Cuarta colaboración del director catalán Jaume Collet-Serra con el
veterano actor irlandés Liam Neeson para armar un thriller que sigue el
trayecto habitual de vuelta a casa de un hombre de negocios felizmente casado
(Nesson) que durante el viaje entabla una conversación con una misteriosa
pareja. Pronto el hombre se verá envuelto en una conspiración criminal que
amenaza con poner en peligro tanto su vida como la de sus seres queridos.
Con música de Roque Baños y un
guión escrito por Byron Willinger y Philip de Blasi, la película tiene previsto
su estreno en nuestro país el 12 de enero de 2018. Afincado en Los Ángeles
desde 1992, Collet-Serra ha contado con los servicios de Liam Neeson para los
thrillers Sin identidad (2013),
Non-Stop (2014) y Una noche para sobrevivir (2015). Acompañando
a Neeson en el reparto tenemos a Vera Farmiga, Patrick Wilson, Sam Neill,
Jonathan Banks y nuestra Clara Lago entre otros. Recordemos que
Collet-Serrá debutó en 2005 con la cinta de terror La casa de cera.
La directora escocesa Lynne Ramsay se está construyendo una
sólida y sobresaliente carrera que, tras varios cortos, comenzó con el
largometraje Ratcatcher (1999), film de tono social y ambientado a finales
de los 70 cuya trama se levanta tras la trágica muerte de un niño en una pelea.
Fue en 2002 cuando presentó su siguiente película, Morvern Callar, que protagonizada por Samantha Morton sigue a una
joven que tras salir de su trabajo como cajera de un supermercado llega a casa
y encuentra el cadáver de su novio, que al parecer se ha suicidado. Tras agenciarse
la novela que él había terminado recientemente, inicia un viaje iniciático a
Ibiza. Tras nueve años desde esa última película, firma la que es su obra más
conocida, Tenemosque hablar de Kevin (2011), cinta
basada en la novela de Lionel Schriver con Tilda Swinton dando vida a una
escritora que a la edad de 40 años decide tener su primer hijo y tiene que
enfrentarse a las dificultades que ello conlleva.
A pesar de contar con esta escueta y
brillante filmografía, siempre enmarcada dentro del más rabioso cine
independiente, Ramsay logra llegar a un público más amplio con este contundente
thriller titulado En realidad, nunca estuviste aquí que consiguió alzarse con los
premios al Mejor Actor para Joaquin Phoenix y al Mejor Guión en el pasado
Festival de Cannes. Veamos: Joe
(Joaquin Phoenix) ex marine y antiguo veterano de guerra es un tipo solitario
que dedica su tiempo a salvar mujeres que son explotadas sexualmente. No se
permite ni amigos ni amantes y se gana la vida cobrando por rescatar jóvenes de
las garras de los tratantes de blancas. Un día recibe la llamada del senador Williams (Alessandro Nivola) que le
pide que rescate a su hija, Nina
(Ekaterina Samsonov) que ha sido secuestrada por una red de tráfico sexual.
Tomando como base la novela corta de
Jonathan Ames, la última película de Ramsay abraza las claves y códigos del
cine noir para edificar sobre la
negra jungla de asfalto un retrato implacable y turbador de una mente
torturada; de la herida existencial de Joe que sangra a borbotones (un superlativo
Joaquin Phoenix que tiene la estatuilla dorada más cerca que nunca), una
expansiva laceración del alma para la que no encuentra penitencia ni bendición
divina. La redención en forma de despiadada venganza llegará con el peligroso
rescate de la hija adolescente de un político que ha sido víctima de la mafia
de la prostitución infantil. Aunque no todo sale como él esperaba, el infierno
se desatará en un burdel de Manhattan. La bestia que Joe lleva dentro ha
despertado con una determinación devastadora.
Ramsay en ningún momento se aleja de su característico
estilo personal marcado por abrumadores primeros planos de rostros y cuerpos
dotando a la acción y pautas del relato de una pegajosa fisicidad, remarcando
la impenetrable psicología de los personajes, ampliando obsesivamente los
detalles e imprimiendo a la violencia del relato (traumáticamente desarrollada
de forma elíptica o con la cortina del fuera de campo) para conformar el corpus
de un exuberante thriller que alguien ha definido como el Taxi Driver del siglo XXI,
pero que a diferencia de aquella cuartea el clímax final con una magnífica
labor de planificación y montaje con el recurso de las cámaras de vídeovigilancia,
jugando con el tiempo y el espacio y a donde muestro castigado protagonista
llegará para poner fin a la pesadilla con un baño de sangre.
