La justicia del lobo solitario
JACK REACHER «««
DIRECTOR: CHRISTOPHER MCQUARRIE.
INTÉRPRETES: TOM CRUISE, ROSAMUND PIKE, RICHARD JENKINS, ROBERT DUVALL, WERNER
HERZOG.
GÉNERO: THRILLER / EE. UU. / 2012 DURACIÓN:
130 MINUTOS.
Tom Cruise sigue estando en forma, tiene
50 tacos pero se cuida mucho, ama su trabajo y es un gran profesional, aunque a
mí esto último siempre me produce un poco de grima y nunca me ha gustado como
suena. Con la intención de crear una nueva franquicia, el reputado guionista y
director Christopher McQuarrie (Secuestro
infernal, 2000), adapta la novena novela, “One Shot”, de la serie Jack
Reacher salida de la imaginación del novelita británico Lee Child, personaje
que ha protagonizado 17 novelas hasta la fecha. Una saga con la que, en su
faceta de productor, Cruise busca lanzar una mirada más sombría e insuflar un
nuevo aire al prototipo de (anti)héroe de acción creado a partir de resonancias
de otros personajes que han surcado la pantalla grande en las últimas décadas
(desde el Harry Callahan de Harry “el
Sucio” hasta el más reciente Jason Bourne), para lo que se nutre de las
referencias estéticas del policíaco de los años 70.
JACK REACHER comienza cuando un
francotirador dispara seis veces contra un grupo de transeuntes con rifle con
mira telescópica desde lo alto de de un párking, una acción que provoca cinco
muertos que quedan tendidos sobre la acera. En cuestión de una hora la policía
detiene al sospechoso, James Barr
(Joseph Sikora), al haber dejado éste un rastro fácil de seguir. Durante el
interrogatorio Barr se niega a declarar y solicita a traves de un escrito la
presencia de Jack Reacher (Tom Cruise),
un duro ex policía militar reconvertido en investigador que vive como un
fantasma sin identidad ni domicilio fijo y al margen de las normas tablecidas, un
lobo solitario que siempre acude cuando es requerida su presencia y que se nos
presenta como un especialista en todo tipo de armas, hábil conductor e
infalible en la lucha cuerpo a cuerpo. Reacher iniciará entonces, junto a la
abogada de Barr, Helen Rodin
(Rosamund Pike), una investigación particular que le llevará a unas nuevas y
sorprendentes conclusiones para descubrir la verdad, teniendo que hacer frente
a un enemigo inesperado que guarda un oscuro secreto.
Desde luego, el personaje que nos
describe Lee Child -seudónimo del escritor Jim Grant- en sus mediocres novelas
(una impresionante mole de músculos de 2 metros de estatura y aspecto nórdico)
nada tiene que ver con la vulgar apariencia caucásica de un Ton Cruise de
apenas 1´70 metros de estatura. Pero Cruise se las arregla para que, si no
hemos leído las novelas, esos detalles no sean ni siquiera tenidos en cuenta,
dotando al personaje de carisma, una temible autosuficiencia y un carácter
irónico y desafiante.
Sugiero que el
espectador preste atención al excelente prólogo de la función, una larga
secuencia rodada con una elegante planificación en donde el francotirador
dispara contra el grupo de viandantes y para la que el director prescinde de
cualquier diálogo atendiendo sólo al sonido ambiental, al que pone un énfasis
espeluznante la respiración del killer
y el ruído seco de los disparos. Una escena con un montaje ágil que se sigue
con mucho interés.
Situaciones como la comentada y
la adrenalínica persecución nocturna de automóviles con los zumbidos roncos de
los motores y el chirriar de los frenos nos recuerda a películas míticas como Bullit
o a la también espléndida Driver de Walter Hill, elevando la
propuesta a un nivel atractivo tanto para los espectadores que disfrutan con la
acción como para los amantes de la intriga y las conspiraciones, pues aunque
los momentos de acción, rodados con tremendo realismo, están muy disificados,
el film nunca pierde el ritmo gracias al gran trabajo de Cruise, que imprime al
personaje energía, estilo, rudeza, misterio, agudeza y humor, convirtiéndose en
el alma de la función aun estando rodeado de unos magníficos secundarios. No
nos engañemos, el film está pergeñado como vehículo para el lucimiento de su
estrella protagonista, pero el cienciólogo aprovecha la oportunidad con estilo
y osadía.
JACK REACHER cuenta con un guión
esquemático y no está falta de clichés, McQuarrie en ningún momento busca
trascender ni resultar original, su misión, como la de cualquier artesano, es
presentar un producto aseado dentro del cine industrial o mainstream, y juega
bien sus cartas dotando a la cinta de una envidiable edición de sonido, curiosos
planos de detalles y de una pátina atmosférica cercana al thriller setentero
(apreciable en las secuencias nocturnas, en la pelea con los dos tipos en la
casa y durante el clímax final en la zona de obras de un descampado), cuya
estética queda representada en el precioso y anacrónico automóvil que utiliza
Reacher en la persecución (un Chrevolet Chevelle SS rojo de principios de los
70) y quedando refrendada narrativamente por el fondo de corrupción que esconde
su trama. Pero si hay algo que sitúa esta película un punto por encima de la
media coetánea es la brillante aportación de actores veteranos como Richard
Jenkins, Robert Duvall y, sobre todo, Werner Herzog, el director alemán que de
vez en cuando hace sus pinitos como actor, dando oxígeno a un enigmático
villano envuelto siempre en una nebulosa, resultando lo más perturbador de un
film que ofrece lo que promete.
No hay comentarios:
Publicar un comentario