Aquí huele a muerto
MEMORIAS DE UN ZOMBIE ADOLESCENTE êê
DIRECTOR: JONATHAN LEVINE.
INTÉRPRETES: NICHOLAS HOULT, TERESA PALMER, JOHN MALKOVICH,
ROB CORDDRY, DAVE FRANCO.
GÉNERO: COMEDIA /
EE. UU. / 2013 DURACIÓN: 97 MINUTOS.
En el año 2011 Jonathan Levine nos sorprendió con 50/50
una maravillosa película que basculaba entre el drama y la comedia y que
protagonizada por Joseph Gordon-Levitt nos contaba la historia de un chico al
que le diagnostican un cáncer y que con la ayuda de su madre, su mejor amigo y
una terapeuta irá descubriendo las cosas que verdaderamente importan en la
vida. El joven cineasta neoyorquino nos presenta ahora MEMORIAS DE UN ZOMBIE ADOLESCENTE,
un film que adapta la novela de Isaac Marion, quien a su vez basó la novela en
un corto escrito por el mismo.
R (Nicholas Hoult) un zombie
resultado de un apocalipsis mundial que deambula como alma en pena por el
aeropuerto con otros zombies como M
(Rob Corddry). Los dos, junto con otros de su especie, sobreviven gracias a las
masas encefálicas de los humanos que aún están vivos y que, además, les permite
apropiarse de sus recuerdos. En una de las cacerías se topan con un grupo de
humanos del que sobresale Julie
(Teresa Palmer) quien ha sido enviada por su padre, el coronel Grigio (John Malkovich) con el fin de
que localice medicamentos y otros productos de primera necesidad en alguno de
los edificios. R, inmediatamente se siente atraído por ella.
En un
enfrentamiento entre los dos bandos, el novio de Julie, Perry (Dave Franco) cae en las fauces hambrientas de R, alimentándose
así de sus sesos y absorbiendo los recuerdos de su vida con Julie. El combate
entre humanos y zombies provoca que R se vea obligado a rescatar a Julie y llevársela
a su hogar, un avión del aeropuerto, donde su amistad se incrementa. Aunque la
atracción es mutua, ella le convence para que le deje regresar con los suyos.
Sin haber visto la película, mucha gente
pensará –para bien o para mal- que MEMORIAS
DE UN ZOMBIE ADOLESCENTE es algo así como la versión zombie de la saga Crepúsculo. Craso error porque aun compartiendo
el mismo público teen y las bases
temáticas del subgénero, la propuesta de Levine se eleva como una narración
singular sobre los cruces del destino, la posibilidad de sentir el amor más
allá de la muerte y cómo alcanzar la salvación a través de los sentimientos.
Aunque su título invita a ello, es cierto que resulta un poco cansino que este
tipo de películas utilicen la voz en off como recurso básico, no molesta en
exceso pero resta dinamismo a la acción haciéndola más distante.
Romper el mito
de la imposibilidad del amor entre un zombie y una humana parece ser el leit
motiv esencial y original de este relato de reminiscencias shakesperianas (R,
Romeo, y Julie, Julietta) que ambienta la acción en un escenario postapocaliptico,
pero el mayor acierto de sus responsables es no tomarse la cosa demasiado en
serio, pues su nula capacidad de trascendencia ayuda a digerir una función que
se mueve entre las spoof movie y el
cine exploit, entre la comedia romántica
y el terror de aquí huele a muerto.
Lejos del estilo
ñoño y relamidamente kitch de Crepúsculo,
Levine nos presenta un film que se ve con simpatía. La historia es simple y sin
segundas lecturas más allá de la crítica –no tan soterrada- sobre la incomunicación/zombificación
de una sociedad a causa de la adicción a las nuevas tecnologías, que nos
convierten en seres catatónicos incapaces de apreciar en su verdadera dimensión las cosas más cercanas,
simples y bellas. Con aceptables
interpretaciones, sin apenas escenas de acción, mediocres efectos especiales y
una buscada indefinición de géneros, el invento pierde fuelle con la melosa
historia de amor entre los protas, que se le podía haber sacado un jugo más
ácido y gamberro, en la línea de estrambótica parodia que sus responsables
intentan construir. Si bien a la película le costará encontrar un público
entregado, el mejor consejo es adentrarse en ella con cierto distanciamiento,
no puede ser de otro modo con un relato que desmitifica la clásica figura del
zombie dotándola de unas emociones hasta ahora imposibles.
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