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sábado, 24 de junio de 2017

CRÍTICA. "WONDER WOMAN" (Patty Jenkins, 2017)

     


  WONDER WOMANêêê
   

   La directora Patty Jenkins no debería ser una desconocida para el aficionado más cinéfilo, ella fue la que otorgó a Charlize Theron la oportunidad de alzarse con su primer y único Oscar hasta la fecha por su desgarradora interpretación de Aileen Wuornos en el aceptable drama criminal Monster (2003) un film sobre las andanzas de aquella asesina en serie de los años 80 en una historia que tenía como fondo la marginalidad, la homosexualidad y la prostitución. Dedicada desde entonces al medio televisivo, Jenkins prepara ya la secuela de Wonder Woman que se estrenará en 2019 y que contará de nuevo con Gal Gadot dando oxígeno a la heroína.

     
    La trama de Wonder Woman es bien conocida para los aficionados al 9º Arte: Antes de ser Wonder Woman (Gal Gadot) era Diana, princesa del Amazonas entrenada para ser una guerrera invencible. Diana ha sido criada en el reino de Temiscira, una isla afrodisiaca protegida. Un día un piloto norteamericano, Steve Trevor (Chris Pine) tiene un accidente y acaba en sus costas. Será él quien le hable del gran conflicto bélico que está teniendo lugar en el mundo, la Primera Guerra Mundial. Diana decide entonces dejar la isla convencida de que puede detener la temible amenaza. Mientras lucha junto a los hombres en la guerra que acabará con todas las guerras, Diana descubre todos sus superpoderes divinos (superfuerza y supervelocidad) y de paso, su verdadero destino.  

    
     Así que pasen los siglos será imposible imaginar una Wonder Woman sin el perfecto rostro de Gal Gadot (Miss Israel 2004), una actriz conocida por los fans de la saga Fast & Furious y que en 2016 ya vimos interpretando al personaje en Batman v. Superman: El amanecer de la justicia (Zack Snyder). Ella será nuestra Wonder Woman eterna. El personaje de cómic creado por William Moulton Marston para DC Comics en 1941 y que Lynda Carter dio vida en la serie emitida desde 1975 hasta 1979, no podía haber tenido una adaptación cinematográfica más lucida que la pergeñada por el guionista Allan Heinberg y la batuta de Patty Jenkins, una apuesta por el lado más lúdico de la aventura como glorificación de su medio seminal: el tebeo. De tal modo que una vez que comienza la función, uno estira las piernas todo lo que puede y se deja llevar por un espectáculo tan rabiosamente entretenido como deliciosamente intrascendente. 


   Dejando de lado –por pereza y hartazgo- el tema del empoderamiento femenino y las agotadoras lecturas la superheroína como icono universal de la liberación de la mujer, cuestión tan pueril como irrelevante cuando es ella, otra vez ella, el objeto del deseo y la seducción, lo que realmente importa es seguir la cometa de la aventura desde la arcana y paradisiaca isla amazónica  hasta la cruenta realidad de la Primera Guerra Mundial, y el empeño de Diana de acabar con la guerra. No se lo pondrán fácil el megalómano  y malvado general alemán Ludendorf (Danny Huston muy gracioso cuando aspira el gas de la fuerza) y la taimada y siniestra científica Dra. Veneno (Elena Anaya con el rostro desfigurado) experta en gases venenosos.

   
   Por supuesto, la bondad y el amor todo lo puede y siempre acaban imponiéndose a todas las representaciones grotescas del Mal. Cosa rara, la relación romántica de la Mujer Maravilla con el estereotipado espía encarnado por Chris Pine funciona dotando a la acción de un esmalte tan natural como cautivador. Simplemente, tienen química. Educada en los valores y principios igualitarios, en la generosidad y la cultura del esfuerzo, Diana acepta su destino como algo natural y pondrá todo su empeño en destruir para siempre a Ares, dios de la guerra. Wonder Woman tiene ese toque naíf, psicodélico, candoroso y colorista, pero su inmersión en la crueldad humana nos regalará las mejores secuencias del film, con la bella y e invencible guerrera desechando las dudas y el miedo en el fragor de la guerra. Wonder Woman reelabora todo un universo multigenérico desde la mirada del eterno femenino… porque Diana sabe que la mujer no necesita un hombre para obtener placer... pero podemos ayudar mucho.


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