Regreso a Overlook
“DOCTOR SUEÑO” êêê
(Mike Flanagan, 2019)
Especialista en el género de género de
terror, en la filmografía de Mike
Flanagan encontramos títulos tan olvidables como Ouija: El origen del mal
(2016) precuela del zarrapastroso film de Still White Ouija (2014), pero
también otras más aseadas como el thriller psicológico titulado El
juego de Gerald (2017), que con un reparto encabezado por Carla Gugino
y Bruce Greenwood nos presenta a un matrimonio que intenta revitalizar su
relación con nuevos juegos sexuales. Para este cronista su película más lograda
es Hush
(2016), que con un ajustado metraje narra la historia de una escritora que se
quedó sorda en su adolescencia y vive aislada en una casa del bosque en donde
será acosada por un hombre enmascarado. Una cinta entretenida rodada sin
efectismo y con gran sentido de la tensión.
En Doctor Sueño, secuela de la mítica El
resplandor (Stanley Kubrick, 1980) basada en la novela de Stephen King,
y a la vez de la miniserie dirigida por
Mick Garris en 1997, que fue una especie de reboot del film de Kubrick, nos
encontramos con Danny Torrance (Ewan
McGregor) es ya un hombre adulto alcoholizado que vive atormentado con los
sucesos que ocurrieron cuando tenía cinco años en el hotel Overlook. Ahora
busca encontrar un poco de paz a pesar de vivir traumatizado por aquellos
recuerdos de su infancia. Pronto conocerá a Abra (Kyliegh Curran) una valiente niña dotada de un poder
extrasensorial. Abra reconocerá enseguida que Danny comparte su poder, y juntos
tendrán que enfrentarse a la despiadada Rose
la Chistera (Rebecca Ferguson) y a sus acólitos, un grupo de viajeros que
se alimenta de los niños que asesinan y tienen el don de “el resplandor”.
Tras ver Doctor Sueño, uno
recuerda la eterna enemistad que surgió entre Stephen King y Stanley Kubrick
por la adaptación cinematográfica que el director de Lolita realizó de la novela del escritor de Maine, que echaba
pestes de esa visión, pero que el arriba firmante y millones de cinéfilos
consideramos una obra maestra. Jack Torrance, a quien daba vida Jack Nicholson,
murió congelado en el intrincado laberinto del hotel Overlook, pero a la
pesadilla sobrevivió su hijo Danny, al que encontramos ahora con una vida
tortuosa, alcoholizado y perdido. Flanagan
infunde su sello personal a la función y resulta mucho más fiel al texto para
alegría de King, recreando algunos de los pasajes que más huella dejaron en los
fans de la novela; esencialmente los viajes espaciales y la conexión entre Rose
la Chistera y la niña Abra.
Hay cierta poesía emocional en el viaje de
rehabilitación y expiación de Danny Torrance, convertido en el ángel de la
guarda de esos ancianos de la residencia geriátrica que ven cómo su presencia
ilumina su tránsito hacia la habitación del sueño eterno. Pero la amenaza está
en esos viajeros, especie de neohippies circenses, comandados por la villana
Rose y Papa Cuervo, que se alimentan del vapor de los niños que tienen el mismo
don que Danny y Abra, un vapor que aumenta con el dolor cuando son asesinados. Asistimos
a un enfrentamiento con armas en el bosque entre Danny, Billy (el buen
samaritano que le ha dado cobijo y trabajo) y Abra contra los acólitos de Rose,
que verán mermados sus efectivos. Más tarde
la función nos traslada a un decrépito Overlook, que entre el moho y el óxido conserva
su ancestral y misteriosa elegancia, para rendir tributo a El Resplandor con esas imágenes de un Danny niño pedaleando por la
moqueta, la aparición de las niñas gemelas asesinadas, la puerta destrozada por
el hacha de Jack, el laberinto… y aunque el clímax final, sempiterno
enfrentamiento entre las fuerzas del bien y del mal, está rodado con estrépito
de una forma atropellada, no emborrona algunos logros del film, como esa
primera media hora que capta a la perfección el contexto gélido y desgarrador
de la novela.
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