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lunes, 26 de mayo de 2014

MARILYN MONROE: GLAMOUR Y MUERTE DETRÁS DEL BIOMBO


      En la plácida molicie de esta primavera, me pregunto qué puedo escribir yo sobre esta zelig del espectáculo, el glamour y la carne cuando se han escrito ya cerca de un centenar de libros sobre su vida. Entre ellos, los excelentes retratos escritos por su amigo Truman Capote, el texto de su biógrafo oficial, Anthony Summers, el polémico libro de Donald Spotto, La Enciclopedia de Marilyn de Adam Victor, que está considerado el libro de referencia para sus fans, o la sesuda investigación de Donald Wolfe, que con su obra ¿Quién mató a Marilyn?, ejecutó el más completo y severo informe sobre su muerte.

      Wolfe afirma que Marilyn Monroe fue víctima de un asesinato ordenado e incluso presenciado por el Fiscal General de los Estados Unidos Robert Kennedy. El escritor se apoya, entre otras confesiones, indicios y pruebas circunstanciales, en el testimonio de dos vecinas de la actriz, Elizabeth y Betty Polard, que afirmaron ver entrar a Bobby Kennedy acompañado de dos hombres en la casa de la actriz la noche en que murió. Así mismo, otro indicio que parece confirmar esa hipótesis es el resultado de la autopsia, realizada por el Dr. Noguchi, que no encontró en su estómago ni en el duodeno ningún resto de barbitúricos, desmintiendo la causa oficial de la muerte: ingestión en dosis letales de una mezcla explosiva de Nembutal y alcohol.

      Lo cierto es que cada aniversario se nos aparece su fantasma, y poco importa, a estas alturas, que tras la muerte de Marilyn se encontraran en siniestra comunión la CIA  y los Kennedy, que ésta se debiera al difundido suicidio por sobredosis o como se apunta menos fantásticamente, su muerte solo fuera la consecuencia de un desgraciado error médico, puesto que en aquellos momentos estaba siendo tratada por dos médicos diferentes que le prescribieron fármacos contraindicados. Lo seguro es que su cuerpo sin vida fue encontrado en su casa de Los Ángeles y su certificado de defunción registra las 10`30 p.m., como hora aproximada de sus últimos suspiros. Era el 4 de agosto de 1962, y el mito elevó para siempre su alma al Olimpo agigantando su leyenda.

      Dejó, eso sí, un bonito cadáver, un manjar para necrófilos, y al igual que el rebelde James Dean (muerto a bordo de su Porche en la carretera de Salinas el 3 de septiembre de 1955) su muerte fílmica ha sido insuperable, porque sin ser la más bella o la mejor actriz, sigue conservando, tras más de cincuenta años transcurridos desde su muerte, el impacto, la dulzura y el sex-appeal de sus mejores momentos, congelando un modelo de modernidad absoluta, y siendo una referencia cultural obligada por los siglos de los siglos. Hace muchos años conocí en Barcelona a un veterano cinéfilo, mitómano e iconoclasta que se hubiera dejado cortar un dedo por haber podido tan sólo oler el Chanel nº 5  sobre su blanca y pecosa piel, única ropa interior y prenda para dormir que usaba. ¿Lo creen exagerado? Por unas bragas usadas y autentificadas de la estrella del celuloide, aquel tipo hubiera vendido su alma al diablo. Yo conocí su culto, visité su capilla y me lo creo.

  


2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Norma Jeane, era su verdadero nombre, recuerdo unas palabras de esta diosa poco tiempo antes de su muerte: "Me he pasado la vida interpretando a Marilyn, y creí que el casarme con Arthur Miller me ayudaría a librarme de ella". Apenas unos pocos meses después de su separación, la lucha de Norma por liberarse del personaje que la hizo célebre llegó a su trágico final.

      Un abrazo

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