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lunes, 23 de julio de 2012

LAS FOTOS HIPNÓTICAS: SOPHIE MARCEAU


       Como se me hace imposible olvidar a mis sagradas musas francesas, por las que siempre he sentido debilidad, abro hueco en esta sección  para dar paso a mi amada SOPHIE MARCEAU (París, 17 de noviembre de 1966), una de las actrices más queridas de Francia que debutó a los 14 años en el film La Boum (Claude Pinoteau, 1980), todo un exitazo que tuvo una secuela y la convirtió en ídolo juvenil en su país.  Sólo tres años más tarde recibió el Premio César a la actriz más prometedora del cine francés. Su matrimonio con el director experimental de origen ucraniano Andrzej Zulawski le llevó a estar a sus órdenes en un par de ocasiones, en el violento drama L´amour braque (1985) y en el drama de época La note bleue (1991).

        Fue tras su intervención en la popularísima y oscarizada Bravehearth (Mel Gibson, 1995) que le llegó el éxito internacional, proyección que no desaprovechó engrosando su filmografía con títulos como Anna Karenina (Bernard Rose, 1997), El sueño de una noche de verano (Michael Hoffman, 1999) y siendo chica Bond en la peli número 19 de la saga El mundo nunca es suficiente (Michael Apted, 1999). Después del fracaso como realizadora en sus dos únicos films dirigidos (La disparaue de Deaville y Parlez moi d´amour), ha seguido protagonizando títulos como el resultón thriller El secreto de Anthony Zimmer (Jérôme Salle, 2005), la comedia de relaciones familiares LOL (Lisa Azuelos 2008) y la cinta bélica de espionaje Espías en la sombra (Jean-Paul Salomé, 2008). Sophie Marceau tiene dos hijos, uno fruto del matrimonio con Zulawski y otro de su relación con el productor norteamericano Jim Lemley. En la actualidad, esta hija de un camionero, es pareja del también actor Christopher Lambert.   

      Te contaré, Sophie, al igual que otras legendarias bandas musicales de las décadas de los 60 y 70, tengo que agradecerle a King Crimson que hiciera más llevaderos todos aquellos años de mierda de mi infancia. Tal vez pocos lo adivinaran pero fui un niño triste, solitario, con tendencia al malditismo y amante de la más sublime decadencia. Los maravillosos refugios del cine, los libros, los cómics y la música jamás lograron liberarme de un estado opresivo de melancolía, si acaso profundizaron más en mi aislamiento y aflicción, pero, joder, cómo me gustaba. King Crimson nos regaló “Epitaph”, para este cronista uno de los mejores temas musicales de la historia que con el gran Robert Fripp a la guitarra y cantado por Greg Lake (que sin fuerzas para soportar el caudillaje de Fripp pronto abandonó el grupo para formar Emerson, Lake & Palmer), está incluido en su álbum debut “In the court of Crimson King” (1969): “Confusión es mi Epitafio / Al tiempo que me arrastro por un sendero viejo y agrietado / Si lo logramos, podemos sentarnos y reír / Pero me temo que mañana estaré llorando / Sí, me temo que mañana estaré llorando”. Te deseo lo mejor, Sophie, ya sólo eres un viento lejano, una excusa para mi desahogo, con palabras convertidas en hielo, la revolución pendiente y la eterna soledad de los campos. ¡Amorea mortus sum! 

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