Entre la sensible y tierna relación con su
anciana madre en un ámbito doméstico y su trabajo como rescatador de almas en
la hoguera, transcurre la turbulenta y pesarosa vida de Joe, en consonancia con
la atmósfera, sórdida, opaca y desesperanzadora creada en torno a él, dueño de
una personalidad lacónica y tortuosa y una rutina rebosante de turbulencias. El
guión tiene más aristas de lo que en un primer visionado pueda parecer, y la
sinuosa dirección que alguien puede tildar de amanerada yo lo defino como radiante stilo.
El espectador presume que la tormentosa corriente
existencial de Joe sólo puede arrastrarle hacia una catarata de violencia
infernal, y que el origen de sus traumas, demonios interiores y pulsiones
autodestructivas (explicados de manera modélica a través de incisivos flash
backs) quedarán abiertos en canal por la lógica de una venganza demoledora. Cuando
caen los títulos de crédito, mis ojos brillan como ídolos de jade. Gran
película.
Zack Snyder es el encargado de esta
esperada y finalmente decepcionante reunión de los superhéroes más icónicos de
DC que nos cuenta cómo después del sacrificio realizado por Superman (Henry Cavill), Bruce Wayne/Batman (Ben Affleck)
impulsado por una nueva fe en la humanidad e inspirado por el acto desinteresado
del Hombre de Acero, revalúa sus métodos extremos y decide reclutar a nuevos
aliados con habilidades extraordinarias. Su objetivo es crear La Liga de la
Justicia, un equipo de superhéroes que luchen contra el crimen y defiendan la Tierra
de cualquier amenaza. Así, WonderWoman (Gal Gadot), la antigua estrella
del fútbol Vic Stone/Cyborg (Ray
Fisher), el guerrero atlante Aquaman
(Jason Momoa) y el joven y veloz corredor The
Flash (Ezra Miller) se unirán a Wayne para hacer frente a un poderoso
adversario, Steppenwolf (Ciaran
Hinds) un general con muy malas intenciones del planeta Apokolips Darkseid.
Entre que uno está saturado de estos
artefactos que trasladan las viñetas del cómic a la pantalla grande, que para
esta producción se han situado al menos dos directores detrás de la cámara y
que el villano elegido carece del mínimo carisma exigible, tomo asiento en la
butaca con una pereza claramente descriptible. Un pobre diseño de producción,el
exceso de digitalización y hueca verborrea sobre el bien y el mal, el recurso
de la voz gutural para poner énfasis a la maldad, el ridículo MacGuffin de las
tres cajas como elemento dinamitador del planeta y el perfil apenas esbozado de
los nuevos personajes, representan obstáculos insalvables que impiden captar la
atención del espectador más exigente.
Resulta que el mundo está más indefenso sin
la presencia de Superman, y es por esto que se crea La liga de la Justicia
haciendo bueno el refrán de la unión hace la fuerza, pero observamos que ni con
esas, pues será preciso la resurrección del superhéroe de Krypton para hacer
frente a la poderosa amenaza real. Como les cuento.
Tras haber dirigido El
Hombre de Acero (2013) y Batman v Superman: El Amanecer de la
Justicia (2016), Snyder parte de
un guión malo para recrear con una fotografía mediocre y una estética feista los
universos de Los Atlantes y el reino de las Amazonas en donde el caos y la
neurosis se apodera de la acción, planificando secuencias de manera torpe y
estruendosa. Sólo la belleza y calidez de Gal Gadot dando oxígeno a Wonder
Woman, la simpatía y humor de The Flash y la presencia de Ben Affleck cuando no
viste el disfraz ni emite esos gemidos asmáticos, ponen algo de colorido al
desastre… Y aun así a uno no le apetece volver a ver en un futuro a esta
pandilla en una pantalla de cine.
