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sábado, 28 de enero de 2023

LAS MEJORES PELÍCULAS DE CULTO: "28 DÍAS DESPUÉS" (Danny Boyle, 2002)

 

“28 DÍAS DESPUÉS”

DIRECTOR: Danny Boyle.

INTÉRPRETES: Cillian Murphy, Naoemi Harris, Brendan Gleeson, Chistopher Eccleston.

GÉNERO: Terror / DURACIÓN: Reino Unido / PAÍS: Reino Unido / AÑO: 2002

    El director británico Danny Boyle, apoyado en un libreto original del novelista Alex Garland, dueto que fracasó estrepitosamente con La playa (2000), infumable ladrillo ideado para el exclusivo lucimiento del niñato Leo DiCaprio, regresó a sus orígenes olvidándose de fatuas aventuras hollywoodienses para firmar una película terrorífica que tiene un comienzo trepidante: varios militantes de una asociación por el derecho de los animales irrumpen en un laboratorio secreto y, en apariencia, gubernamental, en el que se experimenta con monos los efectos de un terrible invento. Sin que ellos lo sepan, al mismo tiempo liberan un mortífero virus – el de la ira, dicen-, que afecta a las facultades de los infectados y los convierte en máquinas de matar. En un hospital londinense, Jim (Cillian Murphy), despierta de un coma y se encuentra un Londres vacío y devastado.

 

     Por los periódicos tirados sobre el asfalto y por otros indicios descubre que un virus, que se propaga a una velocidad vertiginosa, obligó a la evacuación de los habitantes de la ciudad. En su deambular por las calles de la desolada urbe, Jim se encuentra con otros humanos, Selena (Naoemi Harris), Frank (Brendan Gleeson) y su hija, que tienen como única ocupación matar zombis y protegerse, porque, aunque los infectados mueren casi al instante cuando son atacados, con la misma facilidad resucitan enloquecidos y muy violentos. La salvación para este reducido grupo de humanos parece estar en una base militar de Manchester, pero la misión no será fácil.

    Espeluznante. un virus siempre es el peor enemigo, veloz y letal, un enemigo psicológico y destroyer que convierte a los infectados en predadores en la búsqueda de sangre fresca sin que nada se interponga en su camino. ¿Cómo luchar contra ese casi indestructible adversario oculto? Está en el aire que respiras, en el agua, en la sangre, en la saliva y una vez que invade tu organismo, lo destroza. Nada está lo suficientemente lejos y nadie completamente a salvo, su transmisión supersónica puede hacer que, en menos de un mes, en apenas 28 días, una ciudad como Londres con 9 millones de habitantes aparezca totalmente exterminada. Cruel jinete del apocalipsis celebrando su última y más solemne fiesta: la orgía de la destrucción total.

    Con claros signos referenciales e influencias de películas míticas,  Zombi (1978) y El día de los muertos (1985) de George A. Romero, y Nueva York bajo el terror de los zombis (1979) de Lucio Fulci, Boyle se permite el lujo de diseñar un sugerente ejercicio nostálgico y de homenaje a los maestros del género tanto cinematográficos como literarios. Filmada con múltiples cámaras de vídeo digital, 28 días después resulta, a los ojos de un espectador medianamente interesado, un espectáculo visual fascinante que atesora una estética rompedora, una enérgica planificación y un tono semidocumental sucio y enrarecido que confiere al relato una dosis de autenticidad, un ritmo vibrante y una sensación de desazón permanente. Todo ello nos hace evocar viejos filmes artesanales de formato superhinchado aparecidos en la década de los 70

    Al igual que la seminal, La noche de los muertos vivientes (George A. Romero, 1968), las interpretaciones socio-políticas de 28 días después pueden ser muchas y variadas: retrato de una sociedad que se devora a sí misma, los peligros de las investigaciones genéticas y los virus de laboratorio, metáfora sobre la intolerancia y el hombre convertido en lobo para el hombre… reflexiones que sirven de catalizador e impulso para la creación de una película que indaga en el proceso de descomposición de un sistema de vida, de la condición caníbal y autodestructiva del ser humano, atrapado en las redes de una conciencia totalitaria e irremediablemente alienado. Bocetos de visiones postapocalípticas y desasosegantes, tañidos del corazón en el duermevelas de las campanadas finales. ¡Joder! Creo, al igual que Peter Greenaway, que el cine debería ser una rama más de la filosofía, porque poesía ya es.

    Reconoce el director la influencia de la ciencia-ficción inglesa, ejemplos como John Whyndham y su “El día de los trífidos”, o de J.G. Ballard, uno de mis novelistas favoritos. Nada extraño, si tenemos en cuenta que el realizador escocés y el autor de “Crash” y “Playa terminal” alientan las mismas obsesiones por las imágenes simbólicas, el paisaje exterior y el paisaje onírico, así como las múltiples variaciones de los terrores postnucleares, ficciones especulativas que derivan hacia lo psicológico y que forman parte del pensamiento contemporáneo. Me gusta 28 días después, la cámara digital imprime a la acción una belleza histérica y facilidad de encuadre, anfetamínicos giros de cámara que nos otorgan diferentes puntos de vista, habilidades técnicas que confieren un énfasis nervioso a una historia que da mucho miedo. Y es así porque a pesar de todos los placeres mundanos y perversos que disfrutamos, la paranoia sigue inundando esta isla de tránsito que encierra una realidad desastrosa.

2 comentarios:

  1. El film marcó un antes y un después en el género de zombis (¿o infectados?). No sé si más terroríficos, pero desde luego más letales que los muertos vivientes de Romero: éstos andaban con cierta dificultad, mientras que los de Boyle corrían que se las pelaban.

    Un abrazo.

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  2. Así es, y además, la cámara digital Canon Mini-DV imprime a la acción un terror más tangible.

    Un abrazo.

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