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martes, 18 de septiembre de 2012

LAS MUSAS DEL DESTAPE: SUSANA ESTRADA

       
      La actriz SUSANA ESTRADA nació en Gijón en 1949. Conocida como “la Musa de la Transición” fue uno de los personajes más populares de la segunda mitad de los años 70 y una de las figuras más representativas del denominado “Cine del Destape” o clasificado “S”. 

     La aparición de Susana Estrada supuso todo un fenómeno social que alumbró los aires de libertad tras casi cuatro décadas de oscurantismo y censura sobre todo aquello que tenía que ver con el sexo, no sólo por su carácter desinhibido a la hora de mostrar los más recónditos meandros de su cuerpo desnudo, más importante aún, por sus incendiarias opiniones liberales que chocaban frontalmente con la mentalidad gazmoña y los férreos tabúes implantados en la sociedad de aquella época. Todavía muchos recuerdan el agrio debate suscitado tras participar en el verano de 1981 en un coloquio televisivo sobre sexo con el sacerdote y escritor Luis Martín Vigil, polémica por la que llegó a pedirse el cese del por aquel entonces director de RTVE.
     No menos corrosivo resultaba el consultorio que tenía abierto  en la libérrima revista “Play Lady” (publicación que apenas pudo sobrevivir después de ocho juicios a su dirección), debido al cual fue procesada por un delito de escándalo público. Presencia asidua en las revistas “Interviú” y “Lib”, Susana protagonizó en 1978 una de las fotos más representativas de la Transición, cuando al recoger el premio al personaje de aquel año concedido por el desaparecido diario “Pueblo”, se le escapó un pecho como “sin queriendo” en presencia del diputado socialista y posterior alcalde de Madrid Enrique Tierno Galván, que ante el alborozo general se dirigió a ella en estos términos: “No se preocupe señorita, pero tápese, no vaya usted a resfriarse”. 

        Me he olvidado totalmente de todas aquellas hueras películas en las que intervino: El libro del buen amor, La noche de las gaviotas, Lucecita, Pepito Piscinas… pero lo que nunca olvidaré es su omnipotente presencia como inspiración para mis más lúbricos soliloquios.



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