Nueva mirada al abismo
“DARK NIGHT” êê
DIRECTOR: Tim Sutton.
INTÉRPRETE: Robert Jumper, Karina Macias, Aaron
Purvis, Anna Rosie Hopkins, Rosie Rodríguez.
GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 85 minutos / PAÍS: Francia /
AÑO: 2016.
Tras debutar con la poética Pavilion (2012), que sigue a un
grupo de adolescentes perdidos y dirigir Memphis (2013) sobre un extraño
cantante de soul que deambula por las calles de Memphis como si se adentrara en
otra dimensión, el cineasta de cine indie Tim Sutton se aventura en una temática
considerablemente más oscura en Dark Night, inspirada libremente en la masacre que tuvo lugar
en 2012 en los multicines Cineplex en la localidad de Aurora (Colorado) durante
la proyección de El Caballero Oscuro (de ahí el título) de Christopher Nolan, que
dejó un recuento de 12 espectadores muertos y 70 heridos.
Siempre obsesionado por los encuadres y
planos cool, por dotar a sus obras de un aspecto visual esteticista y regalar
postales al espectador, Tim Sutton confiere a Dark Night una belleza plástica
indiscutible (excelente iluminación de Hélène Louvart), pero tal vez ese
hipnótico envoltorio sólo sirve para que nos olvidemos del deshilvanado guión
(si lo tiene) y alejar así nuestros sentidos de una arquitectura narrativa
absolutamente deslavazada.
En Dark Night falta contexto y definición de
los personajes, a Sutton no le interesa nada la vida de los personajes y sus
motivaciones y se extasia en la descripción de esos suburbios de Florida con casas
homologables y de manera fugaz en la gris e inane existencia de sus residentes.
Con un tono semidocumental, y cercana al
cine experimental y el vídeoarte, en Dark Night encontramos la viscosa
influencia de Elephant de Gus Van Sant (película que a la vez estaba
inspirada en el magnífico telefilm de homónimo título de Alan Clark para la
BBC) pero también del cine de adolescentes del fotógrafo y director Larry
Clark, que al igual que Van Sant estuvo siempre obsesionado con la vida de los
jóvenes skaters. Pero el espectador no encuentra asideros para conectar con
ningún personaje y desiste del esfuerzo de centrarse en el protagonista y la
preparación de la masacre, al no contar con datos sobre su vida, más allá de su
afición por las armas.
La función se impone como el retrato movido de una
sociedad enferma, dominada por el culto a las armas, un pasado de racismo y odio
endémico al diferente y un vacío existencial inabarcable. Seis personajes a la
deriva de nuestra imaginación, sin contexto para fijar una mirada más profunda
sobre las miserias cotidianas, la alienación, las causas, razones y la génesis
de cómo se gesta un asesino en potencia.
Una historia de violencia
“DONNYBROOK” êêê
DIRECTOR: Tim Sutton.
INTÉRPRETE: Frank Grillo,
Margaret Qualley, James Badge Dale, Pat Healey, Alex Washburn, Michael Agee.
GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 107 minutos / PAÍS: EE. UU.
/ AÑO: 2018.
Tras Dark Night, Tim Sutton rueda la más
ambiciosa Donnybrook, adaptación de la novela de Frank Bill con un
libreto firmado por el mismo director. Una historia que sigue a Jarhead Earl (Jamie Bell) un exmarine
estadounidense que vive con su esposa y sus dos hijos en un parking de
caravanas. En su mente está abandonar esa mísera y deprimente vida y comenzar
una nueva con su familia. Pero la única forma que ve es concursar en
Donnybrook, una pelea sangrienta y masiva en la que el ganador es premiado con
100.000 dólares. Para participar en el concurso, Earl roba en una tienda de
armas local, pero cuando regresa a casa se encuentra en ella a Chainsaw
Angus
(Frank Grillo) un violento psicópata traficante de metanfetamina a quien la
esposa de Earl, drogadicta, le debe dinero. Tras una breve pelea, Angus,
acompañado de su hermana Delia (Margaret Qualley) a quien humilla y maltrata
constantemente abandona el lugar. Earl huye entonces con su hijo a Donnybrook,
dejando atrás a su mujer y su hija. Angus sigue sus huellas hasta allí.
En el cine de Tim Sutton el humor brilla
por su ausencia, por lo que siempre se hace muy difícil empatizar con los
personajes, aun así al espectador le queda un resquicio para sintonizar con el
exmarine Earl, que lucha para que su mujer se desintoxique y por un futuro
mejor para su familia. Donnybrook no es una película de acción, sino un
drama tenebroso y violento, a ratos hermoso y a ratos terrorífico que exige al
espectador dejar suspendida la credibilidad porque, entre otras cosas, no puede
existir alguien tan malo como Angus, el personaje al que da oxígeno con
incomprensible bestialidad Frank Grillo. O tal vez sí, lo que pasa es que
todavía no lo conocemos.
Estamos, amigo lector, ante una nueva
crónica de un fracaso, el del sueño americano. Sutton fija su mirada en una
localidad de la América profunda que vive de espaldas a lo que ocurre en el
resto del país y del mundo, manteniendo la retina en un espectro de población
que, sin horizontes, lucha por la supervivencia, enredados en una espiral de
miseria, drogas, violencia y desesperación de la que es difícil escapar sin el
alma manchada o rota. Para escapar de esa situación y salvar a su familia, Earl
se dirige a Donnybrook, una feroz pelea que le puede proporcionar el dinero
para comenzar una nueva vida, pero el camino hasta allí está plagado de
violencia, muerte y perdición.
De nuevo con un tono gélido, Tim Sutton no
se detiene en el desarrollo de los personajes, dibujando a Angus/Frank Grillo
como un villano impulsivo, de un sadismo hiperbólico… pero carente de
información, el espectador no sabe por qué actúa de esa forma tan salvaje ni
por qué humilla, abusa y maltrata a su hermana, con la que mantiene una
relación tan tempestuosa como enfermiza. Tampoco sabemos mucho de Earl, pero al
menos nos queda más claro cual es su objetivo y las razones que le asisten.
Sabemos que todos los personajes han tocado fondo, que su único recurso es la
violencia, pero la obsesión contemplativa del director rompe el ritmo de la
acción con larguísimos planos a lo Malick que se imponen como un recurso ante
la carencia de ideas para alargar innecesariamente el metraje.
Con escenas dotadas de una rara piedad (nos evita la visión del asesinato del niño o ese asesinato piadoso cometido por la sometida y sufriente Delia en donde se funde el placer con el sadismo), Donnybrook no es ni mucho menos una película despreciable, aunque, siempre preocupado por la estética y el estilo, Sutton desaprovecha la oportunidad de firmar una película grande, sólo tenía que haber humanizado más a los personajes sin caer en el efectismo estridente.
Con escenas dotadas de una rara piedad (nos evita la visión del asesinato del niño o ese asesinato piadoso cometido por la sometida y sufriente Delia en donde se funde el placer con el sadismo), Donnybrook no es ni mucho menos una película despreciable, aunque, siempre preocupado por la estética y el estilo, Sutton desaprovecha la oportunidad de firmar una película grande, sólo tenía que haber humanizado más a los personajes sin caer en el efectismo estridente.
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