Trent
Haaga, especialista en comedias negras rodadas con presupuestos de guerrilla
(recordemos la muy digna Chop, 2011) nos presenta ahora este
thriller que mezcla el romance y la comedia para narrarnos la historia de Chip (Matthew Gray) y Liza (Annalynne
McCord) una pareja realmente peculiar. Cuando Liza convence a Chip para robarle
68.000 dólares a su ruin jefe, a quien satisface sexualmente a cambio de
dinero, Chip comienza a descubrir el lado oscuro de Liza. Ahora Chip tiene un
arma, una chica en el maletero del coche (Alisha Boe) y menos de 24 horas para
tratar de salir del peligroso lío en el que se ha metido.
Convertido con sólo dos
películas en un director de culto, Haaga, con una afianzada carrera como
guionista, nos hace pasar una hora y media de entretenimiento puro y duro
demostrando el talento que atesora. Beneficiándose de unos competentes
intérpretes y un aseado libreto coescrito entre el propio director y Bryan
Smith, sigue los pasos de una pareja con una vida sexual muy particular y en la
que ella, la impulsiva psicópata Liza, lleva la voz de mando, también como
maestra de iniciación de Chip en el crimen en el mundo del crimen.
Las acciones
de violencia extrema (algunas de ellas protagonizadas por el sucio y retrasado
psicópata hermano de Liza) se ven asaltadas por situaciones y diálogos
sumamente hilarantes. Y es que la trama
de 68 Kill da para muchas secuencias
escabrosas y rocambolescas protagonizadas por personajes caricaturescos. En el
tono y los giros argumentales podemos apreciar el eco referencial de Tarantino,
pero Haaga consigue imprimir su sello personal y mantener la intensidad del
relato hasta los créditos finales.
Por cómo le hace el amor, Chip tendría que
haber intuido que algo no funciona bien la cabeza de Liza, pero él está
enamorado hasta las trancas de ella y el amor es ciego, sin embargo, está lejos
de imaginar la personalidad macabra y sanguinaria que oculta su preciosa y
rebelde compañera. Peor, no lo quiere imaginar. Chip, en su huida adelante, tendrá
tiempo de enamorarse de nuevo de otro bellezón (Alisha Boe) pero el fugaz
romance terminará trágicamente.
Así, al protagonista se le acumulan las
desgracias siempre rodeado y siendo víctima de mujeres fatales: atención a su
despertar después de haber sido drogado en un motel de carretera y al momento íntimo
con la rubia en el almacén de la gasolinera. 68 Kill fusiona con
desparpajo el gore y el humor disparatado en escenas bien planificadas,
derivando en una divertida gamberrada rodada con oficio y estilo, y concluye
obligando a Chip a recapacitar sobre su sensible tendencia al enamoramiento
fácil. Me gusta la carrera iniciada por este director californiano.
Lynne
Ramsay (Tenemos que hablar de Kevin) dirige este thriller de tono dramático
en el que un veterano de guerra (Joaquin
Phoenix) dedica su tiempo a salvar mujeres del tráfico sexual en el que
están metidas. Un día recibe la llamada de un político porque su hija ha sido
secuestrada. No todo sale como él había previsto y el infierno se desata en un
burdel de Manhattan, donde la violencia y la corrupción hacen despertar a la
bestia que lleva dentro. De esta manera la venganza se convierte en su
motivación.
Muy cerca está ya el estreno de esta
poderosa apuesta que con un guión de la propia directora escocesa basado en la
novela de Jonathan Nivola, tiene como protagonistas a Joaquin Phoenix,
Alessandro Nivola, Ekaterina Samsonov, John Doman y Judith Anna Roberts. El film se alzó con el
Premio al Mejor Actor y el Mejor Guión en el pasado Festival de Cannes, y ha
sido definido por algún crítico como “una
brutal e implacable Taxi Driver del siglo XXI”. De manera que, se pueden
hacer una idea de mi ansiedad y de cómo se me cae la baba.
Dirigida por Agustín Díaz Yanes (que llevaba ocho años sin situarse detrás de la cámara) y basada
en un relato corto inédito de Arturo Pérez Reverte e inspirada en la expedición
de los conquistadores Lope de Aguirre y Vasco Núñez de Balboa, Oro
nos sitúa en 1538 siguiendo a un grupo de treinta hombres y dos mujeres en plena
selva amazónica en la búsqueda de El Dorado, ciudad que creían construida
completamente de ese preciado (y vil) metal, y así conseguir riquezas, fama y
la gloria de la inmortalidad.
