Certera radiografía de una juventud bailando en el vacío
SPRING BREAKERS êêêê
DIRECTOR: HARMONY KORINE.
INTÉRPRETES: SELENA
GÓMEZ, VANESSA HUDGENS, RACHEL KORINE, ASHLEY BENSON, JAMES FRANCO.
GÉNERO: THRILLER
/ EE. UU. / 2013 DURACIÓN: 92 MINUTOS.
Este cronista
estaba verdaderamente hastiado de cazadores de vampiros, brujas, gigantes y
demás tonterías infantiloides dentro de la actual y pesada corriente de
adaptaciones de cuentos clásicos. De modo que nada mejor para cambiar el chip
que ver la última cinta firmada por el inimitable Harmony Korine, que ya tiene cuarenta años pero siempre será
recordado como el enfant terrible que escribió el polémico guión de Kids
(Larry Clark, 1995), iniciando posteriormente una carrera como director en los
márgenes que dio comienzo con Gummo (1995), crónica sobre una
galería de frikis de la América profunda, a la que siguieron Julien
Donkey-Boy (1999), Mister Lonely (2007) y Trash
Humpers (2009), que lograron que su nombre sonara con fuerza en los
circuitos alternativos, rodeado siempre de un círculo fiel adoradores de la
cultura trash más disfuncional.
Puede sorprender
que para su último invento, SPRING BREAKERS, cuente con la
participación de algunas estrellas de la Disney como las no tan inocentes
Selena Gómez y Vanessa Hudgens, en el que es hasta la fecha su film más comercial
y mejor distribuido: En los Estados Unidos el término spring break se utiliza
para denominar a la pausa primaveral que se lleva a cabo en escuelas y
universidades (en España coincide con la Semana Santa) y que los estudiantes
aprovechan para trasladarse a los estados que gozan de mejor clima y en donde
se liberan de las tensiones en interminables juergas regadas con drogas y
alcohol.
Korine toma como
punto de partida ese contexto para contarnos la aventura vivida por cuatro chicas,
Candy (Vanessa Hudgens), Brit (Ashley Benson), Faith (Selena Gómez) y Cotty (Rachel Korine), que cometen un
atraco en un restaurante para poder irse de juerga a las costas de Miami. Una vez
allí, son sorprendidas por la policía en una casa llena de drogas y van a parar
a la cárcel. No tardan en salir bajo fianza gracias a un traficantes de armas y
drogas, Alien (un James Franco irreconocible en plan gángster rapero con
trenzas y dientes de plata), que tomará bajo su protección a las chicas y las
utilizará para sus intereses criminales.
Si dicen que el
cine es una chica y una pistola, esa fue la primera imagen que tuvo Korine para
dar forma al proyecto: unas chicas en bikini con pistolas. Realmente, el
cineasta californiano consigue su objetivo creando una magnética experiencia
audiovisual en donde la lírica está en los sugerentes escenarios, en el
saturado cromatismo, en la simbiosis de la imagen festiva y la música
electro-house, en la parca y nada
convencional narrativa, carente de todo mensaje moralista.
SPRING BREAKERS es ante dodo un film esteticista de imágenes muy elaboradas, que sirve como
certera radiografía de una generación
nihilista y vacía danzando en su universo pop, una generación, la actual,
que se sumerge en las drogas, el alcohol, el sexo, la música y vive con la
ambición de conseguir dinero rápido sin importar cómo, que se alimenta de
iconos desechables para construir un mundo hueco de fantasía cuya meta última
es la perdición. La vida como una fiesta interminable donde los padres y
adultos no tienen cabida con sus prosaicas preocupaciones, y que se sentirían
espeluznados al comprobar como sus hijos tiran sus vidas a la basura.
Con estilizado tono pulp, esta
metáfora sobre la vida hedonista llevada al límite se impone como una punzante
película generacional, de ahí que me parezca apropiado que unas princesitas
Disney encarnen ese modelo de frivolidad de una juventud para la que la imagen
lo es todo.
La espléndida banda sonora a
cargo de Clift Martínez y Skrillex pone énfasis a un ejercicio de estilo que
nos deja momentos memorables, como ese espectacular plano secuencia del atraco,
aunque tal vez no se entienda que su estética de videoclip, el abuso del slow motion,
los impenitentes flash backs y su caótico montaje, son efectos
buscados por el director para hacer más indigesto el explosivo cóctel que
mantiene en éxtasis a esta generación perdida, el culto y el mantra (“spring
brakers siempre, zorras”) que proyecta el nihilismo existencial y
autodestructivo de estas jóvenes en bikini en un fondo hortera de neones y
colores chillones. Son las tinieblas en versión naïf del “gran sueño americano”
representadas con taimada exactitud, un cuento ácido sobre la modernidad más voluble,
el placer sintetizado en la pasión por las bagatelas y el vértigo del abismo. Un
film excelente.
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