“JEEPERS CREEPERS 3: CATHEDRAL” ê
Víctor
Salva tenía como su película más conocida Powder (1995) sobre un
joven albino de extrema inteligencia que provoca el miedo y la burla en los
vecinos de su localidad. Pero fue con Jeepers Creepers (2001) con la
que unió su nombre a un nuevo, letal y escalofriante mito del terror, The
Creeper, el terrible y alado monstruo caníbal. Debido al gran éxito de la
cinta, no tarda en estrenarse Jeepers Creepers 2 (2003) en la
que anulado el factor sorpresa, consigue entusiasmar a los aficionados con más
acción y gore.
Esta secuela muy tardía
titulada Jeepers Creepers: Cathedral nos sitúa 23 primaveras
después de que Trish (Gina Philips)
viviera las espantosas pesadillas reales a las que tuvo que hacer frente cuando
ella y su grupo de amigos se toparon con
The Creeper. Ahora se ha convertido en madre y tiene un hijo adolescente
llamado Darry en memoria de su fallecido hermano. Mientras un grupo de hombres
armados liderados por un comisario y el sargento Davis siguen la pista de la
criatura para darle muerte de una vez por todas y salvar de sus garras a una
chica, Addi (Gabrielle Haugh) que
tiene secuestrada dentro de la camioneta.
Detrás de la cámara y el guión se sitúa de
nuevo al californiano Victor Salva (que, recordemos, en 1989 fue condenado por
abusos sexuales a menores y tenencia de pornografía infantil) que abunda en las
constantes de una trama que no ha cambiado, por lo que nada novedoso encontramos en un relato por el que desfilan personajes
insustanciales y que a pesar de tener como eje central a una criatura demoníaca
tan eficaz carece de secuencias memorables y de la más mínima emoción, debido a
unos personajes estereotipados que no proyectan nada de empatía.
La función rebosa lugares comunes (el sur
agrícola con su monótona vida social y su extenso territorio) en donde el
componente sobrenatural aporta efectos digitales muy pobres, aunque el Creeper,
con buena labor de maquillaje, que se alimenta del miedo y de carne humana, se
nos presenta más rápido, poderoso e inteligente que en las anteriores entregas,
lo que le hace más imponente y mortal. Pero lo que más sobresale es su viejo,
oxidado, inexpugnable y fantasmal camión Chevy, a prueba de balas y convertido
en una trampa mortal. Manejando un
exiguo presupuesto, Salva sitúa la acción poco después de la primera entrega y
días antes de la segunda, aunque da igual este dato porque el guión es
flojísimo y la acción carece de escabechinas gores. En realidad, la función
cuenta con muy pocas set pieces de acción violenta (el ataque a la camioneta de
la pareja en la granja es la mejor por la cercanía de la bestia), y sí bastantes
secuencias para el sonrojo ensambladas a modo de copy-paste.
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