1- MAD MAX: FURIA EN LA CARRETERA (George Miller)
Mad
Max: furia en la carretera se desarrolla, como las anteriores entregas, en un desolador y árido
paisaje postapocalíptico, en donde Max Rockatansky (Tom Hardy), un hombre de acción y pocas palabras perseguido por su
pasado, cree que la mejor forma para sobrevivir por un mundo devastado es ir
solo. Sin embargo, en su huida se ve forzado a formar parte de un convoy que
huye a través del desierto y que está liderado por Emperatriz Furiosa (Charlize Theron), una guerrera que ha robado al
malvado Inmortan Joe (Hugh Keays-Byrne) su
tesoro más preciado: cinco mujeres con quienes pretendía perpetuarse. Enfurecido,
el Señor de la Guerra moviliza a todas sus bandas y persigue implacablemente a
los rebeldes desatando el infierno en la carretera, una guerra incendiada con
altas revoluciones en donde necesitarán el conocimiento que Max tiene del
desierto para huir de las huestes de Inmortan y llegar a una zona segura.
Estamos, amigo lector, ante una película que resulta imprescindible disfrutar en una sala: la sublime labor de iluminación a cargo de John Seale con una habilidad prodigiosa para jugar con los filtros y dotar a las distintas tonalidades cromáticas de poesía y sentimiento: un magistral trabajo de montaje que acopla con vertiginosa pulcritud la fisicidad de la acción y el desvarío de una sociedad distópica: su naturaleza de sentido homenaje a films legendarios y magistrales como La Diligencia (John Ford, 1939), Caravana de mujeres (William A. Wellman, 1951) y El Maquinista de la General (Buster Keaton, 1926). Mad Max: Furia en la carretera es una golosina visual, un regalo para los sentidos, un endiablado chute de adrenalina, cine de acción en su estado más puro, la magia del cine en una algarabía de motores en un paisaje yerto y con olor a gasolina, una obra maestra de incalculable valor cinematográfico.
2- IT FOLLOWS (David Robert Mitchell)
El film nos presenta a Jay (Maika Monroe) una estudiante de 18 años en su primer año de universidad que ha quedado con su novio, Hugh (Jake Weary) para ir al cine. En la sala, una perturbadora figura inquieta a Hugh, que le pide a Jay abandonar la proyección, aunque ella no ha visto nada. Al día siguiente, la pareja vuelve a quedar y practican sexo en la parte trasera del coche, este hecho aparentemente inocente lleva a que la situación se torne extraña y Hugh narcotiza a su novia. Al despertar, Jay amanece maniatada a una silla en una localidad abandonada. Hugh le explica que lo que hizo la noche anterior fue para ahuyentar unos espíritus que le acosan. A partir de entonces, Jay será la que sufra las consecuencias de ese acoso y Hugh le cuenta que la acaba de pasar “una maldición” que la acompañará hasta que consiga pasársela a otro desafortunado.
Con un prólogo tan espeluznante como desconcertante que concluye con una imagen macabra en una playa desierta, lo que parece uno más de los muchos relatos de terror teen que cada año asaltan las carteleras, discurre de manera alarmante por los más tenebrosos e inexplorados páramos en donde una amenaza contra la que no se puede luchar, asalta y persigue a la víctima aislada e indefensa. Una víctima como contenedor de un mal imposible de descifrar. Y si la transmisión de esa incatalogable maldición que se produce a través de las relaciones sexuales puede entenderse como una metáfora sobre la culpa y los peligros de la promiscuidad y las enfermedades venéreas, su sutil final nos invita a reflexionar sobre un peligro mayor: el riesgo mortal de la transmisión del miedo. Obra maestra brutal.
EL
CLUB (Pablo Larraín)
El chileno Pablo Larraín firma una de las mejores
películas del año al narrarnos la historia de cuatro curas recluidos en una
casa de un tranquilo pueblo costero bajo la atenta mirada de una cuidadora. Intentan
purgar sus pecados, pero su rutina se rompe cuando llega un quinto sacerdote
que, atormentado, hace revivir a los huéspedes un pasado que creían que habían
olvidado. Un film de dolorosa visión que proyecta una cruel y perturbadora
mirada sobre los abusos sexuales y la pederastia en el seno de la iglesia. Larraín,
desplegando a veces un humor negrísimo, hurga en la herida de forma tan afilada
y siniestra como realista y necesaria. Gran película que se abisma en los
misterios del alma humana para iluminar un drama absolutamente desgarrador.
