Tras su estreno
en 1974, EL PORTERO DE NOCHE resultó todo un escándalo que no dejó a
nadie indiferente, provocando estúpidas protestas por su irritante ambigüedad,
el sensacionalismo mórbido y la explicitud de sus secuencias sensuales. El
film, dirigido por la directora italiana Liliana
Caviani, nos traslada a la Viena de 1957. Allí, La esposa judía de un director
de orquesta norteamericano (Charlotte Rampling) que durante la Segunda Guerra
Mundial y siendo apenas una adolescente estuvo encerrada en un campo de
concentración, se reencuentra trece años después con el oficial nazi (Dirk
Bogarde) que solía abusar sexualmente de ella cuando estaba cautiva. Ambos
coinciden en un lujoso hotel donde él trabaja como portero nocturno.
Una
historia sórdida y de ambientación decadente donde el recelo mutuo, el odio y
el deseo se entremezclan, y donde la humillación, el poder y el desprecio se
cubren con la manta de la pasión más extrema. Así, el trasfondo político del
nazi que ayudado por antiguos camaradas encuentra un sitio en la sociedad,
carece de fuerza frente al drama personal de los protagonistas y su irresistible
atracción. La culpa como instrumento de poder, de nuevo la sombra de la
voluntad autodestructiva de la víctima vuelve a erigirse surgida de sus deseos
masoquistas
El éxito de la cinta fue extraordinario,
en España fue prohibida durante dos años, y cuando finalmente se estrenó en
1976 se proyectó sin cortes, aunque muchos espectadores intrépidos ya la
conocían por sus viajes a Biarritz y Perpiñán. Caviani, que ya había denunciado
los totalitarismos en sus documentales, salió al paso de los que criticaban la
excesiva humanización del personaje nazi con estas palabras: “Todos somos víctimas o verdugos”.
Este
film mítico sobre los abusos sexuales de una joven en un campo de concentración
y transformado en una ardiente historia de amor y dependencia, de la que ninguno
de los dos podrá liberarse abocados ya a un siniestro callejón sin salida, no
hubiera sido posible sin la elegancia y refinamiento de Dirk Bogarde y la belleza turbia de Charlotte Rampling, en unas interpretaciones memorables que han
quedado como muescas grabadas en mi memoria cinéfila.
Un film discutible no tanto por ser ambiguo como por resultar aburrido. Aunque es cierto que los actores resultan idóneos. Saludos.
ResponderEliminarTODOS LOS FILMS SON DISCUTIBLES, FÍJATE, QUE HAY QUIEN HA DISCUTIDO HASTA "ÉRASE UNA VEZ EN AMÉRICA" O "BLADE RUNNER", LO QUE NO CABE DUDA ES QUE HA CONSEGUIDO MANTENER SU CARÁCTER TRANSGRESOR A TRAVÉS DEL TIEMPO Y SE HACE IRRESISTIBLE NO SÓLO POR LO QUE APUNTAS, TAMBIÉN POR SU SÓRDIDA Y SUGERENTE DECADENCIA.
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