La guerrera del Apocalipsis
“ALITA, ÁNGEL DE COMBATE” êêê
(Robert Rodríguez, 2019)
Liado con series televisivas como Matador o Abierto hasta el amanecer, el último largometraje que vi de Robert Rodríguez fue Sin
City: Una dama por la que matar (2014) que codirigida por Frank Miller
me gustó mucho más que a la crítica oficialista que la tildó poco menos de
bodrio. Por el contrario es un film que gana bastante en un segundo visionado.
Tras firmar un par de cortos, el director texmex nos presenta ahora Alita,
ángel de combate, que adaptando la novela gráfica de Yukito Kishiro
parte de un guión en el que ha intervenido el propio director junto a James Cameron y Laeta Kalogridis, y que
se impone como un remake del anime de 1993.
Alita
(Rosa Salazar) se despierta sin recordar quién es en un mundo futuro que no
reconoce. Ido (Christoph Waltz) es
un cirujano de robots que la ha recogido de un desguace y se da cuenta de que
en alguna parte ese Cyborg abandonado y con cara de niña se encuentra el
corazón de una joven con un pasado extraordinario. Mientras Alita toma las
riendas de su propia vida y parece adaptarse a las peligrosas calles de Iron
City, Ido tratará de protegerla de su propio pasado, mientras que su nuevo
amigo, Hugo (Keenan Jhonson) se
ofrecerá a ayudarla a desenterrar sus recuerdos. Cuando las fuerzas corruptas
que manejan la ciudad comienzan a perseguir a Alita, ella descubre una pista
crucial sobre su pasado: posee habilidades de combate únicas que los que están
en el poder quieren controlar a toda costa. Sólo manteniéndose fuera de su
alcance, podrá salvar a sus amigos, a su familia y el mundo que ha aprendido a
amar.
Me encuentro en
condiciones de afirmar que esta adaptación de la clásica novela gráfica creada
por Kishiro entre 1991 y 1995 con el título original de GUNNM era la soñada por
fans que como yo aprecian la mano de James Cameron en el patrón creado por
Rodríguez. Con unos atractivos
escenarios urbanos de ciudades herrumbrosas en un futuro distópico y el frío
tono cyberpunk tan de moda en los 80 y 90, la función luce un primoroso diseño
de producción, y si el visionado es en 3-D, podemos apreciar unos exuberantes efectos
digitales que nos hacen recordar los recursos tecnológicos utilizados en Avatar por Cameron. Pero también está
muy presente el estilo y la dinámica de
la acción que Rodríguez empleó en Sin
City, con la exultante modificación por ordenador de los personajes reales.
Esto en cuanto al apartado técnico de una película que luce según los 200
millones invertidos en una producción de acción y ciencia ficción que mira por
el retrovisor, como casi todo el cine y la literatura posterior, a Blade
Runner.
Con el protagonismo de Rosa Salazar dando
vida en captura de movimiento a Alita (y buenos intérpretes secundarios como
Jennifer Connelly y Mahershala Ali), una guerrera cyborg con cuerpo robótico y
cerebro humano, el film fusiona con virtuosismo la frialdad metálica con el
calor humano para narrar una historia de supervivencia condimentada por una
explosiva y vertiginosa coreografía de la acción (peleas cuerpo a cuerpo,
persecuciones, frenéticas carreras de Motorball) y una gran imaginería visual,
cierto tono épico y romántico y un ritmo que en ningún momento decae. Alita,
ángel de combate se eleva como un artefacto creado con mimo y el
disfrute evasivo del espectador sin apenas mensajes o discursos didácticos, más
allá de la compleja relación sentimental de Alita con Hugo o la difusa
reflexión sobre la violencia y la diferencia de clases entre la gente que vive
en Iron City y la soñada ciudad colgante de Salem. Christoph Waltz da vida de
manera sentida y tierna al doctor que cuida y protege a Alita, convirtiéndose
en un aliciente exponencial de la película. Estamos ante una película
entretenida y muy bien realizada, sin pretensiones metafísicas pero de una
brillantez visual, formal en incluso conceptual en su vertiente cibernética.
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