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martes, 4 de septiembre de 2012

CRÍTICA DE ABRAHAM LINCOLN: CAZADOR DE VAMPIROS

Lincoln el superhéroe y los esclavistas chupasangres

ABRAHAM LINCOLN: CAZADOR DE VAMPIROS
DIRECTOR: TIMUR BEKMANBETOV.
INTÉRPRETES: BENJAMIN WALKER, MARY ELIZABETH WINSTEAD, DOMINIC COOPER, RUFUS SEWELL, ALAN TUDYK.
GÉNERO: FANTÁSTICO / EE. UU. / 2012  DURACIÓN: 105 MINUTOS.   
           
       Ya saben mis queridos lectores que es posible crear una película o una novela partiendo de cualquier cosa. El nuevo enfant terrible de la literatura fast-food norteamericana, Seth Grahame- Smith, tuvo la original idea de convertir a un personaje histórico como Abraham Lincoln (decimosexto presidente de los Estados Unidos y el primero por el Partido Republicano) en un habilidoso cazavampiros. Dirigida por el director kazajo Timur Bekmanbetov (Los guardianes de la noche, Los guardianes del día, Wanted), ABRAHAM LINCOLN: CAZADOR DE VAMPIROS fue una historia que al novelista y guionista de la cinta desarrolló cuando en las baldas de una librería vio libros biográficos de Lincoln al lado de otros sobre vampiros. En realidad, para su pueblo Lincoln es un superhéroe, un presidente proveniente de una familia de colonos que se hizo así mismo teniendo como únicas armas la humanidad y la inteligencia. Tal vez por eso sea el presidente más querido de la historia.

      Abraham Lincoln (Lux Haney- Jardine), es un niño que presencia cómo abusan de su mejor amigo sólo por el color de la piel. Cuando decide defenderlo las consecuencias serán terribles para su familia, pues su madre es atacada  y mordida por un vampiro, muriendo en la cama de su destartalada vivienda. El vampiro que la ha mordido, Jack Barts (Morton Csokas), es el mismo que había atacado al amiguito de Abraham. Años  después, Lincoln (Benjamin Walker), estudia abogacía mientras trabaja en el establecimiento de Joshua Speed (Jimmi Simpson), quien le nombra socio de la compañía. Es allí donde conoce a la que será su esposa, Mary Todd (Mary Elizabeth Winstead). Con los consejos y el adiestramiento de Harry Sturges (Dominic Cooper) se convertirá en un hábil cazavampiros  vengará así así la muerte de su madre. Lo peor está por llegar, ya que Abraham tendrá que hacer frente a una legión de vampiros liderada por Adam (Rufus Sewell), que pretende destruir el mandato de Lincoln en la Casa Blanca, liderando los estados del norte contra los del sur en una contienda civil en la que está en juego la libertad.

      Partiendo de un argumento tan descabellado lo probable será que el espectador sólo espere un pasatiempo trivial que nadie debe tomarse en serio, aunque de forma errónea sí lo hacen sus responsables. ABRAHAM LINCOLN: CAZADOR DE VAMPIROS no pasa de ser una peli de serie B apuntalada por una historia muy peregrina y un guión pésimo e incoherente que casi vacía de contenido y emoción la leyenda sobre la figura “sagrada” de Lincoln. Si no logra del todo es gracias a la actuación de Benjamin Walker, que asume con cierta elegancia e integridad el personaje del llorado presidente desde su juventud hasta su asesinato en el Teatro Ford (momento que no recoge el film). El film es alocado, por momentos gore y bizarro, con una espectacularidad derivada de unos efectos especiales eficaces aunque nada novedosos, que se une a esa corriente pulp tan de moda (recordemos la reciente El enigma del cuervo) de mezclar personajes históricos reales para incrustarlos en una ficción sobrenatural o de tintes fantasiosos. Timur Bekmanbetov comete el fallo de otorgar severidad a una trama estrambótica, sin darse cuenta que el encadenado de secuencias ampulosas le empujan a lo contrario (atención a esa escena en que Lincoln persigue a un vampiro en medio de una estampida de caballos salvajes saltando sobre los lomos de los equinos mientras el vampiro le lanza caballos para impedírselo).

       Con dos partes bien diferenciadas; una en la que asistimos a la penosa infancia y juventud del protagonista dedicado a atender la tienda, a sus estudios de derecho y su relación con Mary; y una segunda más desbocada en la que aparece con su aspecto característico alternando ya la labor de presidente en medio de la convulsión de un país en guerra y asumiendo de nuevo el rol de cazavampiros, con su flamante hacha con el filo de plata que además dispara aunque no sepamos dónde está el gatillo. No obstante, este cronista todavía le está buscando el punto a esa metáfora de los jodidos chupasangres empeñados en seguir con la tradición inhumana de la esclavitud importada de Europa (como los vampiros). En fin, ambientación decimonónica con una brillante iluminación en tono ocre, vampiros que se pasean a plena luz del día sin más protección que unas gafas de sol, para un relato que gasta su mayor esfuerzo narrativo en crear paralelismos entre los vampiros y los esclavistas confederados. En el largo y artificioso clímax en el tren algunas imágenes resultan demasiado oscuras y neblinosas, lo que no impide que cante en exceso el pixelado y el croma, algo mucho menos preocupante que la pesadísima intención de dar una nueva vuelta de tuerca al tema vampírico mezclando historia, transgresión, realidad, mitos y leyendas ¿Qué en contados momentos resulta entretenida? También puede serlo el escarabajo patatero… pero hablamos de cine ¿no?

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