El asqueroso estado de las cosas
“EL REINO” êêêê
DIRECTOR: RODRIGO
SOROGOYEN.
INTÉRPRETES: ANTONIO
DE LA TORRE, JOSEP MARÍA POU, NACHO FRESNEDA, ANA WAGENER, BÁRBARA LENNIE, LUIS
ZAHERA.
GÉNERO: THRILLER / ESPAÑA / 2018 / DURACIÓN: 122
MINUTOS.
Tras haber firmado tres largometrajes en
solitario (recordemos que codirigió junto Peris Romano la comedia de 2008 8
citas) podemos afirmar sin temor a equivocarnos que Rodrigo Sorogoyen es hoy uno de
nuestros más sólidos valores cinematográficos. Sorprendió (y mucho) su ópera
prima Stockholm (2013), descarnada radiografía de la juventud con un
giro absolutamente brutal. Pero fue su segundo largometraje el trampolín que le hizo saltar a un público más amplio, Que
Dios nos perdone (2016) que cosechó un puñado de premios y se impone
como uno de los mejores thrillers de la historia de nuestro cine, con unas
interpretaciones primorosas y un mensaje devastador sobre nuestras más pútridas
miserias cotidianas.
Sin apartarse del thriller, ahora con
tintes políticos, nos presenta El reino, cuyo argumento sigue a Manuel (Antonio de la Torre) influyente
vicesecretario autonómico que lo tiene todo a su favor para dar el salto a la
política nacional, pero ve cómo todo se derrumba a raíz de unas filtraciones
que le implican en una trama de corrupción junto a Paco (Nacho Fresneda) uno de sus mejores amigos. Los medios se
hacen eco del escándalo, pero el partido cierra filas y sólo Paco sale indemne.
Manu es expulsado del partido, señalado por la opinión pública y traicionado
por todos los que hace poco eran sus amigos. Manuel no está dispuesto a cargar
solo con la responsabilidad y está dispuesto a tirar de la manta, pero tendrá
que enfrentarse a una maquinaria de corrupción bien engrasada.
Lo cierto es que quien tiene cerca la caja,
mete la mano. Y no es ninguna novedad que la administración pública se imponga
como la mayor ciénaga de corrupción. Aun así, lo más hiriente y lo que más le
interesa subrayar a Sorogoyen es la impunidad de la que gozan esos gángsteres
de coche oficial y la lasitud de las penas que les son impuestas cuando son
juzgados, fijando su mirada en esos cortafuegos que representan los peones, su
anunciado sacrificio para evitar que la mano de la justicia condene a sus
jefes, inmunes en la más alta atalaya del reino. Manu (superlativo Antonio de
la Torre) es sólo un débil eslabón de un engranaje bien engrasado por los
políticos profesionales desde tiempos ancestrales, una casta que mantiene el
sistema de partidos para lucrarse de las mordidas del dinero procedente de la UE,
las recalificaciones de terrenos, el tráfico de influencias y el enchufismo,
gozando de una vida de lujo asiático mientras esos cómplices y tontos
necesarios que son los votantes alimentan el repugnante estado de las cosas.
Manuel
queda señalado por una filtración interesada, se sabe culpable, pero no el
mayor culpable, acompañado por la insoportable sospecha de la traición, la
cámara le sigue de forma impenitente y viscosa para mostrar su angustia
(atención a la escena de la fiesta) y la de su familia, pero también su firme
decisión de levantar las alfombras para no comerse el marrón solo. Una decisión
peligrosa para sus intereses como le advierte Frías, el boss, al que da oxígeno
de manera brillante Josep María Pou. Lo comprobará en sus propias carnes.
El reino recrea con virtuosismo el vértigo, el abismo que se
abre bajo los pies del vicesecretario autonómico que estaba llamado para causas
mayores y ve cómo todo su mundo (su comodísima vida, las travesías en yates de
lujo, las mariscadas, los obsequios…) se derrumba. El sistema continuará igual aunque caigan reyes y peones, una certeza
que no servirá de consuelo a Manu, viviendo su propia pesadilla entre la culpa,
la redención y la paranoia, atrapado en su frenética espiral para tratar de
encontrar las pruebas que demuestren que en esa red mafiosa, corrupta y cruel de
la política, él es sólo un simple emisario, un jornalero. Pero su incisiva
denuncia caerá en el vacío… y serán los muertos de hambre que les votan los que
tendrán que interrogarse por ello. Una gran película que explora un tema
siempre de actualidad en repúblicas bananeras como la nuestra.
Parece que este director no baja el listón.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es sin duda una de las apuestas más fiables del cine español.
EliminarUn abrazo