El último baile
“CLÍMAX”
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(Gaspar Noé, 2019)
Sigo al cineasta argentino afincado en
Francia Gaspar Noé desde su debut
con el largometraje Solo contra todos (1991) un crudo relato sobre los límites
amorales de la existencia que aún hoy sigue siendo su mejor película. Pero fue
en el año 2002 cuando alcanzó fama internacional con Irreversible, un film que
resultó un escándalo allí donde se estrenó por la salvaje escena de una
violación y la venganza adquiriendo su propia lógica interna. También disfruté Enter
the Void (2009) film entre lo experimental y lo surrealista que se
desarrolla en Tokio. Love (2015) película con imágenes
explícitas de sexo resultó mucho menos transgresora de lo que pretendía y se
impone como su más floja película hasta la fecha.
En su quinto largometraje, titulado Clímax nos traslada a los años 90 y
nos presenta a una veintena de bailarines de danza urbana que se reúnen para
unas jornadas de tres días de ensayo en un internado abandonado en el interior
de un bosque. Así, hacen su último baile común y luego montan la última fiesta
de celebración alrededor de una gran fuente de sangría. Enseguida la atmósfera
se vuelve eléctrica y una extraña locura envolverá la noche. A todos les parece
obvio el hecho de que han sido drogados pero no saben por quién o por qué.
Con un guión de no más de tres páginas, que
deja el verbo para mejor ocasión, Gaspar Noé encierra a sus bailarines
callejeros en un caserón del bosque en donde tras un par de números musicales
degustarán una sangría condimentada con algún componente lisérgico. La función
avisa al espectador que está basada en hechos reales (no he encontrado
información, puede ser una leyenda urbana), pero no importa porque todo parece
una excusa para montar unas espléndidas coreografías que a través de virtuosos
planos secuencia captan a la perfección la sincronización de la música electrónica
de los 80 y 90 con el movimiento de los cuerpos sudorosos de los bailarines que
parecen poseídos. Un rótulo con la frase
“La muerte es una cosa extraordinaria”
queda como sentencia premonitoria. Puede que sea así, porque durante la fiesta
una locura colectiva se apoderará de todos los bailarines dando sentido a otro
axioma que aparece sobreimpresionado: “Vivir
es una imposibilidad colectiva”. Para quien esto firma, Clímax sólo resulta interesante hasta el
primer y alucinante baile (la energía y la vida), todo lo demás es un proceso
extremo de aniquilación (la muerte) en su forma más primitiva y salvaje,
sin escrúpulos ni autocontrol.
Un poco de autocontrol sí se echa en falta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Claro, el aspecto lisérgico de la función lo contamina todo.
ResponderEliminarUn abrazo.