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jueves, 21 de enero de 2021

CRÍTICA: "NOMADLAND" (Chloé Zhao, 2020)

 

En todas las quinielas para ganar el Oscar

“NOMADLAND” êêê

DIRECTOR: Chloé Zhao.

INTÉRPRETES: Frances McDormand, David Strathairn, Linda May, Charlene Swanky, Bob Wells, Gay DeForest, Patricia Carver.

GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 108 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2020.

 

     Puede que la próxima edición de los Oscar sea la peor que recuerda este cronista desde que siendo un tierno infante ya seguía esta fiesta del cine rebosante de glamour y oropeles a través de los medios que tenía entonces: mayormente televisión, prensa generalista y revistas de cine. Y es que si la preciada estatuilla se la tienen que disputar Mank (2020), el truño firmado por David Fincher con un guión escrito por su padre (un biopic sobre el guionista de Ciudadano Kane) y esta digna aunque normalita Nomadland (Chloé Zhao, 2020) mi interés será tan escaso como las cuentas corrientes de los trabajadores españoles. Unas aspirantes que ciertamente no desentonan en estos convulsos y sórdidos años para la depresión y el olvido.  

      Nomadland nos sitúa durante la larga crisis de 2008 y nos narra la vida de Fern (Frances McDormand) una mujer viuda que pasa la sesentena y que ha perdido el trabajo y la casa tras cerrar la industria donde trabajaba tras 88 años operando en ese pueblo de Nevada. Fern decide abandonar su mortecino pueblo natal y embarcarse en un viaje a través del Oeste americano. Viviendo en su destartalada furgoneta como una nómada moderna, en la carretera explora una vida fuera de la sociedad convencional y conocerá a todo tipo de personas que cambiarán su viaje y su persona.

     Nomadland no descubre nada nuevo y sabemos que el nomadismo está en los genes de los estadounidenses desde los ya lejanos tiempos de los pioneros fundadores. Pero la directora de origen chino y afincada en Los Ángeles en su tercer largometraje crea un relato afectado por un lirismo estudiado que se apoya en una bellísima fotografía para dotar de melancolía a una obra simple sobre la herida de los recuerdos y la pérdida desde los primeros y gélidos fotogramas.

     La sentida interpretación de Frances McDormand, su característica expresión gestual, su laconismo y frases contundentes se impone como lo mejor de la función sin llegar a rayar a la altura que lo hizo en obras excelsas como Fargo o la muy resultona Tres anuncios en las afueras. Chloé Zhao acaricia con sensibilidad a todos los personajes que viajan y se debaten en la cara menos opulenta de la sociedad estadounidense, personajes que demuestran su solidaridad y tienen empleos precarios y esporádicos en Amazon, en restaurantes o limpiando baños en clubs privados. “Trabajadores golondrinas” que anteponen la generosidad a pesar de los golpes de la vida, y que voluntariamente (porque no aceptan las imposiciones de la sociedad de consumo) o porque no les ha quedado otro remedio, viajan con el lema:  “si no puedes ser feliz aquí, lo serás en otra parte”.

     Entre la ficción y el documental, Nomadland es una road-movie a través de algunos parajes míticos de los Estados Unidos (Nevada, Dakota del Sur, desierto de Arizona) y con las constantes filosóficas del hipismo en su concepto más virginal, con el gurú del nomadismo Bob Wells interpretándose a sí mismo. Cierto que Zhao cuece el relato a fuego lento y es fácil adivinar en esos paisajes el eco de Terrence Malick y ciertas conexiones con el cine humanista de Ken Loach. Nuestra protagonista emprende un viaje no para dejar atrás el pasado sino para convivir en soledad con él, una huida para desenterrar el misterio que se oculta más allá del límite. Nomadland dista mucho de ser una película redonda pero sí una película con buenas intenciones, no suceden grandes cosas, su ritmo es   pausado a pesar del movimiento permanente de Fern, que la vemos al comienzo despidiéndose de un pueblo agonizante tras el cierre de la explotación minera que lo mantenía. Supongo que el dolor y la tristeza necesitan poso y respiro, que lejos del mundanal ruido y la tiranía del dólar se escuchan mejor los latidos de los corazones de una gente que tras caer en la marginalidad buscan la pureza de los paisajes desnudos y el sonido del silencio, sin caer nunca en la desesperanza.



2 comentarios:

  1. No me llama mucho la atención. Seguramente la veré "por culpa" de mi admirada Frances McDormand.

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  2. Ella y la fotografía son lo mejor de la función. Si esa es tu motivación para ver la película, no te defraudará.

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