4- EL CLAN (Pablo Trapero)
Basada en el caso policial de el Clan Puccio, que conmocionó a la sociedad argentina de los 80, el film de Trapero nos presenta a esta típica y tradicional familia del barrio bonaerense de San Isidro, tras la que se oculta un clan dedicado en cuerpo y alma al secuestro y el asesinato de personas adineradas. Arquímedes (Guillermo Francella) es el patriarca que lidera y planifica los operativos. Alejandro (Peter Lanzani) es el hijo mayor y estrella mediática de un club de rugby. Alejandro se somete a la voluntad de su padre para fijar objetivos y se sirve de su popularidad y atractivo para no levantar sospechas. Todos los integrantes de esta familia son cómplices en mayor o menor medida de una espiral macabra que les reporta jugosos beneficios a costa del sufrimiento y los rescates pagados por los familiares de los secuestrados
Historia sacada de la crónica negra argentina que espeluzna a todos los que conocieron u oyeron hablar de aquella familia que secuestraba a la gente rica que escondían en su casa, cobraban los rescates y luego asesinaban a las víctimas y se deshacían de los cadáveres. Centrada en la relación entre el respetado padre y el idolatrado hijo (la llave que abre las puertas del crimen con toda naturalidad, eso que la gente mediocre llama normalidad), integrados perfectamente en el entorno, que gozaban de la protección de la policía y eran envidiados por todos aquellos que les conocían. Claro, está la culpa colectiva, la larga y siniestra sombra de los generales y la sociedad que los amparó y miró para otro lado. Pero Trapero, que demuestra oficio en la dirección de actores, acierta congelando la maldad escondida en la mirada neutra de Francella para incitar al escalofrío y la sentencia real de que los monstruos también pueden lucir una imagen exuberante. Soberbio film.
5- EDEN (Mia Hansen-Love)
Eden puede ser entendida como un manifiesto generacional que arranca en los primeros años de la década de los 90, momento en que la música electrónica se desarrolla a gran velocidad y los disc jockeys comienzan a tener un importancia suprema para poner el punto de ebullición a las largas noches en los grandes templos de la música dance. En la excitante vida nocturna parisina, Paul (Félix De Givry) intenta abrirse paso como DJ rodeado de sus amigos artistas y sin ningún control sobre el sexo y las drogas.
Según parece, Eden está realizada como homenaje al hermano mayor de Hansen-Love, Sven, que vivió una trayectoria similar a la del protagonista de la cinta. Con una cámara inquieta, una portentosa banda sonora y gran pericia para construir bellos planos secuencia, la historia la siento muy cercana porque refleja experiencias semejantes a las que yo viví en los tan mágicos como chispeantes años 80, si cambiamos el escenario de París por el de Barcelona, pero a la que pertenecen temas cruciales de la película como aquel himno titulado “Promised Land” del gran Joe Smooth. La música electrónica, el house y la escena musical “garage” alcanzaron la efervescencia necesaria para que unos jóvenes soñadores, trashumantes de cada fiesta rave, pudieran ilusionarse con la idea de que la música lo podría cambiar todo.
Si los 80 fueron plástico, los 90 fueron éxtasis, y como cualquier década estuvo colmada de héroes y mártires, sólo que en esa época casi todos eran anónimos, la ausencia de potentes iconos referenciales nos lleva a evocar más las sensaciones que los símbolos, percepción que eleva la magnitud de lo vivido a un gozoso, prosaico, hiriente eco sentimental, un frío análisis sobre los estragos del tiempo, un cuchillo que abre en canal cualquier pasión autodestructiva.
6- CITIZENFOUR (Laura Poitras)
6- CITIZENFOUR (Laura Poitras)
En enero de 2013, la documentalista
norteamericana Laura Poitras
comienza a recibir correos electrónicos cifrados firmados por un tal “Citizenfour”
que le asegura que tiene pruebas de los programas de vigilancia ilegales
dirigidos por la NSA en colaboración con otras agencias de inteligencia de todo
el mundo. Cinco meses más tarde, junto a dos periodistas, voló hacia Hong Kong
para el primero de muchos encuentros con un hombre anónimo que resultó ser Edward Snowden. En esos encuentros,
viajó siempre con una cámara, la película resultante este excepcional
documental sobre los abusos de poder, la invasión de las libertades colectivas
e individuales y la paranoia justificada.
