Burda revisión de la leyenda
“ROBIN HOOD” ê
(Otto Bathurst, 2018)
Sin lugar a dudas, estamos ante la peor
adaptación cinematográfica del héroe del folclore inglés cuyas aventuras noveló
Walter Scott y que con su certero arco defendía a los pobres y oprimidos. Un
fuera de la ley que se escondía en los bosques de Sherwood y Barnsdale, cerca
de la ciudad de Nottingham. Otto
Bathurst, curtido en potentes series como Black Mirror, nos presenta una zarrapastrosa versión en la que Robin of Loxley (Taron Egerton), un
cruzado ejercitado en mil batallas, y su comandante morisco Little Jhon (Jamie Foxx) se rebelan
contra la corona de Inglaterra rebosante de corrupción.
Como apuntaba, petarda nueva adaptación a la pantalla
grande de las aventuras del
héroe/forajido que robaba a los ricos para entregarles las viandas a los
pobres. Y uno no puede tomarse en serio a un Robin jovenzuelo al que vemos
investido como cabecilla de una banda de revolucionarios anticapitalistas que
con visos de contemporaneidad, aunque la acción esté ambientada en la Edad
Media, intenta hacer paralelismos entre el discurso del Sheriff de Nothingam y
los movimientos de extrema derecha que actualmente afloran por todo el mundo. Pero no importaría esta gilipollez si no
fuera porque esa denuncia (contra la xenofobia, la corrupción política y la
rapiña económica) queda diluida por las interpretaciones de un pésimo reparto
(sólo se salva Ben Mendelsohn) , un guión absurdo, una banda sonora horrorosa y
una dirección alocada más propia del
campo del videoclip. Eso sí, ahora Little Jon es negro y Lady Marian una empoderada
action-woman. ¡Cágate lorito!
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