Venganza es mi nombre
“REVENGE” êêê
DIRECTOR: CORALIE FERGEAT.
INTÉRPRETES: MATILDA LUTZ, KEVIN
JANSSENS, VINCENT COLOMBE, GUILLAUME BOUCHÈDE.
GÉNERO: THRILLER / FRANCIA / 2017 / DURACIÓN: 108
MINUTOS.
Que yo sepa, sólo dos cortometrajes, Le telegramme (2003) y Reality + (2014), sirvieron de
iniciación para que la directora francesa Coralie
Fargeat diera el salto a la dirección de largometrajes con esta
sorprendente ópera prima presentada en el pasado Festival de Sitges un éxito
aceptable entre la crítica.
Sin excesiva originalidad en su premisa, Revenge
nos presenta a Richard (Kevin Janssens) un adinerado hombre de negocios que va
acompañado de su amante, Jen
(Matilda Lutz) a una de sus escapadas de caza junto a dos amigos. La hermosa
joven no pasa desapercibida para uno de los amigos de Richard que tomando por
otra cosa el carácter desenfadado y chispeante de la joven la viola en ausencia
de Richard. Cuando regresa Richard le cuenta lo sucedido y como no hace nada,
le amenaza con contarle la infidelidad a su esposa. Viendo que todo su mundo
puede derrumbarse, Richard y sus amigos intentan deshacerse de ella para
siempre. Dejada por muerta en medio del desierto, la chica vuelve a la vida y
el juego de caza se convierte en una venganza implacable.
El cine ya nos ha dado buenos ejemplos de
películas dentro de este subgénero conocido como rape & revenge (violación
y venganza), entre las más conocidas podemos citar Ángel de venganza (Abel
Ferrara, 1981), Desenlace mortal (Bo Arne Vibenius, 1973), Perros de paja (Sam
Peckinpah, 1971), la obra maestra de Ingmar Bergman El manantial de la doncella
(1960) y la icónica La violencia del sexo (Meir Zarchi, 1978) por citar varios
ejemplos. Precisamente con ésta última y reivindicada película comparte muchos
puntos en común la cinta de Fargeat, incluso el nombre de la protagonista a la
que aquí da oxígeno de manera vibrante una superlativa y hermosa Matilda Lutz. Estamos ante un relato de supervivencia
extrema en un medio hostil rodado con un potente look visual, un certero escupitajo
sobre los ritos cotidianos de la viscosa e inherente misoginia y auge del
empoderamiento femenino que nos presenta el espeluznante retrato de una mujer
que lucha por su vida hasta el paroxismo y a la que sólo la venganza mantiene
en la lucha.
Con algunas secuencias sanguinolentas que pueden
revolver el estómago a los no iniciados, Revenge abraza el axioma del “ojo
por ojo” (precisamente el título de otro film de violación y venganza firmado
por John Schlesinger en 1995) para que sin tregua ni perdón la víctima ejecute un
acto de justicia implacable. Aconsejo que el espectador esté siempre preparado
para suspender la credibilidad no sólo porque resulta inverosímil que la
protagonista pueda salir con vida de tan insufrible calvario, igualmente porque
algunos trucos están cogidos con pinzas con el único objetivo de hacer
evolucionar la acción por serpenteantes territorios.
Dejando de lado esas inconsistencias, estaremos de
acuerdo en que la escena de la violación la despacha la directora francesa con
tres brochazos y sin el más mínimo regodeo (nada que ver con la salvaje
explicitud de, por ejemplo, Irreversible), tal vez la única
señal que nos podría llegar a indicar que detrás de la cámara se encuentra una
mujer. La acción de Revenge transcurre en un paraje desértico indeterminado,
desolado paisaje en donde asistiremos a un ritual de peyote que resultará
esencial en la resurrección de nuestra heroína, una escena que lleva implícito
un humor cáustico y un aura de misticismo y fantasía.
La función, además de
resultar entretenida, se eleva como una denuncia contra el machismo que carcome
todo el tejido social, y nos seduce por su ritmo vertiginoso que apenas concede
un respiro al espectador, que verá cómo un acto sobrehumano de supervivencia el
renacer de la protagonista, que pasará de ser una simple carnaza a cazadora. Revenge
se impone como una hiriente y descarnada fábula sobre los resortes sociales
y psicológicos de ese repugnante machismo que toma a las mujeres bellas como
objetos sexuales descerebrados, coartada moral que sirve también para
desarrollar un subversivo, musculoso y desgarrador thriller de acción pura y
dura.
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