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sábado, 12 de agosto de 2017

MORENA BACCARIN SEXY EN “DEADPOOOL” (2016)


   Una verdadera sorpresa ha supuesto la adaptación a la pantalla grande de las aventuras de este personaje segundón de Marvel Cómics creado por el dibujante Rob Liefeld y el escritor Fabián Nicieza que apareció por primera vez en 1991 en el vol. 1 de New Mutants y posteriormente en ediciones de X-Force. No es un superhéroe al uso, sino un antihéroe nada convencional antiguo agente de las fuerzas especiales reconvertido en mercenario que, tras sufrir un cruel experimento, adquiere poderes especiales de autocuración y otras habilidades.

    
 Veamos: tras su paso por las Fuerzas Especiales de los Estados Unidos, Wade Wilson (Ryan Reynolds), se gana la vida como matón a sueldo ayudando a la gente que no puede defenderse por sí sola. Junto a su novia, Vanessa (Morena Baccarin) su vida transcurre de forma normal hasta que le diagnostican un cáncer con metástasis. Con esa sentencia, se somete al experimento Weapon-X para intentar salvar su vida. La terrible experiencia le ha hecho indestructible pero le ha dejado el rostro y el cuerpo horriblemente desfigurados. De modo que ingenia un traje que le cubre totalmente y se convierte así en el antihéroe Deadpool, que con sus socarrones comentarios tratará de dar caza al hombre, Ajax (Ed Skrein) que casi le destruye la vida.


 Deadpool es divertida, obscena, gamberra, disparatada, autoparódica e ingeniosa. Deadpool está a otro nivel, una sátira cojonuda que lanza escupitajos a todas las películas pretenciosas de superhéroes. Su tono irreverente tritura todos los cánones establecidos del género y revitaliza las escenas de acción sin importarle que se desmadre su carácter hiperbólico: acción adrenalínica, enfáticos ralentíes, efectos digitales y de sonido contundentes, y un humor cínico, retorcido, corrosivo, inmoral que altera las reglas del juego y convierte esta gran broma en una pequeña joya del slapstick que tiene siempre al espectador como aliado.

  Deadpool tiene una estructura fragmentada y narra a través de flsah backs la génesis del deslenguado protagonista, algo que ni mucho menos afecta al ritmo vertiginoso de la función gracias a un preciso y eficaz montaje y al ineludible complemento de una banda sonora que incluye temas de Juice Newton, Salt-N-Pepa y Wham! un cóctel casi perfecto tan sólo emborronado por un clímax final de traca que desearíamos más contenido.

   
  Pero Deadpool sería mucho menos sin la presencia de la actriz brasileña Morena Baccarin. Nacida en Río de Janeiro en 1979, es un bellezón de 1´71 m de estatura que no se asusta a la hora de rodar escenas de sexo más o menos explícito como la que nos regala en este irreverente film junto a Ryan Reynolds, en el que da vida a Vanessa Carlysle (Copycat), o en la serie Homeland. Casada con el actor Ben McKenzie, se encuentra en pleno rodaje de Deadpool 2, pero es más proclive a dejarse ver en series de televisión que en la gran pantalla. En cualquier caso, y con 38 años ya cumplidos, Morena me cautiva y me rompe el corazón saber que nuestro idilio es una fantasía, una dolorosa ilusión que me hace sufrir y en la distancia muero día a día sin que lo sepa ella.  

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