A muchos se nos cayó la
cara de vergüenza cuando Obama declaró que Snowden no era un patriota. Fue entonces
cuando nos quedó claro que desde la era Reagan hasta la era Obama, lo único que
ha cambiado es el color de piel del inquilino de la Casa Blanca, y que sólo por
eso, por su color de piel, se alzó con un inmerecido Nobel de la Paz. Rodada a
modo de thriller de espionaje, Citizenfour nos muestra los
argumentos y la valentía de un héroe que prescindió de todo para luchar por
algo tan básico y fundamental como nuestro derecho a la privacidad.
7- EL PUENTE DE LOS ESPÍAS (Steven Spielberg)
La acción nos sitúa en la década de los 60 en plena Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. El 1 de mayo de 1960, un avión U-2 espía norteamericano es derribado por el ejército enemigo cuando sobrevolaba territorio soviético. Sorprendentemente, el piloto Francis Gary Powers (Austin Stowell) logra escapar en paracaídas del siniestro. Pero, cuando ya se creía a salvo, es capturado por los soviéticos. Tras el suceso, el abogado especializado en seguros James B. Donovan (Tom Hanks) es reclutado por la CIA como encargado de negociar la liberación del soldado. Ante el peliagudo encargo, el abogado se ve súbitamente inmerso en las entrañas de la Guerra Fría, pues su misión supone llevar a cabo intensas negociaciones para canjear el piloto capturado por Rudolph Abel (Mark Rylance), espía del Kremlin atrapado por el FBI en el Brooklyn de 1957. Teniendo como objetivo hacer lo justo y correcto, este hombre ordinario y padre de familia, tendrá que enfrentarse a situaciones extraordinarias y arriesgarlo todo en defensa de valores como la integridad, el patriotismo y la honradez.
Un comienzo en el que la sobria presentación de los personajes protagonistas, el abogado de seguros James Donovan, tan familiar, y la soledad del espía soviético Rudolph Abel (y su imagen en el óleo y el espejo que sirven de metáfora a las múltiples máscaras) logra proyectar todas las constantes definitorias del cine realizado con oficio: elegancia, exquisita ambientación y maestría formal, conceptual, visual y narrativa. No exenta de un cierto maniqueísmo, representado en el diferente trato que reciben los espías detenidos a uno y otro lado del Telón de Acero, la película nos habla del honor, de la dualidad del ser humano, del idealismo, de la integridad, de la convicción de un hombre decente para hacer lo justo y correcto aunque esto le procure severos inconvenientes contra las instituciones del sistema. El puente de los espías está dividida en dos partes; una primera que se cimenta en el caso judicial del espía ruso y su relación cada vez más humana con su abogado, venciendo así los iniciales prejuicios; y una segunda tamizada por todos los códigos y claves del cine de espías, potenciada por el clima de luz expresionista cortesía del gran Janusz Kaminski y una reconstrucción histórica admirable. Spielberg nos entrega un thriller de espías a la vieja usanza en el que podemos encontrar los ecos de John Le Carre, y levanta acta sobre las tensiones de un tiempo en donde la política era tan afilada y letal como la hoja de un cuchillo. Gran película.
8- DEL
REVÉS (Pete Docter, Ronnie Del Carmen)
La mejor producción Pixar
del año nos narra la historia de Riley, una chica que disfruta o padece de toda
clase de sentimientos. Aunque su vida ha estado marcada por la alegría, también
se ve afectada por otro tipo de emociones. Lo que Riley no entiende muy bien es
por qué tiene que existir la Tristeza en su vida. Una serie de acontecimientos
hacen que Alegría y Tristeza se mezclen en una peligrosa aventura que dará un
vuelco al mundo de Riley. Un film dotado de una sensibilidad y una ternura
conmovedoras. Un prodigio de imaginería visual y humor inteligente.
9- YOUTH (Paolo Sorrentino)
La juventud (Youth) nos presenta a Fred Ballinger (Michael Caine), un gran director de orquesta que está pasando unas vacaciones en un hotel de los Alpes con su hija, Lena (Rachel Weisz) y su viejo amigo Mick (Harvey Keitel), un director de cine al que le está costando terminar su última película. Fred hace tiempo que ha renunciado a su carrera musical, pero hay alguien que quiere que vuelva a trabajar, desde Londres llega un emisario de la reina Isabel, que debe convencerlo para dirigir un concierto en el Palacio de Buckingham, con motivo del cumpleaños del príncipe Felipe.
