Un desgarrador testimonio de fe
UN DIOS PROHIBIDO êê
DIRECTOR: PABLO
MORENO.
INTÉRPRETES:
ELENA FURIASE, JACOBO MUÑOZ, ÍÑIGO ETAYO, JERÓNIMO SALAS, ÁLEX LARUMBE.
GÉNERO: DRAMA
HISTÓRICO / ESPAÑA / 2013 DURACIÓN: 133 MINUTOS.
En la tesis del
que fuera obispo de Badajoz, Antonio Montero Moreno, titulada “Historia de la persecución religiosa en
España, 1936-1939” (Biblioteca de Autores Cristianos, 1961), un detallado
estudio que ha servido como obra de referencia a muchos historiadores, se cifra
en 6.832 las víctimas religiosas asesinadas en territorio republicano, de las
cuales 13 eran obispos, 4.184 sacerdotes, 2.365 frailes y 283 monjas. Todas
enmarcadas en el contexto de la Guerra Civil Española.
Pues bien,
dentro de ellas se cuentan los 51 misioneros claretianos fusilados en Barbastro
(Huesca) a mediados de agosto de 1936. La mayoría eran jóvenes estudiantes de
un seminario que fueron tentados para que renegaran de su fe, pero que al no
acceder fueron cruelmente asesinados por las milicias revolucionarias. La
diócesis de Barbastro quedó totalmente devastada durante la guerra y fue Juan
Pablo II quien beatificó a los conocidos como “Mártires de Barbastro” en 1992.
UN
DIOS PROHIBIDO nos narra las últimas semanas del calvario sufrido por
esos 51 claretianos antes de ser fusilados, testimonios que conocemos de su
propia mano y que dejaron escritos en paredes, mesas y envoltorios de
alimentos. Los misioneros dormían en el frío suelo sin mantas ni colchones,
encerrados en el salón del colegio de los
escolapios. Sus carceleros les tenían prohibido rezar, aunque ellos lo hacían
en secreto con ayuda del hermano Vall
(Juan Lombardero), que conseguía esconder las Formas en las cestas del desayuno
entre el pan y el chocolate sin que los guardias lo descubrieran.
No dejaban
pasar a nadie a la sala, y algunas personas como la Trini (Elena Furiase) pasaban horas intentando ver a los detenidos,
en concreto a un seminarista del que se había enamorado porque se parecía a
Rodolfo Valentino. A las que sí dejaban de pasar los carceleros eran a las
prostitutas, siempre con el ánimo de que los seminaristas renunciasen a la
religión. Algunos claretianos lograron salir en libertad como recompensa a
antiguos favores, o simplemente por ser conocidos de algunos de los carceleros,
sin embargo a favor de sus principios renunciaron a la libertad.
UN DIOS PROHIBIDO es un
film que se alza más sobre los valores de su
discurso que sobre los aspectos técnicos y artísticos que, para ser sincero,
son más bien irrelevantes. Aquí lo que le interesa a sus responsables (la
película está financiada por la orden de los claretianos) es ilustrar el
martirio, el humanismo y la fe de aquellos religiosos en el caos, el furor, el
fanatismo y la ira ciega en la médula de una guerra cainita que ha quedado
marcada en nuestra historia como un monumento a la infamia, el salvajismo y la
sinrazón.
Los republicanos
cometieron muchos errores durante la Guerra Civil (de orden estratégico, de
organización, de liderazgo…), el peor de todos ellos fue sin duda el extermino
masivo de clérigos y devotos bajo la fantasmagórica creencia de que ellos
representaban la imagen y la esencia de ese ogro de mil cabezas llamado
fascismo. El enfoque de la película no resulta excesivamente panfletario,
aunque se hacen inevitables algunos tópicos y clichés: el halo de bondad divina
que envuelve a todos los cautivos, el siniestro y sádico miliciano en
contraposición con otro más comprensivo, las tentaciones del Mal para conseguir
que se reniegue de la fe, la republicana que se enamora de un seminarista
siendo rechazada por éste porque está casado con Dios, los manidos eslóganes
republicanos “la religión es el opio del pueblo”, “La iglesia que más ilumina
es la que arde”.
En la función (sin
apenas promoción y marginada en todas partes) se echa de menos una indagación
más aguda e intensa del perfil de los personajes, una reflexión más honda y
sincera sobre los turbios orígenes que desembocaron en la tragedia y, sobre
todo, un contraste más amplio del aquel contexto social y político que propició
el devenir de esta nación durante el último siglo. El cine español de temática guerracivilista ha marcado, desde la
Transición, una diáfana línea divisoria entre los buenos y los malos subrayando
las virtudes morales e intelectuales de unos y demonizando a los otros, entre los que siempre incluyen a los religiosos sin una razón convincente. Es
posible que ahora caigan en la cuenta de que el sectarismo y el
maniqueísmo pueden ser herramientas muy útiles
para cualquier tipo de ideología. Argumentos hay para ello.
En esta ocasión
la historia está documentada por los escritos de los propios mártires durante
su cautiverio, por lo que queda como registro aproximado, aunque algo ingenuo,
de su fe inquebrantable. No se trata de que la izquierda republicana actual se
vea representada, ni tiene por qué
entonar el mea culpa ni realizar nunca un ejercicio de expiación porque en
aquella época también en las filas republicanas se contaran por miles los pistoleros y
asesinos, pero han de entender de una vez por todas que tienen que enterrar los
fantasmas del pasado y adoptar un visión más audaz, moderna y universal de la política
y la colectividad.
Cuando era
adolescente y vivía en Barcelona, vi unas fotografías originales de las
parroquias y conventos de la ciudad (el de las Salesas en el Paseo de San Juan)
convertidos en una verbena. Momias de monjas profanadas y expuestas al escarnio
público. Sin ser yo un tipo de sólidas creencias espirituales, pensé que si una
sociedad pudo permitirse esos niveles de depravación es que todo está perdido y no hay salvación
posible. Tal vez fuera entonces cuando ideara una de las teorías que han guiado
hasta aquí mi existencia: “Todos somos culpables. No hay nadie inocente”.
me ha gustado mucho todo lo expuesto, creo que es una opinión sincera, llena de realidad, que pone a cada parte en el lugar que le corresponde. Que cada uno haga su particular reflexión y luego saque sus conclusiones
ResponderEliminarEFECTIVAMENTE, MONIQUE, NO SE TRATA DE SENTAR CÁTEDRA, SIN EMBARGO, CREO QUE ES HORA DE QUE LAS REFLEXIONES SE HAGAN DESDE LA MÁS HONDA SINCERIDAD Y SERENIDAD. EL RESPETO HACIA LAS LIBERTADES Y CREENCIAS INDIVIDUALES Y COLECTIVAS TIENE QUE SER EL CEMENTO DONDE SE ASIENTEN LOS PILARES DE UNA SOCIEDAD EN LA BÚSQUEDA DE UN MUNDO MÁS HUMANO, ACOGEDOR Y SENSIBLE.
EliminarSALUDOS