"OCEAN´S 8" êê
(Gary Ross, 2018)
Secuela femenina de la saga creada por Steven Soderberg que en esta ocasión dirige Gary Ross (Los juegos del hambre, Los hombres libres de Jones) para contarnos que ahora las reinas del robo son mujeres. Veamos: Debbie Ocean (Sandra Bullock) acaba de salir de la cárcel y ya tiene en mente el robo del siglo en Nueva York junto a su mano derecha, Lou (Cate Blanchett). Su objetivo será hacerse con un valioso collar Cartier que llevará Daphne Kluger (Ann Hataway) durante la Gala MET, un importante evento benéfico anual que marca el inicio de la temporada en la industria, y que es conocida por la asistencia de una multitud de estrellas y celebridades. Para llevar a cabo su plan, Debbie y Lou reclutarán a Nine Ball (Rihanna), Amita (Mindy Kaling), Constance (Awkwafina), Rose (Helena Bonham Carter) y Tammy (Sarah Poulson). Pero las sospechas de un agente de seguros, John Frazier (James Corden) pondrán en riesgo el meticuloso plan trazado por la banda de atracadores.
Debbie, como hermana de Danny Ocean,
personaje que interpretara George Clooney, y teniendo a su lado a Lou, que asume
el rol que jugara Brad Pitt en su día, son dos chicas guerreras al mando de una
cuadrilla de habilidosas féminas que ahora no tienen como objetivo un casino
sino un colgante Cartier valorado en 150 millones de dólares, una carísima joya
rebosante de pedruscos que sirve de gancho para que entre en juego una
fantástica Ann Hataway.
La función y el catálogo de actrices más o
menos exuberantes sólo tienen como coartada subirse a la ola de visibilidad
femenina que nos invade (cosa que me importa un carajo) sin aportar novedades a
una fórmula ya muy gastada tras la trilogía firmada por Soderberg. Con un guión
ñoño, hay decenas de películas de ladrones de guante blanco mejor que este film
de Ross, qué sólo puede presumir de sofisticación para adornar a una pasarela
de actrices veteranas (y amantes del botox) y otras más jóvenes y lozanas con
las dotes interpretativas justitas. Un previsible happy end clausura una
película francamente olvidable.
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