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lunes, 18 de mayo de 2020

DOS PELÍCULAS DE TIM SUTTON


Nueva mirada al abismo
“DARK NIGHT” êê
DIRECTOR: Tim Sutton.
INTÉRPRETE: Robert Jumper, Karina Macias, Aaron Purvis, Anna Rosie Hopkins, Rosie Rodríguez.
GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 85 minutos / PAÍS: Francia / AÑO: 2016.


   Tras debutar con la poética Pavilion (2012), que sigue a un grupo de adolescentes perdidos y dirigir Memphis (2013) sobre un extraño cantante de soul que deambula por las calles de Memphis como si se adentrara en otra dimensión, el cineasta de cine indie Tim Sutton se aventura en una temática considerablemente más oscura en Dark Night, inspirada libremente en la masacre que tuvo lugar en 2012 en los multicines Cineplex en la localidad de Aurora (Colorado) durante la proyección de El Caballero Oscuro (de ahí el título) de Christopher Nolan, que dejó un recuento de 12 espectadores muertos y 70 heridos.


   Siempre obsesionado por los encuadres y planos cool, por dotar a sus obras de un aspecto visual esteticista y regalar postales al espectador, Tim Sutton confiere a Dark Night una belleza plástica indiscutible (excelente iluminación de Hélène Louvart), pero tal vez ese hipnótico envoltorio sólo sirve para que nos olvidemos del deshilvanado guión (si lo tiene) y alejar así nuestros sentidos de una arquitectura narrativa absolutamente deslavazada. 


   En Dark Night falta contexto y definición de los personajes, a Sutton no le interesa nada la vida de los personajes y sus motivaciones y se extasia en la descripción de esos suburbios de Florida con casas homologables y de manera fugaz en la gris e inane existencia de sus residentes.


    Con un tono semidocumental, y cercana al cine experimental y el vídeoarte, en Dark Night encontramos la viscosa influencia de Elephant de Gus Van Sant (película que a la vez estaba inspirada en el magnífico telefilm de homónimo título de Alan Clark para la BBC) pero también del cine de adolescentes del fotógrafo y director Larry Clark, que al igual que Van Sant estuvo siempre obsesionado con la vida de los jóvenes skaters. Pero el espectador no encuentra asideros para conectar con ningún personaje y desiste del esfuerzo de centrarse en el protagonista y la preparación de la masacre, al no contar con datos sobre su vida, más allá de su afición por las armas. 


   La función se impone como el retrato movido de una sociedad enferma, dominada por el culto a las armas, un pasado de racismo y odio endémico al diferente y un vacío existencial inabarcable. Seis personajes a la deriva de nuestra imaginación, sin contexto para fijar una mirada más profunda sobre las miserias cotidianas, la alienación, las causas, razones y la génesis de cómo se gesta un asesino en potencia.


Una historia de violencia
“DONNYBROOK” êêê
DIRECTOR: Tim Sutton.
INTÉRPRETE: Frank Grillo, Margaret Qualley, James Badge Dale, Pat Healey, Alex Washburn, Michael Agee.
GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 107 minutos / PAÍS: EE. UU. / AÑO: 2018.

     Tras Dark Night, Tim Sutton rueda la más ambiciosa Donnybrook, adaptación de la novela de Frank Bill con un libreto firmado por el mismo director. Una historia que sigue a Jarhead Earl (Jamie Bell) un exmarine estadounidense que vive con su esposa y sus dos hijos en un parking de caravanas. En su mente está abandonar esa mísera y deprimente vida y comenzar una nueva con su familia. Pero la única forma que ve es concursar en Donnybrook, una pelea sangrienta y masiva en la que el ganador es premiado con 100.000 dólares. Para participar en el concurso, Earl roba en una tienda de armas local, pero cuando regresa a casa se encuentra en ella a Chainsaw Angus (Frank Grillo) un violento psicópata traficante de metanfetamina a quien la esposa de Earl, drogadicta, le debe dinero. Tras una breve pelea, Angus, acompañado de su hermana Delia (Margaret Qualley) a quien humilla y maltrata constantemente abandona el lugar. Earl huye entonces con su hijo a Donnybrook, dejando atrás a su mujer y su hija. Angus sigue sus huellas hasta allí.


     En el cine de Tim Sutton el humor brilla por su ausencia, por lo que siempre se hace muy difícil empatizar con los personajes, aun así al espectador le queda un resquicio para sintonizar con el exmarine Earl, que lucha para que su mujer se desintoxique y por un futuro mejor para su familia. Donnybrook no es una película de acción, sino un drama tenebroso y violento, a ratos hermoso y a ratos terrorífico que exige al espectador dejar suspendida la credibilidad porque, entre otras cosas, no puede existir alguien tan malo como Angus, el personaje al que da oxígeno con incomprensible bestialidad Frank Grillo. O tal vez sí, lo que pasa es que todavía no lo conocemos.

     Estamos, amigo lector, ante una nueva crónica de un fracaso, el del sueño americano. Sutton fija su mirada en una localidad de la América profunda que vive de espaldas a lo que ocurre en el resto del país y del mundo, manteniendo la retina en un espectro de población que, sin horizontes, lucha por la supervivencia, enredados en una espiral de miseria, drogas, violencia y desesperación de la que es difícil escapar sin el alma manchada o rota. Para escapar de esa situación y salvar a su familia, Earl se dirige a Donnybrook, una feroz pelea que le puede proporcionar el dinero para comenzar una nueva vida, pero el camino hasta allí está plagado de violencia, muerte y perdición.

     De nuevo con un tono gélido, Tim Sutton no se detiene en el desarrollo de los personajes, dibujando a Angus/Frank Grillo como un villano impulsivo, de un sadismo hiperbólico… pero carente de información, el espectador no sabe por qué actúa de esa forma tan salvaje ni por qué humilla, abusa y maltrata a su hermana, con la que mantiene una relación tan tempestuosa como enfermiza. Tampoco sabemos mucho de Earl, pero al menos nos queda más claro cual es su objetivo y las razones que le asisten. Sabemos que todos los personajes han tocado fondo, que su único recurso es la violencia, pero la obsesión contemplativa del director rompe el ritmo de la acción con larguísimos planos a lo Malick que se imponen como un recurso ante la carencia de ideas para alargar innecesariamente el metraje. 


   Con escenas dotadas de una rara piedad (nos evita la visión del asesinato del niño o ese asesinato piadoso cometido por la sometida y sufriente Delia en donde se funde el placer con el sadismo), Donnybrook no es ni mucho menos una película despreciable, aunque, siempre preocupado por la estética y el estilo, Sutton desaprovecha la oportunidad de firmar una película grande, sólo tenía que haber humanizado más a los personajes sin caer en el efectismo estridente.


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