Los males de una sociedad clasista
“MANO DE OBRA” êêêê
DIRECTOR: David Zonana.
INTÉRPRETES: Luis Alberti, Horacio Celestino, Hugo
Mendoza, Jonathan Sánchez-Galera, Francisco Díaz.
GÉNERO: Drama social / DURACIÓN: 82 minutos / PAÍS: México
/ AÑO: 2019.
Ópera prima del director mexicano David Zonana que había realizado el rodaje con un trío de cortometrajes interesantes: Princesa, Sangra alba y Hermano. Mano de obra sigue a Francisco (Francisco Alberti) un obrero que junto a una cuadrilla de albañiles trabaja construyendo una lujosa casa en la Ciudad de México. Tras la muerte accidental de su hermano en la obra, Francisco se entera de que su cuñada, ahora viuda, no recibirá ninguna indemnización por parte del dueño de la casa. Él, junto con los demás albañiles, buscará justicia no sólo por la nula compensación, sino también por una vida rebosante de carencias, contrastes y opresión.
Con un libreto firmado por el mismo director y una pluscuamperfecta interpretación del protagonista casi absoluto Francisco Alberti, Mano de obra es una pequeña joya que se impone como una funesta fábula sobre los males de nuestra sociedad clasista y cómo los diferentes estatus generan desconfianza, egoísmo, revanchismo e incluso pueden destruir los lazos de amistad, empatía y solidaridad en apariencia sólidos entre las clases más desprotegidas y marginales. Así, se hace necesario escuchar la voz y la punzante mirada de Zonona sobre las desigualdades sociales aunque sólo sea como advertencia, pues ese sustrato puede transformarse en un campo de minas donde pueden explotar los radicalismos y la violencia, casi siempre generada por los abusos contra los trabajadores asqueados de malvivir en la miseria.
Un albañil pierde a su hermano en un accidente laboral y el propietario del caserón, alegando que estaba ebrio cuando cayó del tejado, niega cualquier legítima compensación a su viuda embarazada. Será el germen de una venganza ideada por Francisco como respuesta a la opresión, a la mano de obra barata y la falta de cotizaciones de un salario ínfimo cobrado en mano… y lo peor, Francisco, corroído por la rabia, sabe que su hermano no probaba el alcohol, lo sabe su cuñada y lo saben todos, por lo que el motivo que alega el dueño de la casa es un burdo infundio. Poco a poco Francisco se irá tomando sus pequeñas revanchas hasta que idea un plan de ocupación colectiva del lujoso caserón.
Mano de obra acabará exponiendo una moraleja
devastadora sobre la condición humana, porque la realidad es cruel e
impenitente, y el resentimiento una sustancia viscosa que nubla el sentido
común. El propietario de la mansión vive parapetado tras un muro burocrático (“la
oficina”) que vela por sus intereses. Todo es opaco y él un ser inaccesible
para ese vulgar grupo de mugrosos obreros. Pero Francisco sabe que no es
intocable y ante su continuo desprecio y la negativa a reparar parte del daño
con una indemnización a su cuñada, optará por una solución atroz y desesperada
e instalara a los olvidados de Dios en el paraíso para que cometan los mismos
vicios que antes condenaban. Tal vez ignora que las revoluciones sólo sirven
para cambiar una casta por otra. Y tú lo sabes, Pablo Iglesias.
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