elegir, yo también prefiero a Tom Hardy.
ResponderEliminarUn abrazo.
¿Recuerdas cuando te hablé de Tom Hardy y comenté que era de mis actores favoritos? Apenas habías oído hablar de él entonces, pero dije que le íbamos a tener hasta en la sopa porque debido a que es un gran actor su presencia sería muy demandada. En ello estamos.
ResponderEliminarTambién yo coincido contigo, estos líricos y exuberantes ejercicios telúricos se le dan mejor a Malick. Pero te confesaré que yo tengo la costumbre de ver al menos una vez al año "Amores perros", la más alta cima alcanzada por Iñárritu hasta la fecha y tengo la esperanza que volverá a entregarnos pronto una obra mayor. Talento no le falta.
Por cierto, para mí la mejor película del pasado año fue "Mad Max: furia en la carretera", como ya sabes. También con Hardy como protagonista.
Un abrazo.