Y resulta realmente conmovedor ver trajinar a esos dos venerables ancianos, con sus achaques físicos, narrar sus desvelos, sus amores y desengaños, lo que pudo haber sido y no fue, los momentos de gloria, las concesiones, el sentimiento de culpa y el miedo a sumergirse en la soledad absoluta. En el, tal vez, último verano de su descontento, el músico retirado al que da oxígeno Caine, lanza una triste mirada retrospectiva a una carrera exitosa que ahora adivina intrascendente desde la desolación y el vacío que siente; con su mujer perdida en una enfermedad mental insondable y su hija siendo abandonada por su pareja, precisamente el hijo de su gran amigo y cómplice Nick. Un Harvey Keitel de vital energía que cree poder recuperar los laureles del pasado y sortear los obstáculos en donde lo absurdo se impone a lo racional.
Pero hay heridas que no restañan y por las que si uno se asoma sólo ve muerte. Los dos serán testigos de un instante de belleza al contemplar el cuerpo totalmente desnudo, bello y perfecto, de una mujer joven, porque dotando de sentido al título, nadie añora tanto la juventud como quien carece de ella. Y es que la vida, como el trozo de papel celofán que frota con los dedos Caine para armonizar el latido del tiempo, tiene una cadencia caprichosa y absurdamente trágica.
10- SOUTHPAW (Antoine Fuqua)
Tal vez sea el libreto (que no es desdeñable aunque pueda ser tildado de esquemático y convencional) lo más débil de un film que nos narra la historia de un boxeador, el citado Billy Hope (Jake Gyllenhaal) que pese a que ha gozado de la gloria y de los títulos en el pasado, ha caído en desgracia. Sin embargo, no se ha rendido y ha tomado la decisión de reverdecer viejos laureles y mejorar su imagen por el bien de su mujer, Maureen (Rachel McAdams) y de su hija, Leila (Oona Lawrence). Pero la tragedia hará que todo se derrumbe cuando su ira le juega una mala pasada entrando al trapo de una provocación que tendrá consecuencias fatales para su mujer haciendo que se derrumbe toda su existencia y la de su familia.
Todos estaremos de acuerdo en que el argumento sobre el ascenso, caída y redención de un ídolo deportivo está ya muy trillado tanto en la literatura como en el cine, y el film de Fuqua transita todos los lugares comunes utilizando los clichés de la fórmula tradicional de temática boxística: la historia de un boxeador que llega a la cima, lo pierde todo, momento en el que le abandonan las sanguijuelas que le estaban chupando la sangre, se reinventa con la ayuda de un entrenador honesto e inspirador y víctima de la carcoma de la nostalgia, vuelve a saborear las mieles del éxito y a recuperar a su familia, es una trama que no sorprenderá a nadie por su originalidad. Pero hay que ver a Gyllenhaal comiéndose la pantalla tanto en su particular descenso a los infiernos como entablando sobre la lona del cuadrilátero una lucha feroz y sangrienta en planos de imponente verosimilitud y perfectamente coreografiados, dando oxígeno a un alma torturada por una pérdida de la que se siente culpable y en un proceso de expiación para el que sólo le mueve el amor por su hija. A pesar de lo manido de la historia que nos cuenta, Southpaw es un espléndido film porque Jake Gyllenhaal desborda la ficción del personaje echándose la película a sus espaldas para convertirla en una dolorosa y cercana tragedia que necesita ser vivida.
Buenas, Pedro. Mad Max ha sido la última película que me ha hecho levantarme del asiento porque no me creía lo que veía. Un aparte para decir que la Theron, con cuarenta años, rapada y un solo brazo es el personaje femenino más morboso del año, ejem.
ResponderEliminarMe ha sorprendido no verte Nighrcrawler en la lista...
Un abrazo
Nightcrawler está en la lista del año pasado. Es una película de 2014, aquí se estreno con mucho retraso. Estoy de acuerdo contigo en lo de Mad Max; un film vibrante y adrenalinico con la armadura de un western polvoriento. También en lo de Charlize, que con los años está más apetecible. A mí me pone brutote.
ResponderEliminarUn abrazo y que el nuevo año venga cargado de buenas noticias.
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Pues me faltan varias por ver de tu lista. Pero las que he visto estarán en la mía y a la misma me remito, por no "hacer spoilers".
ResponderEliminarUn abrazo.
Siempre tendrás tiempo de verlas. La verdad es que no ha sido de los mejores años cinematográficos, pero en todo ejercicio siempre es posible rescatar algunas joyas que se elevan por encima del encefalograma plano que hemos detectado en la mayoría de las producciones del pasado curso.
ResponderEliminarMe encantará leer tu lista y, por supuesto, dejaré un comentario sobre mi impresión.
Un abrazo.