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sábado, 25 de diciembre de 2021

LAS MEJORES PELÍCULAS DE CULTO: "LA PASIÓN DE CHINA BLUE" (Ken Russell, 1984)


“LA PASIÓN DE CHINA BLUE” êêê

DIRECTOR: Ken Russell.

INTÉRPRETES: Kathleen Turner, John Laughlin, Anthony Perkins, Annie Potts, Bruce Davison, John G. Scalon.

GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 102 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 1984.

     El director británico Ken Russell, firmante de la célebre cult movie Un viaje alucinante al fondo de la mente (1980), nos regaló dos joyitas que tenían como eje narrativo la prostitución: Puta (Whore, 1991), la cual he reseñado hace pocas fechas en este blog, y La pasión de China Blue, película de 1984 que Kathleen Turner protagonizó tres años después de irrumpir en la pantalla grande como la sensual femme fatale de la obra maestra y ópera prima de Lawrence Kasdan Fuego en el cuerpo (1981).                                                                 

     En La pasión de China Blue la hermosa actriz nacida en Springfield (Misuri) en 1954 da vida a Joanna, una diseñadora de moda durante el día y prostituta de Hollywood Boulevard por la noche con el enigmático nombre de China Blue, donde los hombres la buscan para satisfacer sus más oscuras fantasías. El dueño de la tienda está mosqueado con su misteriosa empleada y cree que vende diseños a la competencia, por lo que decide contratar para que la espíe a un técnico electrónico que esporádicamente hace trabajos de detective, Bobby (John Laughlin). Bobby, cuya mujer ha perdido el apetito sexual, queda hipnotizado con China Blue, y comienza a tener frecuentes encuentros con ella, primero, profesionalmente, luego, románticamente. La vida de China Blue transcurre entre su trabajo en la tienda de moda y la variopinta fauna de sus clientes habituales, entre los que se encuentra el reverendo Peter Shayne (Anthony Perkins) y sus extraños fetiches sexuales.

     La pasión de China Blue construye su andamiaje sobre un trío de personajes cuyo vértice es la diseñadora de moda y modélica ciudadana durante el día, Joanna (una irresistible y camaleónica Kathleen Turner) que por las noches se transforma en una devoradora de hombres ejerciendo de puta; un hombre joven, Bobby que no se come una rosca con su frígida y aburrida mujer; y un paranoico reverendo encarnado por Anthony Perkins que persigue a China Blue para redimirla de sus múltiples pecados, en lo que representa su enésima autoparodia de Norman Bates.

     La pasión de China Blue es una película muy pegada a su tiempo y, sin embargo, hoy se eleva como una cult movie fascinante que, aunque no desarrolla significativamente las vidas de los principales personajes, seguimos sus vivencias con interés. China blue no encontró nunca el hombre bueno al que amar, finalmente lo encontrará… y suponemos que serán felices, una felicidad que Bobby ya no encuentra en su matrimonio con una mujer descontenta e incapaz de ofrecerle lo que un hombre necesita. Durante todo el relato, se cruza entre ellos un predicador que nadie sabe de dónde ha salido pero que está como un cencerro y tendrá un final a su altura. Ken Russell se las apaña para hurgar en las emociones cálidas a la vez que construye un universo tan teatral como estridente por donde desfilan especies variopintas de la noche y la jungla de asfalto.

    La pregunta es, ¿y cuándo descansa China Blue? En San Valentín, contesta. Lo hará a partir de ese happy end una vez que ha encontrado el sentimiento puro dejando atrás un circo sórdido, peligroso y, a veces, entrañable, unas perversas representaciones que al menos le han servido de experiencia. Y hay que reconocer que Kathleen Turner luce muy sensual y morbosa con el carmín de labios difuminado tras practicar una golosa felación, con las puertas de su tesoro abiertas de par en par, con una porra en la mano sodomizando a un policía, formando parte de un trío en un automóvil o lamiendo y succionando con fruición los dedos de un pie. Con un uso enfermizo de la luz y el sonido, Russell, con cáustica ironía, busca en los vertederos del amor la moral desvencijada del sueño americano, y rescata de entre sus escombros la ternura y la pasión. Tal vez los sentimientos que más añoran los seres solitarios.

3 comentarios:

  1. Es excesiva pero en cierto modo fascinante.

    Un abrazo.

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  2. Yo adoraba a Kathleen Turner, con sus pequeñas tetitas y su sensualidad desbordante. Ella era excesiva aquí y en "Fuego en el cuerpo". Otra musa que no debe caer en el olvido.

    Un abrazo.

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