LA CARNAZA (L’APPÂT)
Drama Social - Francia, 1994 -
115 Minutos.
DIRECTOR: BERTRAND TAVERNIER.
INTÉRPRETES: MARIE GILLAIN, OLIVIER SITRUCK,
BRUNO PUTZULU, RICHARD BERRY.
Bretrand Tavernier, hijo del
escritor René Tavernier, fue periodista y crítico antes de debutar en la
dirección con un episodio de Les Baisers (1963). En el año 1973
rodó su primer largometraje El relojero de Saint Paul.
Entre sus mejores películas cabe destacar: El juez y el asesino
(1975), Coup de torchon (1981), Un domingo en
el campo (1984), Alrededor de la medianoche
(1986), Ley 627 (1992), Capitán Conan (1996) y La
vida empieza hoy (1999). En Salvoconducto (2002) el
director galo se ocupa de las vicisitudes de la industria cinematográfica
francesa durante la ocupación alemana.
En La Carnaza nos encontramos
a tres jóvenes: Nathalie (Marie Gillain) una chica de 18 años que trabajaba en
una boutique de París y que por las noches busca por los locales de moda
contactos que le ayuden a entrar en el mundo del espectáculo. Eric (Olivier
Sitruck) su novio, que comparte apartamento con ella, y Bruno (Bruno Putzulu)
un amigo de Eric, con una personalidad inestable y algo retrasado. Un día,
hastiados de malgastar el tiempo comiendo, durmiendo y viendo películas
violentas -una de sus preferidas es El precio del poder,
de Brian De Palma- Eric les convence para llevar a cabo un plan que les
reportará diez millones de francos, justo lo que necesitan para montar una
cadena de tiendas al estilo de Naf-Naf. El plan consiste en que Nathalie sirva
de cebo -de bellísima carnaza- para engatusar a algunos hombres que forman
parte de la lista de amistades que ella guarda en su agenda, logrando -cosa
fácil por como está la niña- que la inviten a su domicilio, y una vez allí, Eric
y Bruno entran para robar todo el dinero y objetos de valor que encuentren,
aunque debido a ello tengan que asesinar a sangre fría. De esta forma, y en
poco tiempo, verán realizado su sueño.
La Carnaza es un film
inspirado en un suceso real ocurrido en 1984 que conmocionó a toda la sociedad
francesa, con el que el cineasta nacido en Lyón completa el interesante díptico
policíaco iniciado con Ley 627. Pero si en aquella la cámara
captaba una visión rutinaria puramente policial, aquí se sitúa al lado de los
criminales para acompañarlos por su cotidiano discurrir. Bertrand Tavernier,
con el ojo público de un periodista, analiza la historia con un naturalismo
casi documentalista, de forma fría, aséptica, sin concesiones sentimentales
para un relato que no las necesita, puesto que lo que el director desea y
consigue -por eso utilizó actores por entonces desconocidos- es hacer un fiel
relato que muestre de manera realista la actitud parasitaria, la conducta
amoral y sin escrúpulos de una juventud sin valores, esclavos de la imagen y
las apariencias. Lo más aterrador de la película es que los personajes no son
el típico ejemplo de basura blanca (jóvenes marginados que han tenido una
infancia traumática, con padres alcohólicos y madres prostitutas y drogadictos,
y que viven en chabolas de alguna zona residual).
No, aquí no hay coartada ni
excusa, son jóvenes de familia bien, típicos pijos, gente corriente que
mata para enriquecerse, y que no están dispuestos a “desaprovechar” su vida
como cualquier hijo de vecino estudiando o trabajando. Lo que Tavernier nos
cuenta a través de este trío de muchachos absurdos y asesinos chapuceros, es
que vivimos en un mundo psicológicamente teledirigido, de tanto tienes tanto
vales, un mundo en el que la imagen y la publicidad han ganado todas las
batallas, y los jóvenes, por una simple cuestión estructural son más
vulnerables a su impacto, alejándose cada vez más de cualquier tipo de
postulado, compromiso ético o ideal, viviendo impulsados por un único motor: su
inconsciencia.
El realizador deja que sus personajes sean juzgados por sus
acciones, situando a la policía al margen de los sucesos y creando un estado de
fascinación y repulsa por tan descabellado trío protagonista. Con el gran
Tavernier el espectador es un invitado de lujo que se asoma como testigo
directo a realidad del mundo, la frescura que logra imprimir a sus historias
asusta y conmueve, sin necesidad de torpes pirotecnias y excesivos recursos
poéticos, sus personajes son de tan de carne y hueso que uno se olvida que lo
que ve en la pantalla es ficción. A pesar de no ser bien distribuida en nuestro
país, su estilo sobrio, conciso y falto de calor, la excelente fotografía de
Alain Chocuart y la preciosa Marie Gillain, hacen de esta cinta una de mis
películas de cabecera. El film ganó el Oso de Oro en el Festival de Berlín en
el año 1995.
Esta sí es una película buenísima, de lo mejor de su director. Y la chica también está buenísima.
ResponderEliminarTAVERNIER TIENE ALGUNAS MEJORES, PARA MÍ, "LEY 627" ES SUPERIOR, PERO ÉSTA, ADEMÁS DE QUE ES MAGNÍFICA, ME TRAE BUENOS RECUERDOS PORQUE LA VI DURANTE UNA ESCAPADA EN PERPIGNAN. EN CUANTO A MARIE GILLAIN, LA TENÍAS QUE VER EN SU DEBUT, CASI UNA NIÑA, JUNTO A GERARD DEPARDIEU, EN EL FILM "MON PÈRE CE HÉROS". CON UN ESTUPENDO TRAJE DE BAÑO NEGRO CUYO TANGA NOS HACÍA SUSPIRAR POR UNO DE LOS MEJORES CULOS DE FRANCIA.
ResponderEliminarSALUDOS
Nunca he visto esta película, pero me gustaría compartir algo, hace un par de noches en antena 3 echaron una película que me resultó curiosa, no estuvo mal a trama, el drama entre los tres protagonistas la niña el alguacil y el ranger de Texas,
ResponderEliminarcuriosa, si. Se titula Temple de acero.
¡¡Aquí seguimos Pedro, nos vemos!!
SUPONGO QUE TE REFIERES A "VALOR DE LEY", LA PELÍCULA DE 1969 DE HENRY HATHAWAY SOBRE LA QUE REALIZARON UN MAGNÍFICO REMAKE LOS HERMANOS COEN EN 2010 QUE ES BASTANTE MEJOR QUE EL ORIGINAL Y QUE CREO QUE ES LA QUE TÚ HAS VISTO, UN MUSCULOSO WESTERN CON UNA SOBERBIA INTERPRETACIÓN DE JEFF BRIDGES.
ResponderEliminarSALUDOS, AQUÍ COMO EN TU CASA.
EXACTO!! "VALOR DE LEY" no recordaba el titulo y al buscarla en internet me salía de esa manera.
ResponderEliminarPues eso me ha parecido interesante y buena película. ^.^