ELEPHANT
Drama - USA, 2003 - 81 Minutos.
DIRECTOR: GUS VAN SANT
INTÉRPRETES: JOHN ROBINSON, ELIAS McONNELL,
ALEX FROST, ERIC DUELEN, NATHAN TAYLOR.
Elephant fue con mucho uno de los mejores
estrenos del año 2003. Dirigida por Gus Van Sant (Descubriendo
a Forrester) el film penetra allí donde el magistral documental de
Michael Moore, Bowlig for Columbine, sólo merodeaba.
Inspirada en la misma matanza ocurrida en el instituto Columbine (dos
quinceañeros asesinaron a doce compañeros y un profesor) la cámara se encarga
de ir sondeando una realidad cotidiana, si se quiere aburrida, destellos de
mediocridad en unos personajes anodinos que no avanzan más allá de unos simples
escarceos amorosos, jugando a vídeo-juegos brutales, desperdiciando su juventud
haciendo insignificantes compras en grandes superficies y comprando armas vía
internet para sentirse los dueños del mundo.
En apariencia todo es vulgar, pura
superficialidad que engendra monstruos de destrucción. Así, es posible que al
principio tengamos la sensación de estar ante una película plana, insustancial,
nada más lejos, el espectador debe ser paciente, dejarse arrastrar por esa
rutina para sumergirse en el horror. El director nacido en Kentucky recrea con
frío virtuosismo la vida y el trajín del instituto antes de que el infierno se
desate por el comedor, sus aulas y pasillos. El film avanza lento pero
inexorable hacia la tragedia, una lentitud que llega a exasperar y que sin
embargo se hace inevitable, pues no son precisamente esos muchachos
representantes de una vida de ensueño con muchos elementos que destacar. Lo
hace bien Van Sant, atrapa el pathos del inconformismo, la vaciedad y el
malestar en el tejido de una juventud despojada de los más mínimos principios y
sentimientos, moviéndose en un sustrato cultural y psicológico del que al
parecer no pueden escapar. Es por eso que la sinrazón, la explosión delirante
de violencia que se desencadena cuando Alex y Eric (Alex Frost y Eric Duelen)
entran en la escuela armados hasta los dientes, adquiere una mayor carga de
locura, estupidez y bestialidad.
En apariencia todo es vulgar, pura
superficialidad que engendra monstruos de destrucción. Así, es posible que al
principio tengamos la sensación de estar ante una película plana, insustancial,
nada más lejos, el espectador debe ser paciente, dejarse arrastrar por esa
rutina para sumergirse en el horror. El director nacido en Kentucky recrea con
frío virtuosismo la vida y el trajín del instituto antes de que el infierno se
desate por el comedor, sus aulas y pasillos. El film avanza lento pero
inexorable hacia la tragedia, una lentitud que llega a exasperar y que sin
embargo se hace inevitable, pues no son precisamente esos muchachos
representantes de una vida de ensueño con muchos elementos que destacar. Lo
hace bien Van Sant, atrapa el pathos del inconformismo, la vaciedad y el
malestar en el tejido de una juventud despojada de los más mínimos principios y
sentimientos, moviéndose en un sustrato cultural y psicológico del que al
parecer no pueden escapar. Es por eso que la sinrazón, la explosión delirante
de violencia que se desencadena cuando Alex y Eric (Alex Frost y Eric Duelen)
entran en la escuela armados hasta los dientes, adquiere una mayor carga de
locura, estupidez y bestialidad.
Van Sant, desde la ficción, eleva esta
terrorífica metáfora sobre la sociedad estadounidense a ejemplo impecable de
oficio y magisterio. Su mirada flamígera, el tono hiperrealista, la cadena de
sensaciones que desprenden sus imágenes, la angustia lacerante, la sensibilidad
dañada y el corazón convertido en un martillo que te alerta como un gong en la
butaca. El título, por lo visto, alude a la fábula oriental de los cinco ciegos
que acarician un elefante y cada uno de ellos emite una descripción del animal
según la parte que toca. Ese cuento sufi se apoya en la moraleja de que ninguno
de ellos está capacitado para ofrecer una imagen general de la realidad. Los
adolescentes del film tienen esa corta visión de lo que les rodea, la
encrucijada diaria, ese tránsito al vacío focalizado en esos muchachos de un
instituto de Portland desemboca en un clímax sorprendente e irracional de
violencia, un suceso terrible para el que casi no existe justificación moral.
Realizador inteligente, Van Sant sabe que no son psicópatas, ni máquinas
entrenadas para matar, no emite juicio ni condena, sólo intenta descubrir, a
través de las cosas más sencillas y banales, la médula de una sociedad enferma
y los insondables abismos del alma. Elephant se nos presenta como una
película necesaria e inolvidable
Pues yo no acabé de entrar en esta película. Tanto travelling llegó a cansarme.
ResponderEliminarUn abrazo.
Siento que te produjera esa sensación de fatiga. Por el contrario, para mí supuso una conmoción tremenda, una visión analítica, didáctica aunque nada academicista de la célebre e infame matanza de Columbine. Un film escalofriante e innovador despojado de todo lo innecesario que sirve para levantar acta sobre el alarmante estado de degradación de una sociedad utilizando de forma pegajosa y obsesiva la cámara como fría y subjetiva herramienta. Una obra maestra que por su originalidad, carencia de referentes y demoledora mecánica me sigue produciendo hoy un horror indescriptible
EliminarUn abrazo.