MARIA BELLO IN "A HISTORY OF VIOLENCE" (David Cronenberg, 2005)
El canadiense David Cronenberg es un director por el que siento una
debilidad absoluta que cuenta en su filmografía con un puñado de obras
realmente fascinantes. Películas como Videodrome, Inseparables, El almuerzo desnudo y Crash ocupan un lugar destacado en el altar
de mis intocables del Séptimo Arte. Sin embargo, dos magistrales cintas suyas
alcanzaron para este cronista la categoría de clásicos instantáneos: Promesas del Este (2007) y Una historia de violencia (2005), curiosamente las dos
protagonizadas por Viggo Mortensen. Cierto que, según mi criterio, la primera
es algo superior, pero me centraré en esta última porque contiene una de las
escenas eróticas más crudas y excitantes de la historia del cine.
Vayamos con una pequeña sinopsis: Ton Stall (Viggo
Mortensen) y su mujer abogada, Eddie (Maria Bello) viven con su hijo
pequeño en una pequeña población de Indiana donde nunca pasa nada. Un día tras
evitar un robo en un restaurante, se convierte en un héroe para todos y los medios
de comunicación fijan en él su atención. Debido a ello, recibe la extraña
visita de alguien que dice conocer su pasado, Carl Fogarty (Ed
Harris), un tipo misterioso y amenazante que tiene media cara desfigurada y que
parece tener con él una cuenta pendiente. Tom y su familia lucharán contra lo
que creen un error de identificación que poco a poco va transformando y
dividiendo sus vidas.
Musculoso thriller a modo de western
urbano, Una historia de
violencia está basada en una novela gráfica de
John Wagner y Vince Locke que se eleva como una nítida radiografía del cáncer
de la violencia que se extiende por toda la vasta geografía de Norteamérica
adoptando todas las tipologías.
Rebosante de secuencias poderosas, me
fijaré en esa escena en que Maria Bello está muy cabreada porque ha descubierto
el oscuro pasado de su marido y huye de él, pero Viggo la atrapa en las
escaleras de la vivienda forzándola a practicar sexo en medio de una brusca
pelea hasta que ella acaba abrazando la fantasía soñada: hacer el amor con tipo
rudo, un asesino implacable, un macho alfa capaz de dominar con su fuerza a la
hembra hasta la docilidad y la más mórbida lubricidad. Todo lo contrario de lo
que el bueno de Viggo Mortensen había representado hasta ese momento: un buen
padre, un marido atento, una persona dulce y encantadora. Una secuencia de sexo
maduro y realista en la que él busca la redención y ella comprender al extraño
con el que lleva años compartiendo su vida. Magistral.
El protagonista de la película sufre -a los ojos de ella- una mutación; estas cosas ocurren con frecuencia en el cine de Cronenberg
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo. La escena de la escalera fue la más morbosa de esa década y de lo que llevamos de esta. Un abrazo, Pedro.
ResponderEliminarClaro, Ricard, es el mayor apologeta del concepto y corriente de "La nueva Carne", que incluso ha dado para un libro magnífico editado por el Festival de Sitges a través de la sublime editorial Valdemar. Un concepto que tiene mucho que ver con nuestra pérdida de la identidad tanto física como química.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, José, de una mórbida fascinación, tan primaria como catártica. Los arrebatos de sexo salvaje tienen mucho que ver con nuestra condición de animales enjaulados y vidas convencionales que se sienten incapaces de dejar de volar libre la cometa de la fantasía. De modo que algo novedoso siempre es algo cercano a la aventura.
ResponderEliminarUn abrazo.
Alguien me ha querido corregir lo de "química" por psíquica... Pero no, la cuestión psíquica siempre actúa a través de información o prejuicios concebidos, la cuestión química tiene que ver con el magnetismo y las leyes de la atracción, que muchos creen que es una ley del universo. Aclarado.
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