"KONG: SKULL ISLAND" êêê
El director norteamericano Jordan Vogt-Roberts será el encargado
de trasladar a la pantalla grande el popular juego de Konami Metal Gear Solid que, en principio,
tiene previsto su estreno para este año y que tiene ansiosos a los fans. Curtido
en el campo de la televisión en series como Death
Valley y Eres lo peor, su debut
en el largometraje se produjo con Los reyes del verano (2013), un
interesante relato sobre tres adolescentes que se van a vivir a una cabaña en el
bosque independizándose de sus padres para disfrutar de una vida salvaje al
margen de las normas de la sociedad.
Si Vogt-Roberts ha podido enfrentarse
con éxito a una producción descomunal como Kong: La Isla Calavera, puede hacer
frente a otros proyectos de envergadura sin que le tiemble el pulso. Y es que esta tercera versión de la mítica
cinta de 1933 pergeñada por Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack ha contado
con un presupuesto de 200 millones de dólares y desprende un agradable aroma a
serie B, una monster movie entretenidísima que fusiona con ingenio a clásicos
como Apocalypse Now, Jurassic Park y la leyenda fundacional
de King Kong, una sugerente
miscelánea no exenta de magia, aventura y poesía.
Kong: La Isla Calavera nos sitúa en el año 1973 cuando se acaba de firmar el
armisticio por la Guerra de Vietnam. Es entonces cuando un variopinto grupo de
exploradores y soldados es reclutado para viajar a una isla remota del
Pacífico. Entre ellos se encuentran el capitán James Conrad (Tom Hiddleston), el teniente coronel Packard (Samuel L. Jackson) y una
reportera fotográfica, Mason Weaver
(Brie Larson). Al incursionar en la misteriosa isla, el grupo se encontrará con
algo realmente sorprendente. Sin saberlo se están adentrando en los dominios
del mítico Kong, el gorila rey
gigante de la isla. Será Marlow
(John C. Reilly), un peculiar habitante del lugar que está en la isla desde la
segunda gran guerra, quien les enseñará los secretos de la Isla Calavera,
además del resto de criaturas monstruosas que la habitan.
Con guiños y homenajes constantes a “El corazón de las tinieblas” de Joseph
Conrad y su magistral adaptación a la pantalla grande con el título de Apocalypse
Now (Francis Ford Coppola, 1979), no sólo en el espectacular despliegue
de helicópteros al que pone la banda sonora clásicos del rock de los 70, también
en el nombre de Conrad de Hiddleston y Marlow de John C. Reilly, autor y
protagonista de la excelente obra literaria, haciendo uso de un humor agudo y
rehuyendo la vana pretenciosidad incluso en el dibujo de los personajes (meros
arquetipos al servicio del espectáculo), Vogt-Roberts dota de un sentido lúdico
a una historia que en ocasiones ha resultado demasiado pomposa, eliminando los
michelines de las largas presentaciones (versión Peter Jackson) y apostando por
un estilo chispeante y pulp que convierte en una montaña rusa de sensaciones la
aventura vivida por un puñado de héroes de pacotilla que nos van a regalar algunos
gags desternillantes. La ausencia de
complejos hace que Kong: La Isla Calavera
se imponga como un relato libérrimo que no da un solo momento de respiro al
espectador, desarrollando una imaginación desbordante, gran sentido del
suspense y rindiendo un sentido homenaje al mito fundacional, ese guardián de
la isla convertido en muralla infranqueable entre los ritos de la salvaje civilización
y la naturaleza virgen en toda su crudeza.
Con momentos gloriosos (Samuel L. Jackson
sosteniendo la mirada a Kong, Shea Whigham y el gag de las granadas, el momento
íntimo de la reportera y Kong) y unos exuberantes efectos digitales, la
función, de argumento simple pero eficaz concreción, se eleva como un viaje
apasionante viaje hacia un recóndito lugar tan terrorífico como hermoso y lleno
de amenazas (magnífica la escena de la araña gigante), un lugar donde el heroísmo
patriotero no vale una mierda (“no
hemos perdido la guerra, la hemos abandonado”, dice el patético militar
encarnado por Samuel L. Jackson sobre Vietnam), Vogt-Roberts pone toda la carne en el asador para que la degusten los
amantes de los blockbusters inteligentes, desplegando una imaginería visual
apabullante desde el primer y trágico ataque a Kong de los helicópteros, que
como todas la secuencias de acción está rodada con un realismo insultante. Kong: La Isla Calavera es evasión pura y
dura, una agradable sorpresa.
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