"LA NIEBLA Y LA DONCELLA" êê
El director tinerfeño Andrés Koppel tenía ya una acreditada experiencia como guionista antes de firmar el libreto de La niebla y la doncella, película basada en la novela homónima de Lorenzo Silva. Por ejemplo, coescribió junto a Juan Carlos Fresnadillo el guión de Intacto (2001), colaboró en la escritura de aquél errático remake italiano de Atrapado en el tiempo titulado Un día sin fin (Giulio Manfredonia, 2004) y figura junto a Luis Larranz como autor del libreto del aceptable film bélico Zona hostil (Adolfo Martínez, 2017).
La niebla y la doncella (título que
recuerda a la estremecedora obra del dramaturgo Ariel Dorfman La
muerte y la doncella que llevó al cine de manera sublime Polanski en 1994)
nos presenta al sargento Ruben
Bevilacqua (Quim Gutiérrez) y la cabo Virginia
Chamorro (Aura Garrido) dos investigadores de la Guardia Civil que tienen
el encargo de resolver un complicado caso que comenzó dos años atrás, cuando un
político local fue el sospechoso del asesinato de un joven, cuyo cuerpo
apareció degollado en la isla de la Gomera, aunque finalmente fue absuelto. Nuevas
pistas llegan a la mesa del sargento,
que se embarca en un viaje a la isla junto a su compañera, donde se verán envueltos
en una maraña de corrupción y amores prohibidos, que pondrá a prueba su
fortaleza profesional y sus emociones.
No engañaré a mis lectores afirmando que La
niebla y la doncella es una película redonda, está muy lejos de ello,
tampoco creo, como algunos aseguran, que la criatura de Koppel sea absolutamente
detestable. Cierto que para ser una ópera prima la función resulta
excesivamente academicista, de una rigidez metodista innecesaria sobre todo a
la hora de construir arquetipos que forman parte del expediente canónico del
thriller y el cine negro. El director debutante asume pocos riesgos y aunque
revela que conoce los códigos del género los aplica de manera muy plana, sin
efervescencia, sin chispa, sin la frescura que parece alumbrar ese comienzo con
la persecución en coche por una desierta y neblinosa carretera de la Gomera. Brillante
como introducción.
Existe
un error importante en la selección del elenco protagonista porque uno no se
imagina a Quim Guitérrez metido en la piel del suboficial Bevilacqua, que al
igual que las guapas Aura Garrido y Verónica Echegui parecen sacados del
catálogo de moda de unos grandes almacenes. Pero el gran error de esta película
de clásico tono detectivesco es que a medida que avanza el metraje la narrativa
se emponzoña de manera abstrusa e
incomprensible, tal vez la peor derivada de un guión confuso rebosante de diálogos
poco trabajados, personajes poco definidos (Roberto Álamo está muy
desaprovechado) y escenas mal
planificadas.
La niebla y la doncella abre
demasiadas batallas (corrupción policial, presiones políticas, tráfico de
drogas, pistas que no conducen a nada, vídeos sexuales, prostitución,
infidelidades…) que sólo sirven para embarullar el relato y que en su función
de subterfugios de manual son ensamblados desmañadamente en la función,
restando claridad e incluso coherencia a la intriga. Con una aceptable factura técnica y unos planos soberbios de los
paisajes de la Gomera gracias a la notable iluminación de Álvaro Gutiérrez, a
la película le sobra verborrea y se ve castigada por la saturación de nombres, datos
y personajes irrelevantes que no aportan nada a la trama. Esperemos que
Koppel encuentre más luz en sus próximos proyectos… si estos llegan, aunque uno
se queda con la sensación de oportunidad perdida que tal vez hubiera mejorado
si el guión estuviera firmado por Lorenzo Silva, pues la única adaptación
cinematográfica interesante de una novela suya partió de un libreto propio, me
refiero a La flaqueza del bolchevique (Manuel Martín Cuenca, 2003).
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