El vasco Iturbe le pregunta a
Martín Dávila (émulo del extremeño Núñez de Balboa):
-¿Tú de dónde eres?
-De Extremadura.
-Mala tierra, mala gente.
Dejando aparte la licencia cinematográfica
de tan gratuito diálogo y la impresión negativa que mucha gente tiene de los
expedicionarios que se lanzaron a la búsqueda de El Dorado, la interpretación
más correcta sería “Extremadura, una tierra dura, de gente dura”. Por el
contrario, y como extremeño, los conquistadores siempre han estado envueltos
para mí por el aura de los héroes valientes. Con un ajustado presupuesto de 8
millones de euros y cierto tono teatral, Agustín Díaz Yanes nos relata un
pequeño pasaje de la gran aventura a lo largo y ancho de la selva amazónica de
unos hombres alucinados que, empujados por la ambición, la gloria y el poder, conquistaron un Nuevo Mundo.
La épica del relato, impregnado
de sangre y barro, rebosa cainismo, deslealtad, conspiraciones, traiciones,
infidelidades y violencia cruda que Yanes camufla en demasiadas ocasiones con
la anestesia del fuera de campo. Con una magnífica música a cargo de Javier
Limón, una viscosa iluminación de Paco Femenía y sin nada que objetar al
trabajo de los intérpretes, entre los que sobresale Raúl Arévalo dando oxígeno
al conquistador extremeño y la bella Bárbara Lennie, la función, en ocasiones reiterativa en sus recursos narrativos y
visuales, te asfixia hurgando en los bajos instintos humanos, el progresivo
deterioro de la ética y la moral, de los sentimientos y las lealtades, un sucio
y brutal microcosmos en donde la palabra de Dios se impone como una quimera tan
lejana e inaccesible como el sueño de El Dorado. Al final, la mirada cansada de
Núñez de Balboa clavando el estandarte en el Mar del Sur, que posteriormente
Magallanes rebautizaría como Océano Pacífico por sus aguas serenas.
La madrileña Ana Asensio debuta con esta película basada en algunas de sus
experiencias personales mientras estudiaba arte dramático en los Estados
Unidos, y en la que ella misma da vida a Luciana, una inmigrante que lucha por
sobrevivir en Nueva York y que busca la redención de un pasado tormentoso del
que huye a través de un peligroso juego.
Protagonizada, escrita y dirigida por Ana Asensio en
un arriesgado ejercicio de one woman show, Most
Beautiful Island se apoya en una espléndida iluminación de Noah Geenberg que
proyecta una mirada sombría sobre la alienante vida urbana, para convertir la
cámara en el ojo de cíclope que persigue inmisericorde a la fascinante
protagonista en sus peripecias por encontrar una salida a su maltrecha vida y
restañar una herida del pasado que todavía sangra, dueña de una soledad
inabarcable y en ciega huida hacia adelante.
Con ecos de 13 Tzameti (Géla
Babluani, 2005), la función se impone como un documento demoledor sobre la vida
de los inmigrantes sin papeles y el racismo imperante en la sociedad
estadounidense, que en su más triste y dolorosa miseria son capaces de aceptar
cualquier oferta (incluso un juego peligroso) para no tener que mendigar. La vida
de Luciana, rebosante de carencias económicas y afectivas (sus padres viven en
España) la llevan a recorrer la jungla de asfalto esperando una oportunidad, un
golpe de suerte. Parece que el momento ha llegado cuando su amiga Olga la
invita a asistir a una fiesta muy particular.
Después
de transitar por el drama social y pasar a los dominios del sórdido thriller
psicológico, es en el tramo final cuando la película pierde su vena espontánea
y enérgica, pues si hasta entonces la trama goza de buen ritmo y Asensio va
guiando con pericia y pegajosa cercanía los pasos de Luciana (ella misma) sin
que nada resulte previsible, finalmente todos habríamos apostado por un final
más rompedor y feroz que el que nos ofrece. Aun así, Most Beautiful Island es
una cinta apreciable que sirve como vehículo para la presentación y lucimiento
de su verdadera estrella, Ana Asensio.