martes, 21 de diciembre de 2021

CRÍTICA: "FUE LA MANO DE DIOS" (Paolo Sorrentino, 2021)

 

Los itinerarios del destino

“FUE LA MANO DE DIOS” êêê

DIRECTOR: Paolo Sorrentino.

INTÉRPRETES: Filippo Scotti, Toni Servillo, Luisa Ranieri, Teresa Saponangelo, Marlen Joubert, Lino Musella, Renato Carpentier, Sofy Gershevich.

GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 130 minutos / PAÍS: Italia / AÑO: 2021

      Han pasado ya los suficientes años desde que descubrí al director italiano Paolo Sorrentino con su segunda y magnífica película Las consecuencias del amor. No me convencieron tanto sus siguientes criaturas: El amigo de la familia (2006), Il divo (2008) y Un lugar donde quedarse (2011). Pero fue en el año 2013 con La gran belleza cuando confirmó el talento que ya muchos habíamos advertido en el primer lustro del nuevo siglo, convirtiéndose en uno de los mejores cineastas europeos de la actualidad. La gran belleza se alzó con el Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa y su protagonista, Jep Gambardella (Toni Servillo), en uno de esos personajes que deja una huella indeleble en la memoria cinéfila. En 2015 dirige La juventud, espléndido film que le sirve para dar vida a otros dos entrañables personajes interpretados por Harvey Keitel y Michael Caine. No quedó ahí la cosa, porque un año más tarde crea y dirige una de las mejores series de todos los tiempos, El joven Papa, que con Jude Law al frente del reparto, desnuda las miserias, intimidades y pecados del Vaticano.

    De carácter autobiográfico, Fue la mano de Dios nos presenta a un chico, Fabietto (Filippo Scotti) en el turbulento Nápoles de los ochenta. En su trayectoria vital hay lugares alegres para la sorpresa, como la llegada al equipo de fútbol del Nápoles del astro argentino Diego Armando Maradona, también para alguna tragedia imprevista. Y es que el destino interpreta su papel, pues la felicidad y la tragedia se entrelazan y el futuro de Fabietto echa a rodar.

    Antes que nada dejaré claro que yo quería que Argentina eliminase a Inglaterra en aquellos cuartos de final del mundial de fútbol de 1986 celebrados en el estadio Azteca de Ciudad de México, ¿qué coño me une a mí a Inglaterra? Pero Maradona nunca me resultó simpático y le vi jugar muchas veces en el Nou Camp sin ser yo hincha del Barça. Lo que me faltaba para que me resultara un poco más antipático es que metiera el primer gol con la mano en aquel legendario encuentro. No fue la mano de Dios, sino la de un pícaro, la de un tramposo. Una pelota a la que nunca hubiera llegado con la cabeza con apenas 1´65 m que medía. Claro que el segundo gol del crack argentino fue una auténtica obra de arte, nadie lo discute. Sin embargo, el gol marcado con la mano condicionó un encuentro en el que Gary Lineker acortó distancia en el minuto 81 de un partido disputado cuatro años después de la Guerra de las Malvinas. El éxtasis del pueblo argentino fue indescriptible por la citada guerra, la pasión de los argentinos por el fútbol  y una rivalidad que se remontaba al mundial de fútbol que se había celebrado en Inglaterra en 1966.

    Es igual, porque el mítico gol con marcado con la mano por Maradona sólo sirve para focalizar el contexto de la época en que nos sitúa Fue la mano de Dios, cuando el futbolista argentino fichó por el Nápoles en 1984. Por supuesto, nada se cuenta del papel que jugó la mafia en aquel fichaje. En realidad, lo que más le interesa a Sorrentino es rendir un sentido tributo a su peculiar familia, con el omnipresente Toni Servillo como padre de familia (o mejor dicho, crápula de familia), una madre aficionada a las bromas macabras, un hermano sin talento obsesionado con ser actor y el alter ego de Sorrentino, Fabietto, el más joven de la familia, como eje de la narración interpretado por Filippo Scotti. Un chico de 17 años enamorado de su tía Patrizia (Luisa Ranieri), una voluptuosa ex prostituta que acabará con sus huesos en un hospital psiquiátrico, y que es, junto con las bellas imágenes de Nápoles, lo más hermoso de la película. Un día, Fabietto decide ser director de cine sin que el séptimo arte le guste demasiado y habiendo visto tres o cuatro películas en su vida. Estamos ante la gran familia italiana, que se juntan para comer o para ir a la playa. Un suceso tan trágico como inesperado cambiará el discurrir de los acontecimientos dotando a la función de una mayor introspección psicológica y pasando del tono festivo a otro más dramático.

      Siendo sincero, lo que Paolo Sorrentino nos cuenta no tiene para mí un gran interés, pero lógicamente sí lo tiene para él pues son sus vivencias, una crónica familiar de índole autobiográfica que tiene un valor sentimental, nostálgico y tremendamente emotivo para el director aunque, desde la butaca de espectador, todo me resulte lento y distante, a pesar del esfuerzo por convertir el relato en una exaltación de la belleza de Nápoles, en un elogio a Maradona como dios del fútbol, en un homenaje a la institución familiar en donde comienza la vida y el amor nunca termina,  o en un encendido canto a la exuberante hermosura de la mujer italiana. Fue la mano de Dios la que salvó la vida a Sorrentino en aquel día trágico en que perdieron la vida sus padres y él no estaba con ellos porque estaba viendo a Maradona y le empujó a ser lo que es hoy, un cineasta. Todo suena demasiado poético, delicado, como debió de ser aquel Sorrentino de 17 años, introspectivo, sensible, con vagas ilusiones. Fue la mano de Dios está lejos de ser una gran película como La gran belleza e incluso como Las consecuencias del amor, demasiados personajes dibujados con brocha gorda, un itinerario vital que a medida que avanza se hace más plúmbeo y un encuentro esencial con un director de cine desconocido que ilumina el horizonte de Sorrentino. Pasajes de sombra y luz por el carnaval de la vida.

2 comentarios:

  1. Después de su versión de "La dolce vita" ("La gran belleza"), Sorrentino nos muestra su particular "Amarcord". Aunque lo cierto es que la huella de Fellini sólo es evidente en la primera escena y en el personaje del/la pariente recluido/a en un psiquiátrico.

    Un abrazo.

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  2. Película de remembranzas, emotivas para el director, que vio la luz a una vida sin rumbo en el encuentro con un director desconocido. Como dices, y aunque Sorrentino nunca ha sido un cineasta cinéfilo, Fellini es su más clara influencia.

    Un abrazo.

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