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lunes, 30 de julio de 2012

LAS MUSAS DEL DESTAPE: BLANCA MARSILLACH


      
      Poco conocemos de la vida de la actriz BLANCA MARSILLACH, salvo que nació en Barcelona en 1966 y que es hija del también actor, director y dramaturgo ya fallecido Adolfo Marsillach. Propietaria de una compañía de teatro, hace unos años tradujo y adoptó la obra de Tennessee Williams “El reino de la tierra”. Su carrera avanza compaginando algunos trabajos para la televisión con una labor de actriz cinematográfica que comienza a mediados de los 80 con En Penumbra (José Luis Lozano, 1985), ópera prima de su realizador y pésima película protagonizada por Amparo Muñoz y Miguel Bosé.

      No tuvo mejor suerte con su segunda incursión con La monja alférez (Javier Aguirre, 1986), absoluto fracaso crítico-comercial sobre la vida de Catalina de Erauso. Y qué decir de la infumable Atraco a las… tres y media (Raúl Marchand, 2003) burdo remake del clásico “Atraco a las tres”.

      Sí conoció el éxito con El otro lado de la cama (Emilio Martínez Lázaro, 2002), simpática comedia musical que recreaba el pop nacional de los 70/80 y donde tenía un papel muy secundario. Finalmente, recuerdo su última aparición en la gran pantalla en el thriller político Gal (Miguel Curtois, 2006), un engendro sobre el terrorismo de estado.
     
      Celosa de su intimidad, parece como si quisiera olvidar un tiempo que otros, sin fimosis en la imaginación y en la memoria, siempre recordaremos. Pero todos tenemos un pasado, y Blanca Marsillach y su hermana Cristina formaron parte activa de aquella galería de reinas del erotismo que empapelaron el patio de mi casa, que sí es particular. Puede que no tuvieran el halo de misterio de Mae West ni la chispa de Marilyn Monroe ni el frágil magnetismo de Audrey Hepburn, pero lograron levantar las faldas de la hipercasta España aireando tabúes y fragancias, produciendo un efecto eréctil de imposible retroceso. Las amé a todas.

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