Película liviana e intrascendente
“CHAVALAS” ê
DIRECTOR: Carol Rodríguez Colás.
INTÉRPRETES: Vicky Luengo, Carolina Yuste, Elisabet
Casanovas, Ángela Cervantes, José Mota, Mario Zorrilla.
GÉNERO: Comedia / DURACIÓN: 91 minutos / PAÍS: España / AÑO: 2021.
El pasado año fueron Las niñas (Pilar Palomero, 2020) una película tediosa que me aburrió profundamente, y ahora tenemos a las chavalas. El cine español actual no anda sobrado de imaginación, pero sí de oportunismo y nostalgia. Tras cinco cortometrajes, la directora nacida en Cornellá de Llobregat Carol Rodríguez Colás nos presenta un reboot de su corto Superchavalas (2017) para realizar una ligera peliculita sobre las pulsiones de la vida en el barrio y las amistades verdaderas.
Chavalas nos presenta a Marta, Desi, Soraya y Bea (Vicky Luengo, Carolina Yuste, Ángela Cervantes y Elisabet Casanovas), amigas inseparables en la adolescencia que vuelven a encontrarse en el barrio para revivir una auténtica y tragicómica amistad. Una realidad que les obligará a enfrentarse a aquellas adolescentes que fueron y a las mujeres que quieren ser. Casi sin darse cuenta, se ayudarán a tomar decisiones importantes en sus vidas. El paso del tiempo y lo distintas que son no serán excusas para que su amistad prevalezca por encima de todo.
Seguro que tomando como base nuestras propias vivencias se podría hacer una película, lo cual no es óbice para que merezca una importante reseña. De hecho, yo viví mi infancia y juventud en una población muy cercana a la Cornellá que sirve de escenario a Chavalas y os aseguro que si contara mis experiencias de esos años serían mucho más sugerentes para el público que las que seguramente vivieron los personajes de la película. Aún así, como apunto, nada que puede resultar excepcional. Y es que en Chavalas apenas pasa nada, sólo es una pequeña película de un modesto tono costumbrista que pretende ser un homenaje ditirámbico y melancólico a la vida de barrio y cómo las vivencias forjaron la amistad de las protagonistas.
Marta, a quien da oxígeno Vicky Luengo, vive en Barcelona y trabaja como fotógrafa en una publicación de moda o tendencias. Un día, se queda sin trabajo y tiene que volver al barrio de Cornellá donde creció para vivir en el piso con sus padres. Marta se avergüenza de sus orígenes, pero sobre todo y aunque sólo tiene 27 años, se avergüenza de sus fracasos, por eso miente y se muestra arrogante y con altas aspiraciones. Rodríguez Colás intenta imprimir autenticidad a las relaciones familiares y de amistad, a la complicada realidad que supone la incorporación de los jóvenes al mercado laboral, denuncia las artificiosas representaciones artísticas actuales y los estrechos horizontes que limitan el extrarradio. Sin embargo, todo resulta impostado, falto de garra y emoción e incluso anticuado, tal vez como deriva de un guión que ofrece pocos asideros.
Por supuesto, los barrios también han
evolucionado. De las asociaciones vecinales se ha pasado a las organizaciones
activistas más combativas y concienciadas política y socialmente. La tecnología
y las nuevas infraestructuras han conseguido que las ciudades periféricas sigan
el latido del corazón de las grandes urbes. Pero Rodríguez Colás prefiere
incidir en los clichés, idealizando la vida de los suburbios como si se tratara
de una gran familia, donde todo el mundo se ayuda y siempre hay una palabra de ánimo,
un gesto de aliento. No es real, como tampoco lo es el magnetismo que irradian
los usos, costumbres y estética choni y charnega que de manera forzada queda en
la simple anécdota. Más cerca de la comedia liviana pintada con el barniz
de la nostalgia que del verismo del cine social y costumbrista, Chavalas
dejará poco poso en la memoria cinéfila, ni el elenco brilla con una especial
luz, ni encontramos ningún hallazgo en el apartado técnico y estético. No hay
misterios ni emociones ni severos conflictos existenciales en una historia en
donde la redención personal a través del regreso a los orígenes en la búsqueda
de bocados de realidad y el amor incondicional deviene en un relato endeble, sin
alma.
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